De la ayuda social al terrorismo: cómo llegó Hamas a controlar Gaza
Escandalizada ante las alarmantes cifras de víctimas que ya dejó el conflicto en la Franja de Gaza, esa entidad abstracta conocida como comunidad internacional se enfocó en la necesidad de lograr un urgente alto el fuego, quebrado en reiteradas oportunidades.
Más de 60 soldados israelíes y unos 1.900 palestinos muertos no otorgaron el suficiente tiempo para reflexionar acerca de los orígenes de las partes en conflicto. Si más conocida es la historia que dio origen al Estado de Israel tras la Segunda Guerra Mundial, en la que seis millones de judíos fueron asesinados por el nazismo, menos lo es la del grupo terrorista Hamas, que llegó a controlar todo lo que ocurre en un territorio de apenas 360 kilómetros cuadrados y 1,5 millones de habitantes.
En efecto, los orígenes de Hamas (que significa Movimiento de Resistencia Islámica) se remontan a la Primera Intifada, en un momento de auge del islam político que era consecuencia de la Revolución iraní de 1979. Así, en 1987 Hamas nació como escisión de la Hermandad Musulmana, un grupo fundamentalista surgido en los 40.
Pero en sus primeros tiempos no era una organización similar a la que hoy se conoce, sino que su foco estaba puesto en la asistencia social en Gaza. "Hamas buscaba educar a la población palestina, darle unidad y asistencia", explica en diálogo con Infobae el experto en Medio Oriente Julián Schvindlerman.
En rigor, la organización tuvo desde sus inicios dos ramas. Por un lado la militar, las brigadas Ezzedin Al Qassam, encargadas de la lucha armada contra el Estado de Israel, al que Hamas nunca reconoció. De hecho, su carta fundacional sostiene que "Israel existe y seguirá existiendo hasta que el Islam lo extermine". Por eso mismo no es sólo Estados Unidos -aliado incondicional de Israel- el que cataloga como "grupo terrorista" a Hamas; también lo hacen la Unión Europea, Canadá, Japón y hasta su vecino Egipto. El motivo de ese rótulo no es otro que su insistencia en la destrucción de un Estado y sus consecuentes ataques contra blancos israelíes.
Por otro lado, el ala política se encarga de brindar prestaciones sociales a la población gazatí y de la construcción de escuelas y hospitales.
Tras los Acuerdos de Oslo de 1993, a los que Hamas se opuso, esta organización se sintió marginada. Por eso la Segunda Intifada -iniciada en 2000- tuvo como protagonistas a terroristas suicidas. Y Hamas decidió ser un intérprete excluyente: puso énfasis en atentados suicidas en las calles de Israel, lo que representaba toda una novedad para esa nación. Así fue que en los '90 se dio el gran viraje del movimiento y se opuso a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que actualmente gobierna Cisjordania.
"Arafat decidió incitar la Segunda Intifada y darle un sesgo religioso. Esto le sirvió mucho a Hamas", reflexiona Schvindlerman. En 2005 Israel se retiró unilateralmente de Gaza, que quedó bajo control de Al Fatah.
Al año siguiente Hamas participó en elecciones y las ganó. No obstante, antes de asumir, la comunidad internacional le exigió tres condiciones. En primer lugar, debía reconocer a Israel. En segundo término, tenía que renunciar al terrorismo. Por último, habría de reconocer los Acuerdos de Oslo firmados por la OLP.
"Claro está que las condiciones no fueron cumplidas. Es cierto que Hamas fue electo por el propio pueblo, pero quedó deslegitimada por no aceptar las condiciones bajo las cuales se desarrolló la elección", señala a Infobae el profesor titular de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, Marcos Peckel, quien asegura que al momento de los comicios la Autoridad Nacional Palestina (ANP) "estaba muy desgastada y la corrupción era total, por lo que se esperaba de Hamas un gobierno más limpio".
Pero después de 2006 ya no hubo elecciones. Hamas ganó muchos adeptos al desafiar el poder de la ANP, la cual se define como nacionalista y laica. "Se erigió como una alternativa política fundamentalista, como una inyección de religión en la política. Es panislamista", resume Schvindlerman.
Hamas decidió en 2007 expulsar a Al Fatah de Gaza a través de una lucha violenta. "Entonces, la comunidad internacional le impuso un bloqueo al gobierno por no aceptar aquellas tres condiciones", añade Peckel.
La actual constituye la tercera campaña militar de Israel contra el movimiento palestino. Las otras dos tuvieron lugar en diciembre de 2008 y noviembre de 2012 y, si bien el grupo terrorista fue afectado seriamente en cuanto a sus capacidades tácticas, también logró crecientes apoyos por enfrentar al quinto ejército más poderoso del mundo. Y por haber sobrevivido.
A nivel regional, Hamas sufrió en los últimos años múltiples reveses. Por un lado, la caída del líder de los Hermanos Musulmanes en Egipto, Mohamed Mursi, uno de sus principales aliados, que perdió la presidencia tras un golpe de Estado.
Por otro lado, el apoyo a los rebeldes sunitas en Siria -que combaten al presidente chiita Bashar Al Assad- le restó financiamiento de Irán, un país chiita aliado del dictador sirio y que donaba hasta unos u$s20 millones al mes a Hamas. Ese dinero alcanzaba para administrar Gaza.
"En un inicio, la financiación venía principalmente del Golfo, de los mismos que financiaban a Paquistán y a Afganistán. Después de la Segunda Intifada, que ya no fue pacífica como la primera, Hamas necesitó a Irán. Y se produjo una alianza de intereses. Pero también se financió con exiliados palestinos que aportaban a su causa. Aunque hace un tiempo la organización perdió apoyo de Siria e Irán, volvió a tener financiamiento del gobierno de Hasan Rohani, que envía arsenal a través de los túneles y barcos. De todos modos, muchos cohetes se fabrican en Gaza", explica Peckel.
Schvindlerman lo pone en estos términos: "Hamas dependía de la caridad de los propios palestinos, recibía apoyo de la comunidad palestina exiliada en Europa y EEUU y, fundamentalmente, de Arabia Saudita. Actualmente, recibe financiamiento no de Siria, pero sí de Irán, para el que es importante mantener controlada una frontera militar con Israel. También lo ayudan Qatar y Turquía a nivel político y económico. En cambio, se alejaron Egipto y Arabia".
Un futuro posible
"La actual ronda bélica va a terminar con una tregua y estaremos esperando la siguiente. Pero Israel está tratando de asegurarse de que no haya una próxima escalada", asevera Peckel, quien considera que "para Israel lo mejor es que la Autoridad Palestina tome control de Gaza para evitar que se sigan tirando cohetes".
La conformación de un Estado palestino con un gobierno unificado, que parece una de las condiciones para hallar una solución, también es de difícil concreción. "Hamas aceptó la unidad con la ANP como resultado de su soledad. Ellos tienen una alianza táctica pero no podrán sostener un único gobierno. Que gobierne Al Fatah es la apuesta de Israel, que desearía que no estuviera Hamas pero que no está haciendo nada para destruirlo. Lo neutraliza, pero no lo quiere destruir del todo porque no está claro quién lo reemplazaría", concluye Schvindlerman.
Para Peckel, vislumbrar en este marco una solución definitiva parece idílico. Un Estado palestino requeriría un mediador que ayude a negociar asuntos calientes para las partes, como la frontera y Jerusalén, entre otros.
"No hay un Estado palestino porque los países árabes atacaron Israel y evitaron su creación", asevera el académico de la Universidad del Externado.
Consultado acerca de cuál es el objetivo de Hamas en esta contienda, responde: "Yo no puedo adivinar lo que está en sus cabezas. Lo que sí puedo es leer la plataforma ideológica de Hamas, que dice que el ente sionista existirá hasta que el islam lo destruya. Pero como no va a poder lograrlo, esto es lo único que le queda".
Ante la misma pregunta, el director del Centro Moshe Dayan de la Universidad de Tel Aviv, Uzi Rabi, contesta a Infobae que "el objetivo inmediato es sobrevivir y, a largo plazo, convertirse en gobernante de Palestina desde el río Jordán hasta el Mediterráneo".
En el análisis del actual conflicto tampoco hay que descartar el hecho de que -como señaló el politólogo estadounidense Samuel Huntington- "la separación westfaliana de religión y política internacional, producto idiosincrático de la civilización occidental, está tocando su fin". En este marco, "cada vez es más probable que la religión se entrometa en los asuntos internacionales".
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