El kirchnerismo después del kirchnerismo
Argentina ha hecho caso a Francisco y se encuentra más unida que nunca gracias y a merced del gobierno nacional. Todo le pertenece. No es poco. Desde el pobrerío que busca un nuevo gol que gritar desde que acabó Brasil-2014, la clase media que blablea sus quejas, los empresarios que se quejan (ahora) de lo mal que está todo, los tuiteros que están creídos en que la revolución está en el teclado, los economistas que se les ha dado por hablar más allá de los codos de la deuda cuando la ignoraron por once años, los políticos “opositores” que hacen “campaña” entre culos y tetas de colágeno, y hasta una nueva raza surgida de las penumbras de la nada conocida como “pensadores” o “intelectuales”, todo, todo, le pertenece al kirchnerismo. Por una pauta publicitaria, un subsidio o un minuto de efímera gloria en radio o televisión, todo es adquirible para el único ente con capacidad cambiaria del país: el gobierno.
Y reconozcamos que muy poco esfuerzo hacen quienes se quejan para evitar la violación en un “relájate y goza” que a todos deja contentos. Pero después y pour la galerie todo es un tango, y del más lacrimógeno. Los empresarios, por ejemplo, lagrimean por el alza de los precios internos y el dólar; la profundización del cepo cambiario; la restricción del crédito; el abastecimiento de productos; el tránsito de los caminos en el campo; el cierre de fábricas; y la caída del consumo, la actividad, el empleo, la inversión, el comercio exterior; y la parálisis en los sectores de la construcción y el inmobiliario. ¡Guau! Qué mal que estamos. Y lo que tardamos en darnos cuenta mientras estuvimos años calentando manos en la Casa Rosada o en el quincho de la Residencia de Olivos.
Por su parte, el sindicalismo dividido en cinco CGTs continúa apoyando las medidas de la Casa Rosada. Algunas de ellas amenazan con concentraciones de poco caudal y todas callan con el haber percibido por los jubilados o con la aplicación a los trabajadores del abusivo impuesto a las Ganancias más preocupados por el mantenimiento de las cajas de las obras sociales. Esta situación es aprovechada por el trotskismo que viene ganando posiciones en las comisiones internas de los establecimientos fabriles sin que el sindicalismo peronista tradicional cuyos integrantes rozan los setenta años o más parecen no recordar la conocida frase de Perón al referirse a la lucha de los obreros que deben marchar “Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”. Por ahora han preferido esta última opción.
Los pastores de la Iglesia han morigerado sus críticas desde hace tiempo y dado su aprobación para que Cristina coloque al sacerdote Juan Carlos Molina al frente de la Secretaría de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), uno de los miles de organismos que pululan en la administración pública sin que se sepa a ciencia cierta cuál es su función en este mundo. Como era de esperar, ni bien asumió el cargo, el sacerdote salió a despotricar por todas las radios contra el neoliberalismo y se ha convertido en la actualidad en el ejecutor presidencial para la despenalización del consumo de drogas. Eso sí, cada vez hay más en Argentina y los efectos pueden verse escuchando hablar o actuar a Maradona
En este orden de cosas los políticos “opositores” son los que más han mostrado su genuflexión hacia la reina Cristina. Unos y otros han apoyado la mayoría de las virtudes estatistas gubernamentales porque dejarían de existir si no mamasen de la estirada y agrietada teta del Estado. De ahí que los radicales presten sus nombres y hombres para aliarse con el kirchnerismo y después enemistarse en el Senado con grandilocuentes frases que a poco elector convence.
Mientras, el peronismo kirchnerista cuenta con dos candidatos que se prodigan favores y odios de la Casa Rosada: Daniel Scioli y Sergio Massa que han jurado defender el “modelo nacional y popular con inclusión social” hasta el paroxismo, uno desde el puesto de gobernador de la provincia de Buenos Aires y el otro en su actual papel de diputado “opositor”. Detrás de este último se esconden como en un juego infantil la flor y nata de los ministros de Economía y diversos funcionarios y administradores de la primera línea del kirchnerismo desde el 2003.
Aunque sin lugar a dudas el puesto de favorito opositor es el gobernador de la Ciudad de Buenos Aires que ha comprendido muy bien por dónde pasa el quid de la “negociación” con el gobierno nacional al hacerse cargo de la administración del subterráneo reconociendo que no conocía el estado financiero de la empresa que lo administrba (¿?) y al crear una policía municipal como si eso hubiese ayudado a paliar en algo la ola criminal que invade Argentina. Demás está decir su apoyo al traslado de la escultura de Colón con apoyo del bloque legislativo kirchnerista que además ha venido apoyando todos los aumentos de presupuesto y endeudamientos presentados por el ejecutivo local.
El kirchnerismo y el neokirchnerismo de “opositor” a la carta transitan por el mismo camino de saciar su sed en las inagotables tetas del Estado. Nada nuevo esgrimen bajo el sol. Por eso los desespera la falta de “inversiones”, porque de continuar este corzo a contramano no podrán saciar su manía de desfondar el erario y aunque el país no tenga capacidad de repago continuarán endeudándose más.El despilfarro de la ex secretaria de Medio Ambiente con fondos públicos (entre ellos haber utilizado el dinero para pagar viajes en avión a su cónyuge, hijos y mucama) o el hallazgo de U$s 60.000 en el baño del despacho de una ministra de Economía que no supo decir su procedencia son casos menores de “un descontrol perfectamente organizado” en el saqueo que sufre Argentina por aire, tierra y mar.
Lo del vicepresidente Boudou, aunque sea cierto, es un show mediático para el progresismo. Si renuncia lo sustituiría un radical de lo más democrático que como no pudo entronizarse en el poder por la eternidad colocó a su esposa en él. De todos esos hechos los argentinos conocen muchos. Y conocerán más. Mientras tanto tendrán distracción de la más variada con desconocidas operadas señoritas que se pelean en cámara entre ellas o hablan mal de señores mayores; con la parentela de Maradona recriminándose al por mayor; el jefe de Gabinete hablando todas las mañanas ante un auditorio vacío; la presidente con sus extensos soliloquios diarios o presentando una y otra y otra vez vagones de ferrocarril; el ministro de Economía denigrando a quien se le cruce; y los “opositores” exprimiendo sus seseras en una o dos frases célebres por semana del tipo “Liberen a Willy” como para quedar bien colocados en las encuestas como ser, “Hay que pagar la deuda”, “La inflación perjudica a los sectores más vulnerables”, “Busquemos el consenso”, “La inseguridad mata”, “Hay que cuidar el empleo”, “Hay que bajar las retenciones” y redundancias por el estilo.
Esto es lo que hay. Lo que votó el 54 y el 46%. Por eso el pueblo está más unido que nunca. Y lo que habrá mañana porque nadie propone algo distinto. Sólo resta decir: “A gastar, gastar y gastar que llega el Ébola”.
- 28 de diciembre, 2009
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