Preocupa la situación económica de Venezuela
A quienes seguimos de cerca la evolución de la situación de Venezuela no nos sorprende demasiado que la prestigiosa Fundación Gétulio Vargas, que a través de su Instituto Brasileño de Economía mide anualmente el "clima económico" de los distintos países de la región, acabe de informar que el menos atractivo de todos esos "climas" es hoy el de Venezuela. Precisamente aquel que nosotros pareciéramos empeñados en replicar.
Lo que, en cambio, sí es sorprendente, es la visión de Venezuela que tiene públicamente la principal "calificadora de riesgo" china. Particularmente después que China y Venezuela, envueltos en la retórica, acaban de suscribir una panoplia de 38 nuevos acuerdos de cooperación socioeconómica, que ya forman parte de los 400 acuerdos bilaterales suscriptos entre los dos países desde 1999 hasta la fecha.
Me refiero a la calificadora china Dagong Global Credit Rating, que fuera fundada en 2009, conjuntamente por el Banco del Pueblo y por la Comisión de Comercio y Economía del Estado de China.
Para Dagong, Venezuela enfrenta graves desequilibrios macroeconómicos que son capaces de sumirla, en el corto plazo, en una recesión. Si esto ocurriera, la calificadora china cree que el malestar social que ya existe en Venezuela podría exacerbarse.
Dagong define al gobierno venezolano como ineficaz, cuando de enfrentar los problemas económicos se trata. Esto es respecto de poder corregir el elevado déficit fiscal, recomponer la debilidad de las reservas internacionales y ajustar el tipo de cambio. Para la calificadora, esa ineficacia en resolver los problemas estructurales repercute negativamente en la administración de Nicolás Maduro. Por ello, explica, existe un clima generalizado de descontento, a lo que se agrega inestabilidad política. Sin decirlo, es evidente que Dagong advierte que los "bolivarianos" han perdido ya el apoyo mayoritario de su pueblo.
La calificadora china señala que el año 2013 ha sido negativo para Venezuela. Adverso, entonces. Porque derivó en una moneda nacional groseramente sobrevaluada y en una inflación creciente. Casi fuera de control, en rigor. A lo que suma el impacto, también negativo sobre la economía venezolana, del constante declive del volumen total de la producción de petróleo y la creciente debilidad del precio internacional del barril de crudo. Para un país que esencialmente depende del petróleo, muy mal augurio.
Según Dagong, la economía de Venezuela se contraerá este año. En su opinión, un 2,3% del PBI venezolano. Fuertemente, entonces. A lo que agrega que, en el mediano plazo, el posible crecimiento de Venezuela será, en todo caso, lento y débil.
Respecto de las finanzas públicas venezolanas, las proyecciones de Dagong son también malas. Estima que este año habrá un déficit fiscal de casi el 15% del PBI y que la deuda pública, para fines de año, habrá de superar el 52% del PBI, lo que no parece desesperante. Aunque Dagong nos advierte que el nivel de endeudamiento habrá de seguir en ascenso en los años sucesivos, lo que sí es preocupante.
En un análisis prolijo de la realidad venezolana, Dagong expresa asimismo su preocupación por el bajo nivel de reservas internacionales de Venezuela, que es de apenas el 5,7% del PBI del país. También formula un alerta respecto del desusado crecimiento del endeudamiento público denominado en dólares, en momentos en los que la moneda norteamericana pareciera haber ingresado en una etapa de apreciación respecto de otras monedas.
El pago de la deuda venezolana se ubica ya en el 20% de los ingresos venezolanos por exportaciones de hidrocarburos, las que, a su vez, generan el 96% de las divisas del país. Lo que evidencia una dependencia particularmente peligrosa de los ingresos que son generados por las exportaciones de crudo, prácticamente las únicas que genera Venezuela.
Cabe señalar que el gobierno venezolano cancela frecuentemente sus pasivos financieros con China mediante pagos con petróleo. En especie, entonces. No está, sin embargo, demasiado claro cuánto de los 56 billones de dólares que Venezuela le debe a China ha sido cancelado de esa manera.
Por lo antedicho no llama la atención que Venezuela haya aparentemente encargado al banco de inversión Lazard Ltd. la venta de una enorme refinería que tiene en los Estados Unidos y de su cadena norteamericana de estaciones de servicio (Citgo), cuyo valor está estimado en unos 10 billones de dólares. Tampoco sorprende que el ineficaz Nicolás Maduro haya finalmente reconocido la verdad al admitir públicamente -por primera vez- que su gobierno enfrenta "dificultades económicas severas". Es absolutamente así. Para Dagong y para casi todos los observadores serios.
El tamaño y la voracidad creciente del estado venezolano, así como la absurda política de subsidios han sido los principales responsables de la vorágine inflacionaria que se ha apoderado del país, motorizada siempre por el vértigo en la emisión de bolívares con la que se financia al sector público del país caribeño y se mantiene el esquema de subsidios que, desde hace rato, desangra al tesoro venezolano.
En un comentario típico de Nicolás Maduro, señaló que la deuda que su país mantiene con China "no es una deuda pesada, es un financiamiento". De no creer. Mientras tanto, la petrolera estatal venezolana Pdvsa acaba de decidir que, en más, los dólares producidos por sus exportaciones de crudo se depositarán en cuentas del China Citic Bank. Más dependencia, es obvio.
Para no terminar en un previsible colapso, Venezuela necesita imperiosamente aumentar sus exportaciones de crudo. Ampliar su capacidad de oferta. Revertir entonces el ciclo de descenso de los últimos años. Invertir. Ocurre que para 2016 Venezuela se ha comprometido a exportar a China un millón de barriles diarios, lo que hoy es simplemente imposible. Pese a que Pdvsa ha reducido enormemente sus despachos a terceros países.
Queda claro que la calificadora china es realista. Y que, respecto de Venezuela, sabe ser sincera, aunque sin aparecer brutal. No disimula sus opiniones, pese a ser ellas, según queda visto, sumamente negativas respecto del presente y del futuro de Venezuela. Ni siquiera la extensa madeja de relaciones políticas edificada entre ambos países parece haber podido nublar su parecer..
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