Guatemala: Dictadura imperfecta
En 1990, Mario Vargas Llosa afirmó que “la dictadura perfecta no es el comunismo, no es la Unión Soviética, no es Fidel Castro, es México. Porque es la dictadura camuflada, de tal modo que, puede parecer no ser una dictadura. Pero tiene de hecho, si uno escarba todas las características de la dictadura”.
Una dictadura se caracteriza por la concentración de poder en un solo individuo, partido o grupo de interés, su consolidación se da por medio de la ausencia de la división de poderes, así como una propensión a utilizar el poder para beneficiar al grupo de amigos, aliados o financistas. En una dictadura también se busca acallar el pensamiento disidente al dirigir o controlar los medios de comunicación, se busca cortar de raíz cualquier oposición mediante el adoctrinamiento desde la infancia de tal modo que se acostumbren a obedecer sin cuestionar las decisiones de los gobernantes.
La dictadura perfecta al parecer, no sólo se vivió en México, 24 años después en Guatemala vamos avanzando hacia ese camino. Un camino donde el paisaje ha sido coloreado con muchos políticos que buscan hacernos creer que mientras las “elecciones” sean democráticas no importa qué se decida y cómo se llegue a ese “consenso”, tal como sucedió en la designación de Magistrados a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y la Sala de Apelaciones, así como la elección de una minoría con experiencia judicial.
Este fin de semana la magistrada de la Sala Quinta de Apelaciones del Ramo Civil, Claudia Lissette Escobar Mejía, reelecta por el Congreso para otro periodo de cinco años, anunció su renuncia al cargo ya que consideraba que el proceso había estado viciado al ignorar la Ley de la Carrera Judicial que ponía en riesgo la independencia judicial de los jueces.
En una dictadura perfecta, se nos hace creer que para mantener la independencia judicial se debe renovar a todos los jueces cada cierto tiempo y que quienes aprueban su reelección son los políticos a quienes en algún momento juzgaron o juzgarán en un juicio. En una dictadura perfecta, se nos hace creer que estamos mejor porque si antes las negociaciones eran alrededor de una cama, ahora posiblemente, esta última ya no es necesaria.
Una dictadura es perfecta cuando creemos que vivir en una “democracia” es mejor que en una República, que la división de poderes existe aunque cada año haya que mendigar, pelear o negociar el presupuesto asignado al Organismo Judicial, a la Contraloría General de Cuentas o al Ministerio Público, por solo mencionar algunos, que la división de poderes existe aunque cada cierto tiempo hay que hacer “lobby” con los que deciden si se reeligen, sin importarles si hicieron bien su trabajo, si actuaron apegados a Derecho o sólo beneficiaron a los aliados del político elector.
La independencia de poderes es la peor enemiga de la Dictadura Perfecta o Atolitaria, ya que son precisamente estos contrapesos los que limitan el abuso de poder. El Organismo Judicial tiene un rol muy importante, son los jueces quienes deberán aplicar la Ley para limitar los abusos de los gobernantes como el caso más reciente de Roxana Baldetti, quien pretende ser secretaria general de su partido y a la vez Vicepresidente del país en flagrante violación al artículo 154 de la Constitución.
La renuncia de la magistrada Claudia Escobar nos demuestra que aún estamos en una Dictadura imperfecta, ya que aún podemos disentir y denunciar los abusos de poder. Cuando digamos como cuando nos roban el celular “que bueno que sólo te quitaron la libertad pero no te lastimaron” habremos llegado a la Dictadura perfectamente Atolitaria.
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