Chile: El ministro de Educación pone los ojos en la educación sueca, pero lo hace mal
El ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, afirmó hace unos días en El Mercurio que “Suecia cayó en calidad y equidad (educacional) luego de abrir el sistema a colegios particulares con fines de lucro, lo que hoy está revirtiendo”. Existen, sin embargo, buenas razones para creer que el problema de resultados de la escuela sueca nada tiene que ver con la libertad de elección a través del voucher escolar o con el fin del monopolio estatal en educación, sino más bien con que el sistema de vouchers de Suecia coincidió con una serie de otras reformas, la más importante un cambio en el plan de estudios nacional en 1994 que hizo hincapié en el aprendizaje individualizado sobre la instrucción del maestro.
Un amplio estudio (en sueco) publicado en 2010 encontró que esta es una de las explicaciones más plausibles de la caída en el rendimiento de los estudiantes. Pero esto no fue sino parte de un desarrollo mucho más amplio que fue minando las funciones de la institución escolar y el rol de los profesores. Tal como dice la investigadora sueca Inger Enkvist en un artículo titulado “Suecia deja atrás los experimentos escolares” (Madrid, Cuadernos de Pensamiento Político, Julio-Septiembre 2012):
“Durante los años 70 y 80 aumentaron los problemas de conducta y de aprendizaje entre los alumnos, y la profesión docente empezó a perder atractivo. Los jóvenes más brillantes ya no querían ser profesores. La situación empeoró en 1989, cuando el Gobierno decidió descentralizar la educación, en realidad ‘municipalizarla’, porque la responsabilidad fue entregada a los municipios (…) Casi inmediatamente aparecieron diferencias entre los distritos escolares. La mayoría de los analistas actuales lamentan esta ley y constatan que ha resultado negativa tanto para la calidad educativa en general como para la igualdad de acceso a la educación (…) Durante los años 90 fueron introducidas nuevas leyes educativas. El tenor general era el de disminuir el número de reglas burocráticas, todo dentro de un marco igualitario combinado con una pedagogía ‘progresista’. La formación docente de 1999 se basaba en la idea de que los profesores eran en primer lugar “facilitadores”, y que el conocimiento de la materia en cuestión era menos importante que el conocimiento pedagógico general. Otra idea era que cualquier profesor debía poder trabajar con cualquier alumno. El programa también invitaba a los futuros docentes a explorar sus propios intereses más que a pensar en sus futuros alumnos. Así, algunos futuros maestros de básica no estudiaron los cursos de cómo enseñar a leer.”
Por su parte, la OCDE publicó, a principios de este año, una evaluación de las escuelas suecas. El informe entrega varias razones por las cuales Suecia ha visto la mayor caída en el rendimiento de los estudiantes de todos los países clasificados. En primer lugar, el “clima de disciplina” en las aulas es pobre y los profesores parecen tener poco control sobre los estudiantes revoltosos. En segundo lugar, Suecia tiene la mayor proporción de estudiantes que llegan tarde a la escuela entre todos los estados miembros de la OCDE. En tercer lugar, los alumnos estudian menos y reportan los niveles más bajos de perseverancia que sus pares de otros países. Y, en cuarto lugar, la falta de disciplina en las aulas reduce el tiempo de instrucción que reciben los estudiantes y conduce a que los profesores hayan comenzado a abandonar la escuela sueca.
Un nuevo estudio de investigación, Sweden’s School Choice Reform and Equality of Opportunity, sugiere que el voucher escolar sueco ha tenido un efecto positivo, aunque pequeño, en los resultados de los estudiantes, en especial en lo referente a los estudiantes de minorías y de bajos ingresos. Sin embargo, no explica por qué los estudiantes desfavorecidos parecen beneficiarse más de la elección de escuela que sus compañeros. Una razón plausible es que muchos de los barrios pobres de Suecia se han plagado de malas escuelas, y con el voucher muchos estudiantes ya no se vieron obligados a asistir a ellas. De hecho, los autores encuentran que después de que se introdujo la libre elección de escuela, los estudiantes desfavorecidos son más propensos a asistir a las escuelas que antes no podían elegir porque estaban lejos de casa.
En cuanto a los logros de la libre elección, el estudio constata que no se concentraron entre los estudiantes de las escuelas independientes, lo que sugiere que existen efectos positivos de la competencia. Un alto número de escuelas independientes en un municipio parece presionar a todas las escuelas para mejorar sus estándares. Es decir, las escuelas deficientes se ven obligadas a mejorar o cerrar, sean públicas o privadas, porque nadie las elige. Estas son las cosas que el ministro de Educación debiera de aprender si es que su interés fuese mejorar la calidad de la educación; y no atacar, por razones ideológicas, a las escuelas subvencionadas.
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