No todos los “socialistas del siglo XXI” son iguales
Solemos escuchar una referencia unívoca al “socialismo del siglo XXI” en alusión a las políticas llevadas a cabo por diferentes presidentes de América Latina, tales como Chávez-Maduro en Venezuela, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia y Cristina-Néstor Kirchner en Argentina. Pero a la hora de analizar algunos números de las economías de estos países, nos sorprende ver la llamativa diferencia entre un indicador como es la inflación, clave en la determinación del poder de compra de la ciudadanía, especialmente de los más humildes.
Mientras que la inflación en Venezuela resulta superior al 60% anual y en Argentina cercana al 40%, en los otros países del aquel grupo es marcadamente inferior, situándose en niveles cercanos a los de países desarrollados. En el caso de Bolivia se encuentra por debajo del 4% y en el de Ecuador se acerca también al 4%.
También es llamativa la forma en que ambos grupos de “socialistas del siglo XXI” conciben y afrontan las causas-efectos del fenómeno inflacionario. Mientras Venezuela y Argentina culpan a los empresarios por el aumento generalizado de precios y los bancos centrales –altamente influidos por el Poder Ejecutivo – descuidan los niveles de emisión monetaria y reservas internacionales, Ecuador y Bolivia preservan más el valor de la moneda a través de cuentas fiscales más ordenadas y previsibles, a pesar de sus pesados y redistributivos Estados. El Ecuador de Rafael Correa –más allá de su discurso antiimperialista- mantiene al dólar como moneda, posibilitando su uso como reserva de valor, unidad de cuenta y medio de pago. A pesar su ideología manifiesta, parece ser que este régimen monetario cambiario -vigente desde enero de 2000 bajo el gobierno de Jamil Mahuad- le resulta políticamente rentable a este presidente formado en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica y en la Universidad de Illinois, Estados Unidos.
Por su parte, Bolivia en el período 2009-2014 prácticamente duplicó sus reservas internacionales –pasando de 8 mil millones de dólares a casi 16 mil millones, logrando un nivel que representa más de la mitad de las reservas de la Argentina y tres cuartos de las de Venezuela.
Un viejo político se refirió a la inflación como “el impuesto al pobre”, dando a entender que afecta con mayor fuerza a aquellos grupos que más desprotegidos se encuentran y que cuentan menor poder de compra y de negociación en el tira y afloje permanente que implica las negociaciones derivadas del ajuste por inflación, especialmente en países donde los empleos informales representan una porción importante del empleo total, llegando a dos de cada tres –en el caso de Venezuela- y uno de cada tres en el caso de Argentina. En síntesis, dentro de este mismo grupo de países con discursos populistas en los que los “más humildes” son prioridad, los números develan políticas claramente disímiles en materia de la preservación del poder adquisitivo de la moneda.
El autor es Director Ejecutivo de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre, licenciado en Relaciones Internacionales y Magister en Política Económica Internacional.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
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