Latinoamérica sin liderazgos regionales
El comienzo del 2015 encuentra a Latinoamérica convertida en una región sin líderes, donde los países con mayor peso político en los últimos años — Brasil, Venezuela y México — se han debilitado significativamente por serios problemas internos.
Brasil, el gigante sudamericano, enfrenta graves problemas económicos y políticos. La presidenta Dilma Rousseff comienza su segundo mandato como la mandataria más débil de Brasil de los últimos tiempos, con una economía estancada, una oposición considerable en el Congreso y un creciente escándalo político en torno a los presuntos sobornos pagados por la compañía petrolera Petrobras a miembros de alto rango del partido gobernante.
Y a pesar del reciente nombramiento del respetado banquero Joaquim Levy como ministro de Hacienda, pocos esperan que Rousseff tenga suficiente capital político para implementar las reformas económicas que necesita el país. “Las perspectivas de los próximos cuatro años son sombrías”, sentenció la revista The Economist esta semana.
La mayoría de los analistas brasileños coinciden en que el creciente escándalo de Petrobras y la urgente necesidad de revitalizar la economía de Brasil harán muy difícil que Rousseff pueda ejercer un liderazgo en asuntos regionales. En los últimos años, Brasil ha sido la fuerza impulsora detrás de la creación de bloques regionales como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Venezuela, cuya política de subsidios petroleros a más de una docena de países de América Latina y el Caribe a cambio de su apoyo político la había convertido en uno de los principales protagonistas de la diplomacia regional, ahora enfrenta la crisis económica más profunda de su historia reciente.
El colapso de los precios mundiales del petróleo han convertido a Venezuela en el país con la mayor inflación del mundo — se estima en un 65 por ciento — y con el crecimiento económico más bajo de Latinoamérica, según el Fondo Monetario Internacional. Desde la revolución socialista del fallecido presidente Hugo Chávez, Venezuela ha destruido su sector privado, y ahora depende del petróleo más que nunca: el crudo representa el 95 por ciento de las exportaciones totales del país.
Debido a su crisis económica, Venezuela está comenzando a reducir sus subsidios de Petrocaribe a más de una docena de países de Latinoamérica y el Caribe. En años recientes, Petrocaribe le había dado a Venezuela una enorme influencia política en las organizaciones regionales, donde los votos de los países cuentan por igual, independientemente de su tamaño.
Pero sin los subsidios de Petrocaribe, y con el petróleo más barato, la influencia de Venezuela en Centroamérica y el Caribe está disminuyendo drásticamente. Incluso Cuba, el aliado más cercano de Venezuela, acaba de aceptar normalizar las relaciones con Estados Unidos, posiblemente por temor a perder los subsidios petroleros venezolanos que mantenían a flote la economía de la isla.
México, aunque ha disminuido su protagonismo regional en los últimos años, difícilmente llenará el vacío de poder dejado por Brasil y Venezuela en la región.
El presidente Enrique Peña Nieto está enfrentando una seria crisis política tras la desaparición y probable muerte de 43 estudiantes por bandas de narcotraficantes colindadas con autoridades locales, y también acusaciones de corrupción en torno a la compra de una residencia de $7 millones de su esposa Angelica Rivera, a una empresa — Grupo Higa— que se ha beneficiado de enormes contratos gubernamentales.
Además, el gobierno de Peña Nieto es objeto de fuertes críticas por haber adjudicado un contrato $3,700 millones para construir un tren de alta velocidad México-Querétaro a un consorcio chino que fue la única empresa que participó en esa licitación. Peña Nieto anuló el contrato tras surgir un escándalo. En la licitación también participaba como subcontratista la empresa que vendió a la primera dama la casa de $7 millones.
Una reciente encuesta realizada por el diario Reforma muestra que el 58 por ciento de los mexicanos tienen una opinión negativa de Peña Nieto, el peor índice de cualquier presidente mexicano a esta altura de su mandato en casi dos décadas.
Mi opinión: teniendo en cuenta algunas pésimas decisiones de política exterior realizadas por Latinoamérica bajo el liderazgo de Brasil y Venezuela en los últimos años — como darle la espalda a acuerdos comerciales con la Unión Europea y los Estados Unidos, y apoyar a algunas de las peores dictaduras del mundo — tal vez no sea una mala noticia que la región se encuentre de repente sin países líderes fuertes.
Algunos funcionarios estadounidenses especulan en privado de que el reciente anuncio del presidente Barack Obama de que normalizará las relaciones con Cuba — un viejo y espinoso tema en las relaciones interamericanas — y la creciente necesidad de América Latina de recibir inversiones extranjeras, harán que Washington recupere su influencia en la región. Eso está por verse. Pero el hecho de que muchos países de América Latina serán capaces de mejorar sus lazos económicos con algunas de las principales economías del mundo sin restricciones de Brasil o Venezuela, podría ser una buena noticia para toda la región.
¡Feliz Año Nuevo!
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