Ecuador: Dolarización y balanza comercial
Nos dicen que la dolarización depende de un superávit en la balanza comercial porque si no colapsaría el sistema de pagos. Pero veamos qué ha pasado en otros países latinoamericanos dolarizados.
Empecemos aclarando que la dolarización no lo resuelve todo, simplemente vacuna en contra de la inflación y devaluaciones que hoy sufren gobiernos populistas con moneda propia, como Argentina y Venezuela. Eso no es poca cosa. Steve Hanke, de la Universidad de Johns Hopkins, emplea el “Índice de la Miseria” que suma la inflación, el desempleo y las tasas de interés para préstamos y resta el crecimiento interanual del PIB per cápita. Un puntaje más alto en este índice significa que los habitantes de dicho país son más miserables. Para julio de 2014, Hanke mostró un subíndice para América Latina y resulta que los más miserables eran Venezuela, Argentina y Brasil mientras que los menos miserables eran precisamente Ecuador, El Salvador y Panamá. Aunque la política económica de Panamá difiere mucho del populismo que impera en Ecuador y El Salvador, queda claro que el uso del dólar contrarresta, en cierta medida, los perjuicios de otras políticas económicas.
Pero consideremos a Panamá, que estando dolarizado desde 1904 ha soportado múltiples fluctuaciones del dólar y shocks externos sin que esto haya derivado en una crisis sistémica del sistema financiero. Además, entre 2005 y 2013 ha tenido déficit en su cuenta corriente (que incluye la balanza comercial) de entre -0,6% y -15,3 (¡!) del PIB, promediando un déficit de -8,2%. Sin embargo, ha crecido a una tasa promedio de 8,4% y reducido la pobreza de 16,9% en 2005 a 8,9% en 2012.
El Salvador también ha sostenido déficit en su cuenta corriente entre 2005 y 2013, aunque mucho menores que los de Panamá, de entre -1,5% y -6,5% del PIB, con un promedio de déficit en la cuenta corriente como porcentaje del PIB para el mismo periodo de -4,6%. Sin embargo, de todas maneras la economía continuó creciendo, así sea un crecimiento mediocre con un promedio de 1,8% para el periodo 2005-2013. Asimismo, la pobreza continuó cayendo como en el resto de América Latina de 15,8% en 2005 a 8,8% en 2012.
En Ecuador, donde el déficit en la balanza comercial le quita el sueño a muchos, no hemos tenido déficit en la cuenta corriente todos los años y cuando los tuvimos fueron mucho menores. El más alto entre 2005 y 2013 fue de -2,3% y la cuenta corriente durante este periodo tuvo de promedio un saldo positivo de 0,8%.
La experiencia de largo plazo de Panamá y la de otra economía distinta como la de El Salvador demuestra que la calentura no está en la dolarización, la cual ha demostrado que funciona –cumpliendo las funciones de una verdadera moneda: ser un medio de cambio universal, un depósito de valor y una unidad de medida–. Y funcionó con dólar caro o barato, con o sin petróleo, con o sin remesas y sin necesidad de restringir el comercio y los movimientos de capitales.
El problema de Ecuador no es la falta de política monetaria o la tozudez de los consumidores que insisten en demandar productos importados. Ecuador tiene un problema fiscal, no monetario ni comercial. Restringir el comercio o volver a ejercer una política monetaria no atacaría la raíz del problema: un gasto público excesivo.
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