Argentina y la imprenta Ciccone: La ciénaga del cristinismo
Algarabía lícita en “El paraíso de The Old Fund” (cliquear).
Es el poderoso fondo de inversión que controla gran parte de Ciccone, aunque cambie de nombre.
Junto a la temible multinacional Tierras Internacionales Investment, aquí representada por Piluso. Y con la controladora uruguaya Dusbel (atribuida a dos graves visionarios de la patria), consiguieron encajarle, el clavel, al Gorro Frigio. Estado Bobo representado por dos próceres del Billiken del futuro. Hernán Lorenzino, y la señora Katya Daura.
Hay que reconocer que Alejandro Paul Vandenbroele -injustamente presentado como el Palo Blanco de Amado Boudou- hoy demuestra su verdadera magnitud de empresario exitoso.
José María Núñez Carmona tuvo su reconocido olfato. Con Vandenbroele apuntó bien.
Esta vez no la puso, como en Telam, en el escritorio equivocado.
Soberanías
La “soberanía monetaria” es la idea fuerza que impulsa la expropiación de Ciccone. Complementa, en cierto modo, la “soberanía energética”, que llevó al desastre expropiador de YPF (desatino que relega, a la Argentina, a la condición de “motochorro de la política internacional”).
La línea, administrativamente catastrófica, comenzó con la soberanía aérea. La nacionalización del clavel de Aerolíneas Argentinas.
La flamante soberanía monetaria llega para movilizar el patriotismo, justo durante otra jornada de calvario cotidiano para el desplazamiento.
Es el rostro trucho del modelo de crecimiento (con inclusión social).
A través de la nueva expropiación, el cristinismo legitima la persistencia de La Emergencia Nacional.
Trátase de la situación de emergencia absoluta del Estado. Sólo por encontrarse conducido por una asociación legal de improvisados. Escandalosamente irresponsables. Con una admirable vocación por la impunidad. Se preparan para chocar, otra vez, energética y monetariamente, la calesita del país.
A los efectos de resguardar las berreterías del vicepresidente Amado Boudou.
Es la máxima equivocación de Nuestra César. “El último fracaso” de su bolero personal.
Por salvarlo -y en cierto modo por salvarse-, Nuestra César se extendió en diversas tonterías.
No vaciló en entregar la cabeza degollada del doctor Righi, El Bebe. Por su ostensible inoperancia. Por no controlar, en su carácter de Procurador, al Juez Rafecas.
Es el hermanito “del bombón” que supo, oportunamente, estremecerla.
Caería también después, de “la causa Ciccone”, el mismo Juez Rafecas. Y nada pudo hacer “el bombón” por evitarlo.
Fue por la inocencia comunicativa de unos inexplicables mensajitos que sirvieron, apenas, para “girarlo”. En el sentido tribunalicio del término.
La Garganta no chequeable confirma que, al enterarse del intento de “giro”, el juez, algo enojado, decidió aquel allanamiento en Puerto Grosso. Lo sorprendió a Boudou, sospechosamente confiado, “girado” en Bariloche. Justamente acompañaba a Nuestra César, pero nadie le dirigía la palabra. Sentía la dura frialdad del aislamiento.
Cuentan que El Descuidista reaccionó con un coraje admirable.
“Por esto, Presidenta, no me voy a caer. Sepa que voy a defenderme”, apretó.
Otra Garganta confirma que el apriete tuvo algún sesgo informativo. Alusión a los gastos de tarjetas familiares.
En el Nueva York cantado, deliciosamente, por Frank Sinatra.
Después de Righi (que se la va a seguir hasta donde sea), y de Rafecas, Boudou consiguió desplazar también al Fiscal Rívolo. Pero la causa, inalterablemente, prosigue.
Cerrarla va a costar mucho más que cerrar las causas respectivas de Righi y del otro afectado. Adelmo, que se destaca como uno de los más fervorosos aplaudidores de Nuestra César. Que supo reivindicarlo. Pese a estar acusado -Adelmo, el aplaudidor- por Boudou. Por querer “hacerle alguna moneda”.
La gran pregunta, que desvela en circuitos elitistas, es si “Boudou puso o no puso” en el “giro”.
Si al señor vicepresidente, en el revuelo, algún cretino, con muy buena llegada, le hizo, o no, algunas decenas de miles de dólares.
La cuestión que Boudou, y la misteriosa Banda de Descuidistas, que controla Ciccone, se convirtió en la ciénaga que sepulta al cristinismo.
Cuanto más desesperadamente el cristinismo se mueva, se entierra peor.
En la desesperación por salir de la ciénaga, Nuestra César se escuda en la soberanía monetaria y dispone, de pronto, la expropiación.
Para agraviar la inteligencia media de la sociedad. La toma por b…
Designa como interventores a los dos cuadros puestos por su “máximo error”. “El último fracaso” del bolero. Boudou.
Lorenzino, Encargado de Negocios del Ministerio de Economía. Y sobre todo Katya Daura, titular de la Casa de Moneda. La institución que no fue modernizada por culpa, precisamente, de las instrucciones que recibió la misma Daura. De Boudou. Ya que ella llegó con la misión de devaluarla.
Al extremo de imposibilitar la confección de billetes para recurrir, por lo tanto, al quiosquito de Ciccone, que hoy se “soberaniza”.
Se obturó, según nuestras fuentes, hasta la decidida compra de dos máquinas alemanas, que debían encargarse de la edición.
El pretexto fue patrióticamente loable: “Era un negocio de Redrado”, confesó Boudou, a otra Garganta.
Tragar sapos
La ciénaga de La Banda de Descuidistas sepulta también al pobre Echegaray, de la AFIP. Aporta, en la causa, la fragilidad de sus coronarias. Fueron reparadas en la clínica de Pilar, que registró sus lamentaciones. Cuando estaba algo alterado, el recaudador, en la camilla.
“Esto me pasa por hacerle caso a una lo…”.
Aunque sepa sonreír, ya con menos convicción, se entierra también en la ciénaga la señora Marcó del Pont. Arrastrada, en el Banco, por lealtad. Como si la pobre envidiara el destino de silencio, y de espantoso olvido, de Benigno Vélez, ex director del Banco Central, que se encuentra desocupado. Apartado.
Vélez, el Benigno, es el responsable por haberlo acercado a Boudou. Pocos años atrás. Cuando El Descuidista ni podía pagar el alquiler. Venía a los tumbos, desde el Municipio de la Costa. Para desembarcar en el Ansés, que entonces controlaba Sergio Massa, el otro canal.
Para ser rigurosos, fue la ex esposa de Benigno la bienintencionada que lo acercó a Boudou.
Al “amigo de Mar del Plata” había que hacerle un favor. Darle un “laburo”.
La intervención es, en realidad, el “emprolijamiento” de La Banda de Descuidistas. Por 60 días.
Los senadores y diputados del Frente para la Victoria supieron especializarse en el arte de tragar sapos.
Masticarán el nuevo sapo, en función de la verticalidad. Ante la sociedad que toman por idiota, para dar la vida por Boudou.
Por sus militancias, consta que muchos de ellos se encuentran capacitados para causas superiores. Pero deben emotivamente ofrendarse por el “descuidismo”. Y también sepultarse, torpemente, en la ciénaga. Ante la condena de la historia.
- 28 de diciembre, 2009
- 10 de abril, 2013
- 8 de junio, 2015
- 4 de septiembre, 2015
Artículo de blog relacionados
Por Brian Fincheltub El Republicano Liberal Más que por sinceridad, en un acto...
4 de marzo, 2014El País, Madrid Irán y Venezuela no podrían ser países más diferentes. Piadosos...
22 de junio, 2009La Segunda Santiago.– En un primer momento, los expertos de la industria estimaron...
2 de octubre, 2009- 17 de octubre, 2008