¡Cuidado con los préstamos chinos!
Un nuevo estudio según el cual los préstamos de bancos estatales de China a los países latinoamericanos crecieron en un 71 por ciento el año pasado, está haciendo sonar las alarmas en ambos lados del océano Pacífico.
El estudio, divulgado días atrás por el Diálogo Interamericano y la Iniciativa de Gobernanza Económica Global en la Universidad de Boston, dice que los bancos chinos prestaron a países latinoamericanos $22,000 millones el año pasado, acumulando un total de préstamos de $119,000 millones a la región desde el 2005.
Los préstamos chinos a los países de América Latina en el 2014 superaron a los créditos conjuntos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo a la región, dice el estudio.
Prácticamente todos los préstamos chinos se concentraron en proyectos de infraestructura para la extracción de materias primas en países con dificultades para obtener créditos en los mercados mundiales como Venezuela, Argentina, Ecuador y Brasil. Venezuela obtuvo el 47 por ciento de los préstamos chinos a la región, afirma el estudio.
Kevin P. Gallagher, profesor de la Universidad de Boston y coautor del estudio junto con Margaret Myers, me dijo en una entrevista que los préstamos chinos han sido una bendición para Latinoamérica, pero también una maldición. Cada vez más, estos préstamos plantean riesgos tanto para América Latina como para China, dijo.
Entre sus desventajas más significativas para Latinoamérica citó las siguientes:
Primero, los países de América Latina — especialmente Venezuela y Argentina — están cada vez más endeudados con China. Estas deudas son cada vez más difíciles de pagar, porque deben ser pagadas en dólares, en un momento en que las monedas nacionales de estos países se están depreciando.
“Se trata de deudas denominadas en dólares”, dice Gallagher. “Con los precios de las materias primas cayendo, el crecimiento económico bajando y las monedas depreciándose, el riesgo es que lo que parece una deuda manejable un día puede convertirse en una deuda inmanejable al día siguiente”.
En segundo lugar, la dependencia latinoamericana de China ha perjudicado a las industrias manufactureras de la región.
En la década pasada, las compras masivas de China de materias primas latinoamericanas como el cobre, el hierro y la soja, hicieron subir los precios mundiales de los productos básicos y encarecieron las monedas latinoamericanas. Eso hizo que las exportaciones de productos manufacturados de la región — como los electrónicos y textiles — se volvieran más caros para vender en el mercado global.
En el 2000, tanto América Latina como China tenían un 9 por ciento del mercado mundial de las computadoras. Para el 2011, Latinoamérica había caído al 6 por ciento y China había crecido al 55 por ciento, dijo Gallagher.
“América Latina no aprovechó las enormes ganancias de sus exportaciones de productos básicos para reinvertirlas en mejoras en su competitividad industrial”, dijo. “Hoy en día, la región debe hacer frente a bajos precios de los productos básicos y carece de industrias competitivas”.
En tercer lugar, los préstamos de China, que vienen con muy pocas condiciones, plantean riesgos políticos y ambientales. Al no exigir que se cumplan normas estrictas en temas ambientales o previsiones contra la corrupción, pueden facilitar abusos gubernamentales. En Brasil y Ecuador, los préstamos chinos a proyectos mineros ya están desatando protestas por parte de comunidades indígenas y grupos ambientalistas.
En cuarto lugar, los préstamos chinos están perpetuando la dependencia de América Latina de las exportaciones de productos básicos, sobre todo en Sudamérica, en momentos en que los precios de estos productos se han desplomado.
“Están perpetuando un modelo de dependencia de las materias primas”, dice Gallagher. “Para mejorar su estándar de vida, los países necesitan exportar tanto materias primas como productos manufacturados”.
Gallagher señaló que los préstamos masivos de China a América Latina también presentan peligros para China.
“Los bancos chinos están sobreexpuestos en Argentina y Venezuela”, dijo “¿Qué pasa si uno de estos países no puede pagar? Estos préstamos no tienen cláusulas de incumplimiento, por lo menos que sepamos”.
Mi opinión: No hay duda de que las exportaciones de materias primas a China y los préstamos chinos han sido en varios aspectos una bendición para varios países sudamericanos.
Pero hay una creciente preocupación entre los economistas de que los nuevos préstamos terminen poniendo en peligro a los bancos estatales chinos, sobreendeudando a países latinoamericanos, y aumentando su dependencia de las materias primas.
El problema principal de los préstamos chinos es que han dado lugar a una cultura de complacencia en América Latina, que está afectando las exportaciones regionales de alta tecnología y manufactura.
América Latina debería darle la bienvenida a los préstamos chinos, pero — como dice Gallagher — usarlos para promover la innovación y hacer que sus industrias de alta tecnología y manufactura se vuelvan más competitivas. De lo contrario, estos créditos serán más perjudiciales que beneficiosos.
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