En la Argentina K el ajuste es liberar a la gente de la tiranía estatal
En medio de esta campaña electoral puedo entender perfectamente que los políticos de la oposición que no digan casi nada sobre lo que piensan hacer si ganan las elecciones. No nos engañemos, aún si CF hubiese logrado un tercer mandato tendría que hacer un flor de ajuste en la economía, pero dadas las características del kirchnerismo, ese ajuste hubiese sido en forma autoritaria y utilizando la violencia. Es decir, todos sabemos que esta destrucción económica es insostenible en el tiempo, pero claramente nadie va a animarse a ser el primero en decir que se acabó la fiesta de consumo.
De manera que, insisto, entiendo que la oposición mantenga silencio de radio al respecto, aunque con ese silencio de radio le deja todo el campo libre al kirchnersimo para seguir vendiendo su relato. En fin, problemas de estrategia política. En última instancia no puedo negar que, lamentablemente, las reglas del juego que imperan hoy día en la política son las de una desenfrenada competencia de populismo. Como el objetivo es conseguir votos a cualquier costa porque los votos definen quien tiene el poder en esta democracia desvirtuada que tenemos, nadie se anima a formular propuestas muy sensatas, porque desarmar el andamiaje de clientelismo político que armó el kirchnerismo no es cosa que pueda anunciarse tan fácilmente.
¿Por qué los que estamos dentro del sistema formal somos saqueados impositivamente? Porque el kirchnerismo hizo el cálculo de a cuántos tiene que saquear con impuestos para sostener el clientelismo. Y esa cuenta da que los saqueados impositivamente somos muchos menos que los que viven del saqueo que el estado hace de nuestros trabajo. En otras palabras, si la vigencia de los derechos individuales se define por el voto, lo que buscó el kircherismo es tener el favor de una amplia mayoría en detrimento de una minoría a la que se la explota impositivamente.
Yo diría que lo del kirchnerismo es una clara violación a los derechos humanos porque, en principio, no confisca toda la propiedad, sino que, inteligentemente, confisca la riqueza que producimos. De esa manera, por imperio de la mayoría del voto, una minoría somos explotados como esclavos. Producimos para sostener toneladas de los llamados planes sociales, que son una importante fuente de clientelismo político. Y también producimos para sostener miles de empleados públicos a nivel nacional, municipal y provincial. Empleados públicos que no generan riqueza pero que viven del fruto del trabajo de los que producen y están dentro del sector formal de la economía. Claramente es un sistema de esclavitud basado en el monopolio de la fuerza que otorga la mayor cantidad de votos. Por eso los populistas insisten con que el voto da derechos infinitos al que los obtiene. Porque de esa manera pueden transformarse en tiranos. Buscan que la democracia sea un vehículo para elegir tiranos en vez de administradores de la cosa pública. Por eso si alguien protesta cuando los que son elegidos por el voto abusan del poder, señalan al que protesta como golpista. El viejo truco de hacerse los ofendidos y atacados cuando en rigor son ellos los que atacan y se levantan contra el orden constitucional al no respetar los límites que la constitución le establece a los gobiernos.
Ahora bien, a diferencia del sector privado que tiene que obtener sus ingresos ganándose el favor del consumidor, el sector público obtiene sus ingresos por la fuerza. Utilizando el monopolio de la fuerza que le delegamos para que defienda nuestro derecho a la vida, la libertad y la propiedad se apropia del fruto de nuestro trabajo.
En un país en el que impera la democracia republicana, el estado no cobra impuestos de acuerdo al límite que la sociedad tolera sin rebelarse, sino que cobra impuestos para financiar las funciones para las cuales fue creado el estado.
En un estado populista se busca llegar al límite de la expoliación hasta transformar en esclavos a los que están dentro del sistema formal.
Cuando se habla de ajuste todos piensan en que el sector privado va a sufrir porque lo van a explotar. En rigor, el ajuste que hay que llevar a cabo es el de terminar con la esclavitud impuesta por el estado sobre una parte de la población para que sostenga al resto, que es la que le otorga los votos para mantenerse en el poder.
El ajuste que hay que hacer es que los de La Cámpora dejen de vivir del trabajo ajeno y empiecen a producir algo que la sociedad demande.
El ajuste significa que todos aquellos que viven de planes “sociales” tendrán que ir a trabajar ni bien se produzca un flujo de inversiones que creen puestos de trabajo. Correctamente censados, los beneficiarios de un plan trabajar, serán debidamente informados de los puestos de trabajo que vayan apareciendo. Sus opciones serán aceptar el trabajo y vivir de su sueldo dejando de recibir el plan social o bien no aceptar el puesto de trabajo que se le ofrece y también perder el subsidio “social”.
El desafío del próximo gobierno es gigantesco aunque no imposible. Para atraer inversiones no solo hay que eliminar el cepo (algo que no es tan complicado como pretenden vender algunos economistas que se dedican a la política) y recuperar la confianza en el derecho de propiedad, también hay bajar la carga tributaria para atraer inversiones y eliminar el déficit fiscal para tener estabilidad de precios. Para eliminar el déficit fiscal hay que lograr una baja importante del gasto público que es básicamente gente que vive del trabajo ajeno y la corrupción en la obra pública. Es decir, eliminar el déficit fiscal con reducción de impuestos requiere de una fenomenal baja del gasto público. El que diga que puede sostener este nivel de gasto miente descaradamente porque el sector formal ya no está en condiciones de seguir financiando esta locura de gasto público.
El ajuste va a venir por las buenas o por las malas. Por las buenas implica recortar el gasto público en todos aquello que no genera bienestar a la población y no son funciones propias del estado. Por las malas implica licuarlo con lo cual sigue habiendo un estado sobredimensionado pero que no le sirve nadie porque aquellas funciones que tiene que cumplir el estado no puede hacerlas porque le licuaron los ingresos.
En síntesis, si va a haber ajuste o no, no es tema que esté en debate. La cuestión es si el ajuste es liberar a la gente la opresión estatal o dejar que los políticos sigan exprimiendo a la gente productiva para sostener, por un tiempo más, el clientelismo político que, transitoriamente le da respaldo al poder tiránico del estado.
- 28 de diciembre, 2009
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