Como si el dinero cayera de los árboles
Grecia es un país que desde hace 14 años abandonó su propia moneda para unirse a la Eurozona. Desde antes de unirse a la Eurozona, Grecia venía experimentando con un modelo estatista que se había convertido en el ejemplo de la irresponsabilidad fiscal. Entre 1981 y 1999 Grecia registró un déficit público promedio de 8,3% del PIB. La deuda pública pasó de 22% del PIB en 1980 a 98% en 1993. Para unirse a la Eurozona, se hizo un esfuerzo por poner en orden al fisco griego y la deuda tuvo un crecimiento moderado durante los noventa y principios de los 2000, aun cuando esta no dejó de ubicarse en el alto nivel de 105% del PIB en 2007. Luego vino la supuesta austeridad adoptada en respuesta a la crisis del 2009 y volvió el crecimiento acelerado de la deuda pública, la cual para fines del 2014 llegó a 177% del PIB. Digo “supuesta” austeridad dado que entre 2008 y 2013 el Estado griego pasó de gastar 50,6% del PIB a gastar 58,5% del PIB. Este es un país con un Estado que el economista griego Nikos Tsafos describe como “rentista”, que opera como si “el dinero cayera de los árboles”.
El economista Anders Aslund considera que Letonia y Grecia ofrecen el contraste más marcado en cuanto a su estrategia para enfrentar la crisis, dado que estos fueron los dos países más fuertemente golpeados. Grecia optó por posponer reformas estructurales que permitieran el crecimiento a largo plazo. Letonia, en cambio, optó por realizar rápidamente un ajuste fiscal en gran medida mediante reducciones del gasto público. ¿Cuál fue el resultado? Letonia demoró dos años en recuperarse, mientras que Grecia experimentó 6 años de contracción y ahora se encuentra nuevamente al borde del precipicio.
Muchos economistas, como Paul Krugman, consideran que todo lo que Grecia necesita hacer es volver a tener moneda propia (devaluable). Pero el problema griego no es monetario sino fiscal. Además, está el pequeño detalle de que una mayoría abrumadora de los griegos quieren seguir usando el euro, 75% de ellos según una encuesta de enero.
De manera que declarar la voluntad de salir del euro sería un suicidio político. Pero la gravedad del problema fiscal, sumada al aparente radicalismo del nuevo gobierno, han puesto nerviosos a los griegos, que temen por sus euros. Tanto así que han estado sacándolos del país y esto ha hecho que se contraiga la masa monetaria todavía más, agravando la condición de los bancos griegos.
El economista Steve Hanke explica que, contrario a lo que la gente suele pensar, son los bancos los principales generadores de la masa monetaria, no los bancos centrales. Si los bancos entran en problemas, se contrae la masa monetaria, sufriendo el crecimiento de la economía. Hanke afirma que “el sistema bancario de Grecia, que produce cerca del 85% de la masa monetaria en la economía, está a punto de verse obligado a cesar operaciones”. Todo el nerviosismo lo genera un gobierno que, como los que vinieron antes, aunque con una retórica más incendiaria, se niega a abordar el problema fiscal y quiere seguir distrayendo culpando a los acreedores de una deuda insostenible en lugar de ver cómo reducir el gasto. Como si el dinero cayera de los árboles.
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