Argentina K: Impunidad conceptual de La Doctora
“No dejó las convicciones en la puerta de la Casa Rosada. Fue peor, las metió adentro” Oberdán Rocamora
Después del nutrido festival de “números vivos”, el cristinismo se muestra legitimado y dominante. En el final (que se extiende). Pese a sus desastres seriales.
Envolvente, el cristinismo es también aplastante.
Deja a la oposición-envuelta y aplastada. Entra en su juego. Lo complementa. No termina de afirmarse.
Cae en la actitud suplicante. Unificación o continuidad.
La impotente alternativa brota desde La Franja de Massa. Desde la señora Malena Galmarini, hasta Francisco De Narváez. O el mismo Roberto Lavagna. Insisten en la construcción coral del argumento unificador. Pero Mauricio Macri, por decisión estratégica, prefiere no atenderlo.
A esta altura no es sólo para bajar el precio a los aliados potenciales como Sergio Massa o Narváez. Ya no.
Macri esgrime la novedad relativa de la pureza étnica para confrontar. Sin importarle que lo responsabilicen por el triunfo eventual, en la primera vuelta, de Scioli o Randazzo.
Quien La Doctora elija para hacerle la suplencia presidencial. O co-gobernar. Si es que prospera el proyecto de llevarla como diputada por la Provincia Inviable. Para elevarla como presidenta del Parlamento.
En tal caso habrá dos poderes superiores en la Argentina. El Ejecutivo y el Legislativo. Con un espacio, apenas nominal, complementario, para el Judicial.
“Si sale la Presidencia Legislativa, para Lorenzetti no va a haber lugar”, asegura la Garganta.
Sed de poder
La Doctora tiene más sed de poder que todo aquel que pretenda suplantarla.
Sea suyo o profano. Mantiene envueltos y aplastados, en principio, a los sucesores de su propia escuadra. Scioli, y -en menor medida- Randazzo.
Pero conste que se trata de peronistas. Pueden obedecerle hasta finales de octubre. Lo pactado, en adelante, tendrá la seguridad de lo escrito en el agua.
Por ahora, Randazzo tiene que ocuparse más de conseguir apoyos en el Frente para la Victoria que entre el resto mayoritario de la sociedad. Y ganarse la consideración de La Doctora. Para ganarle a Scioli con el favor de la tropa propia. Necesita aferrarse, hasta la sobreactuación, a los lineamientos de La Doctora. Si tiene suerte, ajustará luego su mensaje para la gente normal. Y emanciparse -en algún momento- de ella.
En cambio Scioli está algo más aventajado que Randazzo. Cuenta con el apoyo superior de los caciques del peronismo. Soportan los llamados de Zannini, que se arriesga a recibir respuestas similares a la del gobernador Gioja.
“Con Scioli gano, con otro no sé”.
Pero Scioli, como Randazzo, también debe mantenerla imposiblemente mansa a La Doctora. Al extremo abusivo de reconocer que Kicillof es indispensable. Novedad que no reconforta a Carlos Bein, que ahora se muestra en público menos crítico.
“Por derivaciones del Teorema de Baglini”. Lo dijo Bein en el almuerzo del Cicyp.
“Solo cuando uno se acerca al poder se vuelve razonable”.
Tergiversaciones escogidas
Resulta admirable la capacidad De La Doctora para mitificar las epopeyas inventadas.
Abusa de la impunidad conceptual. Para envolver -y aplastar- al periodismo crítico. El enemigo señalado, para devaluar con mayor eficiencia al opositor real.
Gracias a la impunidad de concepto, La Doctora se luce con las emotivas tergiversaciones. Con los desbordes teatralizados. Conmueve a los adictos sensibilizados, como horroriza a los detractores.
Síntomas de la sociedad dividida y enfrentada.
“¡Recuperamos YPF!”, clama La Doctora, conceptualmente impune. Sin réplicas.
Por la catastrófica expropiación. Sin graves reproches ni cuestionamientos, se pasó de las compadradas ministeriales de Kicillof, a la capitulación más humillante del mismo Kicillof. Al extremo de elevarlo a Brufau, el CEO de Repsol, como el gran héroe nacional de España. Por el milagro de conseguir, para las arcas exhaustas, 6.500 millones de dólares, procedentes desde el país exangüe (cliquear), Argentina, internado en terapia intensiva.
Se advierte que, de tanto envolver y aplastar con la tergiversación, se arriba a la conclusión que La Doctora y El Furia fueron siempre valientes defensores de los derechos humanos.
Y que no fue ninguna convención del conjunto de pícaros que percibieron las ventajas del humanismo.
Entonces reinstalaron las ceremonias de la carnicería en el primer plano. Declararon a la Esma como territorio liberado, apresaron a una apreciable cantidad de septuagenarios y descolgaron un par de cuadros falsos. Mientras tanto, en simultáneo, se entregaban a la devastación recaudatoria, asociada a la idea eterna de la impunidad.
Al respecto, desde el periodismo artesanal, se acuñaron algunas frases dolientes.
“Con la izquierda adentro se puede robar mejor”.
U otra igualmente grave.
“Del roban pero hacen se pasó al roban pero apresan y castigan”.
Sin embargo la impunidad conceptual celebra la máxima idiotez geopolítica que produjo el extinto.
La grosería diplomática de Mar del Plata, presentada como otra gran proeza. Papelón internacional que legitima el anticipo del aislamiento.
Fue cuando El Furia armó la patota con Chávez, el otro extinto, liado principal, para desairar al estadounidense Bush. Y organizarle patológicamente en las calles, desde el
Estado, una manifestación adversa.
Inicio del descalabro que profundizó el descenso de Argentina en el “clima de negocios”. Y en la proclamación del antimperialismo pueril, improvisado, adolescente y a la bartola.
Tristezas del país defaulteado y desacatado. Desprestigio de una caída libre que de ningún modo se simula con la irrupción tonificante de China.
A propósito, China pone el dinero grande en Brasil, para financiar una ruta desde el Atlántico al Pacífico. Y la pone también en Nicaragua, para construir el canal que desplace en importancia al canal de Panamá.
Mientras tanto, la legitimidad del yuan, China se la confía a Chile.
Aquí, en la desmesura patagónica, China distrae unos cuantos miles de millones de yuanes para financiar el negocio demorado de las represas. Las que tuvieron más anuncios como nombres. Pero de paso edifican, como si se tratara de una propina para caja de empleados, una base satelital inexplicable, que depende de sus fuerzas armadas.
Esta Argentina, para China, es, en importancia, como cualquier otro país subastado de África.
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