España, un país frente al populismo bolivariano
Según muestran los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de 2015, la población ha comenzado a comprar el mensaje populista de Pablo Iglesias y sus camaradas, atendiendo a las manidas consignas de la “lucha contra la pobreza”, la “justicia social” o la “redistribución de la riqueza”.
Se trata del mismo discurso que venden siempre los demagogos para llegar al poder aprovechando las crisis económicas y financieras. Hace seis años, analicé el proceso de involución institucional en las democracias comparando las estrategias para lograr el poder y controlar la sociedad del nacional-socialismo de Adolf Hitler y del comunismo bolivariano de Hugo Chávez. El tiempo no ha hecho más que confirmar mis afirmaciones sobre la estrategia totalitaria en Venezuela.
Advertí que los petrodólares y el discurso bolivariano estaban incendiando el continente con subvenciones a partidos políticos que promueven el odio de clases y la demagogia populista para alcanzar el poder. Después de Venezuela, llegaron las revoluciones populistas en Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Sin embargo, debo reconocer que, años después, me sorprendió comprobar cómo el populismo bolivariano ha estado financiando la revolución comunista de Podemos en España.
Por ello, considero que la cuestión central que debemos plantearnos los ciudadanos es la siguiente: ¿son los líderes de Podemos una izquierda “vegetariana” (socialdemócrata) o bien constituyen una izquierda “carnívora” (comunista)?
Psicológicamente, tranquiliza pensar que el PSOE infundía miedo con sus primeras ofertas electorales en el año 1978 y, sin embargo, moderaron su discurso hasta llegar al Palacio de La Moncloa en el año 1982. Precisamente, éste mensaje es el que están comprando los votantes más ingenuos, absolutamente desesperados por la corrupción, el desempleo y los salarios miserables.
Sin duda, proporciona certidumbre vital pensar ciegamente que Podemos va de farol en las cuestiones revolucionarias como el impago de la deuda, la nacionalización de la banca, la nacionalización de las televisiones, la renta básica, las subidas de impuestos o la restricciones a las propiedades privadas, los patrimonios, las herencias, la función empresarial e, incluso, las restricciones a la religión cristiana o la libertad de expresión.
Pero resulta obvio que realizan un acto de fe en un futuro incierto todos aquellos que piensan que, después de tomar el poder unos revolucionarios comunistas, no llegarán los cierres de medios de comunicación, ni la persecución a empresas, ni las expropiaciones, ni la fijación por decreto de los precios, ni el encarcelamientos de líderes opositores, cuando los líderes de Podemos han sido asesores políticos que han estado aconsejando y cobrando del régimen bolivariano de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, ambos dictadorzuelos empobrecedores de un país como Venezuela –quinto exportador mundial de petróleo— y, ante todo, herederos de las políticas comunistas de los hermanos Castro que arruinaron Cuba. Ambos países bellos y hermosos con una población jovial y divertida pero, lamentablemente, empobrecida por las oligarquías destructivas porque, en todo momento y en todo lugar, siempre aplica a medio y largo plazo la imposibilidad de cálculo económico en el socialismo.
A pesar de que Podemos haya moderado su discurso y hablen con calma –sin gritos, ni consignas ni estridencias revolucionarias— al objeto de ganarse la confianza de los ciudadanos incautos de cara a las próximas elecciones generales, se trata de una izquierda “carnívora” como demuestra la publicación en prensa del asesoramiento al régimen bolivariano con sueldos, subvenciones y despachos al lado del dictador Hugo Chávez Frías y como demuestran las fuentes de su financiación en países con dudosa legitimidad democrática (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8).
De hecho, salvo que se logre iniciar una regeneración democrática por medio de nuevos partidos como Ciudadanos, todo indica que España se encuentra frente al Camino de Servidumbre de una revolución bolivariana encabezada por Podemos y sus plataformas ciudadanas acólitas.
El deterioro institucional en España comenzó con la carencia de democracia interna y con la ausencia de financiación transparente en los partidos políticos tradicionales que guiaron la corrupción generalizada de las oligarquías extractivas (PP y PSOE) pero terminará con un intento de revolución comunista y nacional-separatista por parte de las oligarquías destructivas (Podemos, Compromís, Bildu, PNV, CiU, ERC…) que, sin duda, atacará el marco institucional de la Constitución Española de 1978 durante los próximos años.
Hay que resaltar que las oligarquías destructivas son extractivas puesto que crean tramas de redes clientelares y corrupción pero, también, son castas caníbales que devoran las instituciones de la sociedad civilizada como el cumplimiento de la ley, la propiedad privada, el idioma, la familia, la religión, la función empresarial, el dinero, la banca…
Conviene tener bien presente, ante este momento de máxima incertidumbre política por la posible involución institucional en España que, un ex directivo venezolano afirmaba recientemente: “en España oigo mucho eso de que 'aquí no puede pasar', pero eso es exactamente lo mismo que decíamos nosotros”.
Obviamente, aunque todo parece indicar que el año próximo se podría formar una gran coalición política de izquierdas entorno a Podemos, espero equivocarme por el bien de todos los españoles y trabajaré sin descanso porque no se produzca en España el deterioro institucional que ha trasformado Venezuela en una dictadura de facto. Dentro de cuatro años, espero no tener que afirmar sobre Madrid y España lo mismo que analicé en el mencionado artículo sobre Caracas y Venezuela:
Caracas ya no es ni la sombra de lo que era hace unos años. Coches muy antiguos. Negocios medio arruinados y sin mantenimiento. Hoteles de cuatro estrellas que no llegan a dos. Pobreza y más pobreza, debido al intervencionismo revolucionario que aleja el desarrollo al destrozar las libertades, la propiedad privada, el tejido productivo y, en general, la libre interacción entre personas.
En el año 1944, Friedrich Hayek describió en Camino de Servidumbre el descenso hacia los infiernos del totalitarismo nacional-socialista en Alemania, que fue equivalente en empobrecimiento, terror y barbarie al totalitarismo comunista en la URSS:
El partido nacional socialista alemán dedicó sus esfuerzos a desgastar los cimientos de la democracia para aprovechar su decadencia y, en un momento crítico, obtener el apoyo de muchos que, aunque detestaban a Hitler, le creyeron el único hombre lo bastante fuerte para hacer marchar las cosas.
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