China quiere excavar el Canal de Nicaragua
Al igual que muchas de las decisiones económicas actuales de China, la propuesta de HKND, una desarrolladora de infraestructura de Hong Kong, de construir un canal artificial a través de Nicaragua, comienza a parecer como mucho ruido y pocas nueces. Dejando las consideraciones económicas de lado, China aún podría ver el canal como parte de una estrategia militar y el presidente Daniel Ortega como una forma de expandir su imperio empresarial.
Es difícil presentar un argumento económico a favor de un canal en Nicaragua. El país centroamericano originalmente estimó el costo del paso marítimo de 278 kilómetros en US$40.000 millones, cifra que ahora ha elevado a US$50.000 millones. Jorge Quijano, administrador de la Autoridad del Canal de Panamá, me dijo hace un año que calculaba que el nuevo proyecto costaría entre US$67.000 y US$70.000 millones.
Los defensores de la nueva vía dicen que Nicaragua tendrá una ventaja comparativa sobre Panamá, debido a que su canal tendrá carriles más anchos para acomodar una nueva generación de buques de carga. Sin embargo, la lógica económica del transporte marítimo sugiere como poco probable que se materialice la demanda de un paso en Centroamérica para naves más grandes.
Los barcos de contenedores extra grandes transportan bienes desde Asia hacia los puertos en la costa oeste de Estados Unidos, donde son descargados y transportados por tren o camión al centro del país. Los buques de carga de Asia que transitan por el Canal de Panamá en ruta a la costa este estadounidense hacen varias paradas, desde Halifax hasta Miami y la costa del Golfo de México. Muchos de esos puertos no tienen la infraestructura para recibir a estos barcos de carga de gran tamaño, así que la demanda para que crucen el canal no existe. Si la demanda se materializa en el futuro, Panamá tiene la opción de construir un cuarto juego de esclusas, más ancho, a una fracción del costo del canal de Nicaragua.
Si HKND tiene proyecciones de ingresos que difieren de este análisis, no las ha compartido. Ortega tampoco ha hablado mucho sobre la planeación del canal. Los nicaragüenses se quejan de que el proyecto entero es un gran secreto de estado.
HKND contrató a la firma británica Environmental Resources Management (ERM) para estudiar los efectos sociales y ecológicos del canal de Nicaragua. La firma supuestamente analizó cómo el paso artificial podría cambiar el Gran Lago de Nicaragua, la selva tropical y las vidas de los agricultores e indígenas desplazados.
En marzo, un panel independiente, organizado por el Centro de Investigación Ambiental del Sudeste y la Escuela de Derecho de la Universidad Internacional de Florida, vio copias de borradores de algunas secciones del reporte. El panel concluyó que el estudio fue hecho con demasiada rapidez como para ser exhaustivo y que ERM no recibió suficientes datos sobre el plan de construcción del canal. En respuesta, ERM concedió que el cronograma del estudio fue “agresivo” y que “la carencia de un estudio final de viabilidad obstaculizó” el análisis.
En mayo, el reporte de 11.000 páginas y 14 volúmenes fue entregado a HKND y al gobierno de Ortega. Ninguno de los dos lo ha hecho público.
Los opositores del canal no se han quedado con los brazos cruzados. Muchos de los 27.000 nicaragüenses que tendrían que ser reubicados han prometido que darán la pelea. Ya se han registrado más de 35 marchas de protesta y en algunas los manifestantes fueron golpeados por la policía. Según informes de prensa, la policía impidió que algunos manifestantes viajaran desde sus zonas rurales a las demostraciones.
Estos obstáculos ambientales y sociales y los dudosos argumentos económicos del plan podrían explicar por qué no hay una estampida de inversionistas. Reuters informó en diciembre que HKND había “identificado” US$200 millones en financiación para el proyecto, pero no se han hecho otras menciones de dónde provendrá el dinero. La construcción comenzó en diciembre cerca de Brito, en la Costa Pacífica. No obstante, los nicaragüenses con los que hablé dijeron que el único logro visible en siete meses ha sido la reparación de nueve kilómetros de caminos de tierra. Ningún propietario de terrenos ha tenido que vender sus tierras, un análisis del proyecto, comisionado a McKinsey & Co., no ha sido publicado y la maquinaria pesada necesaria para mover la tierra no se ve por ninguna parte.
El gobierno chino niega estar detrás de la concesión de HKND. Pero con más de US$3,5 billones en reservas internacionales, es el candidato lógico para pagar la cuenta. Beijing ha ejercitado su músculo geopolítico en América por más de una década y no ha dudado en trabajar de cerca con dictaduras corruptas como las de Ecuador y Venezuela. Según HKND, el canal de Nicaragua necesitará una fuerza laboral de 50.000 personas. Se cree que muchas de ellas serán chinas. La empresa dice que China Railway Construction Corporation está realizando estudios de viabilidad para el proyecto.
La concesión de HKND incluye el derecho a construir “dos puertos, una zona de libre comercio, resorts de vacaciones y un aeropuerto internacional”. Con o sin canal, cada uno es una oportunidad de negocios no sólo para China, sino para Ortega, que se asegurará de quedarse con una tajada del pastel.
Desde los días de la revolución sandinista, cuando los comandantes confiscaban las mejores propiedades del país en lo que se conoció como “la piñata”, Ortega ha amasado una fortuna en tierras, activos y negocios, incluyendo la importación de petróleo y la exportación de ganado. El canal chino que ha propuesto sugiere que quiere más.
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