La cigarra y la hormiga versión ecuatoriana
La cigarra nunca se imaginó que el verano se acabaría. Se pasaba asoleándose y no entendía por qué la hormiga se pasaba trabajando en la recolección de alimentos. La cigarra le decía a la hormiga que dejara de trabajar y descansara mientras ella le cantaba algo. Pero la hormiga, siendo precavida, se negó y le advirtió que había que recoger provisiones para cuando llegara el invierno.
La cigarra siguió cantando y bailando pues, como todo buen populista, nunca se imaginó que se acabaría el verano. El invierno le cayó como un balde de agua fría. Todo buen populista, a diferencia de la cigarra, se atribuye los beneficios del clima, y de todo otro tipo de condiciones externas favorables que no controla. Por eso cuando estábamos en verano –el barril de petróleo estaba caro, el dólar se depreciaba en relación con otras monedas (que puede ser ventajoso para algunos aunque perjudicial para otros)– nuestro gobierno se jactaba del “milagro ecuatoriano”. La bonanza petrolera no tenía nada que ver con el progreso de los últimos años, todo el crédito se debía, nos decían, a un gobierno de expertos que sabía administrar mejor la economía y diseñar mejor las políticas públicas.
Asimismo, todo buen populista no asume responsabilidad por las consecuencias de no haber preparado al país para tiempos de condiciones externas negativas. El frío y la penuria de no tener alimentos en invierno por haberse pasado de fiesta en fiesta, no son culpa del buen populista: no controla el precio mundial del petróleo, no controla el valor del dólar, etc. Así nunca pierde: cuando las cosas andan bien es por su habilidad, cuando las cosas van mal es porque está teniendo mala suerte.
¿No sabían que el precio del petróleo podía caer? ¿No sabían que históricamente las bonanzas de materias primas coinciden con una depreciación del dólar y viceversa? Personalmente, he venido escribiendo sobre el eventual fin de la bonanza petrolera desde 2006 y advirtiendo sobre un problema fiscal, basándome en fuentes de otros expertos que dedicaron columnas de opinión en prensa internacional, estudios y libros al tema. Muchos otros colegas en las páginas de opinión hicieron lo mismo desde hace varios años. Por supuesto que nunca esperé que las autoridades del Gobierno prestaran atención a lo que yo y otros escribimos. Lo que sorprende es que personas decoradas con tantos títulos no hubiesen prestado atención a señales que ya para 2011 eran vox pópuli en la prensa económica internacional o que no tuvieran conocimiento de la relación histórica entre el crecimiento económico de gran parte de los países de América Latina y los precios de las materias primas.
Cierto es que aunque la cigarra no controlaba el clima, sí estaba bajo su control tomar las medidas adecuadas para prepararse para el invierno. Aquí nuestras cigarras hicieron lo contrario: se dedicaron a elevar el gasto público, no crearon un fondo de ahorro para épocas de vacas flacas, hicieron más rígido el mercado laboral, impulsaron incrementos salariales por encima del incremento de la productividad, aumentaron la carga fiscal y regulatoria, impusieron más restricciones al comercio internacional y al movimiento de capitales, y ahuyentaron la inversión extranjera directa. La baja del petróleo era tan previsible como la llegada del invierno, lo grave es que nos gobernaban cigarras.
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