Un mundo sin aduanas
En las primeras audiencias del #CasoLaLinea se han presentado pruebas de cómo operaba esta estructura criminal para evadir el pago de impuestos por importación en las aduanas de la Superintendencia de Administración Tributaria –SAT-.
Según las investigaciones del Ministerio Público –MP- y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala –CICIG- existía una estructura interna en la SAT que operaba en relación estrecha con la estructura externa que cobraba las extorsiones, llevaba el control y registro de las mismas.
A raíz de esta denuncia e investigaciones, se detuvo a quien ejercía como Superintendente y a su antecesor, entre otros. Además renunció la vicepresidenta Roxana Baldetti y posteriormente el presidente Otto Pérez Molina, los cuales ya han sido ligados a proceso y están en prisión preventiva.
Las grabaciones y documentos presentados en estas audiencias demuestran el nivel de organización de la banda, la protección que tenían para operar “impunemente” y la capacidad de adaptarse y “negociar” con los gobernantes de turno.
Esas audiencias también nos demuestran el por qué un sistema de aduanas es ineficiente, extorsivo e inmoral. Ineficiente porque el daño que hacen a la economía es mayor que los ingresos que llegan a recaudar, apenas un poco más del tres por ciento del total de los ingresos tributarios. El beneficio se reduce aún más si consideramos lo que nos cuesta recaudar cada quetzal por impuestos arancelarios,
Es extorsivo por el poder discrecional que le otorgan los diputados del Congreso a los burócratas en Aduanas con cada reforma fiscal. Al grado de tener el poder de quebrar a los importadores que no accedan a sus extorsiones sin ninguna sanción por abuso de autoridad.
Es extorsivo por las complicadas partidas arancelarias que ni siquiera los mismos burócratas de aduana entienden y que solo les sirven para complicar el proceso maliciosamente para forzar al pago de extorsiones
Es inmoral porque el gobierno utiliza la fuerza -que le fue conferida para proteger los derechos individuales- para limitar el derecho de las personas de intercambiar libre y pacíficamente. Es inmoral porque viola el derecho a la propiedad al imponer restricciones de uso. Es inmoral porque otorga privilegios a unos a costa del resto. Es inmoral porque nos obliga a vivir por permiso y no por derecho.
Las aduanas son el resabio del mercantilismo que parece no hemos logrado superar, al menos no en la mente de los gobernantes y de sus amigos mercantilistas.
El #CasoLaLinea nos pone enfrente el hecho de cómo las aduanas y el sistema complicado de importación empeoran nuestra calidad de vida. No sólo las de los importadores que quieren cumplir las reglas sino de los consumidores que debemos pagar un sobreprecio por lo que compramos, ya sea porque el producto final es importado o porque se utilizan como materia prima para el producto final.
El tema de las aduanas nos lo han enseñado –en la educación estatal, por cierto- como indispensable para la seguridad y control del país. Pero ¿realmente se siente más seguro porque las aduanas controlan la mercadería que entra? ¿Usted consume una barra de cereal importada de México o EEUU por qué lo aprobaron la aduana y demás ministerios? ¿O porque considera que la marca y el supermercado que se lo vende son confiables?
Si nos atrevemos a cuestionar más a fondo, si buscamos llegar a la raíz, nos daremos cuenta que no estamos mejor porque hay aduanas sino por el contrario, a pesar de estas barreras hemos logrado elevar nuestro nivel de vida. Imagine ahora cómo estaríamos sin aduanas. Imagine cómo sería un mundo sin aduanas.
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