Los tres del Nobel

El Nuevo Herald

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos (izq.); el gobernante cubano Raúl Castro (centro), y el comandante de las FARC Timoleón Jiménez, alias Timochenko, se reúnen en La Habana en septiembre durante las conversaciones de paz.

Hace varias semanas un funcionario de la dinastía de los hermanos Castro, Gustavo Machín, quien fuera expulsado de Estados Unidos por espionaje, dijo que la dictadura merecía el Premio Nobel de la Paz por su contribución a los diálogos entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de ese país.

La propuesta del espía reciclado no es precisamente una quimera. Muchas distinciones internacionales, en particular los Nobel de la Paz y Literatura, han sido conferidos a personas e instituciones no por sus aportes a la humanidad, sino porque han sido políticamente correctos o porque sus obras o gestiones han favorecido a un grupo de interés.

Es muy posible que académicos, políticos, líderes religiosos y más de un premio Nobel, se encuentren promoviendo una campaña a favor de que Raúl Castro, Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño Echeverri, “Timochenko”, en representación de la narco guerrillas de las FARC, reciban ese reconocimiento, lo que repercutiría negativamente en el prestigio del galardón si el Comité a cargo de concederlo se los otorga.

Veamos algunos detalles de la obra de vida de estos posibles candidatos.

Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, a quien se podría considerar un cordero entre dos lobos, ha sido señalado de ignorar, mientras fue ministro de la Defensa del gobierno de Álvaro Uribe, las denuncias de que algunos efectivos militares asesinaban a campesinos y los presentaban como guerrilleros caídos en combate.

El presidente Santos, en la opinión de expertos, está ajustando las leyes a conveniencia de las FARC, creando condiciones para un modelo de justicia que podría generar grandes riesgos para el futuro del país. Por otra parte siempre queda el cuestionamiento si el estado colombiano no ha hecho demasiadas concesiones a quienes pretendieron destruirlo, por lo que es válido la pregunta: ¿Habría sido tan generosa las FARC con las autoridades colombianas, si el gobierno hubiera fracasado en su empeño de neutralizarla? El otro laureado sería Timochenko, quien tiene a su haber 16 condenas por asesinatos, secuestros, toma de rehenes, desplazamientos forzosos y reclutamiento de niños. Este asesino en serie enfrentaba 182 procesos judiciales de los cuales 106 reseñan cargos por homicidio, también está acusado de estar involucrado en actividades de narcotráfico.

El Fiscal General de Colombia, Eduardo Montealegre, dijo que las FARC tiene más de 38,000 investigaciones por acciones contrarias al Derecho Internacional Humanitario y que estas pesquisas podrían ascender a 100,000.

La joya del Nobel de tres sería Raúl Castro, quien en las primeras fotos de ejecuciones en la Sierra Maestra, en pleno periodo insurreccional, aparece vendando los ojos a quienes iban a ser fusilados.

Meses después dirigió una ejecución en masa en Santiago de Cuba, ochenta y cuatro personas fueron fusiladas y tiradas a una fosa común. El dictador designado es responsable directo de la muerte al menos de 500 personas, en el primer año de la revolución castrista.

Raúl viajó a la extinta Unión Soviética a negociar la instalación de misiles en Cuba, también está acusado de haber participado junto a su hermano Fidel en actividades vinculadas al tráfico internacional de drogas y fue quien dio la orden final para el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, que resultó en la muerte en aguas internacionales de cuatro jóvenes que cumplían una misión humanitaria.

Por último Raúl Castro es el principal responsable de la violación de los derechos ciudadanos de todos los cubanos, culpable de actos criminales que han afectado seriamente los valores de la nación cubana, en fin, si a estos individuos les confieren el Nobel, no queda otro remedio que concluir que el crimen sí paga.