Guatema y la tragedia del Cambray II
Es muy difícil no sentirse triste ante la tragedia que se vive desde el jueves pasado por la noche debido al deslave de una ladera sobre El Cambray II. Es muy difícil permanecer indiferente ante el dolor ajeno de tantas personas que perdieron todo lo que tenían, sus casas que con tanto esfuerzo hicieron, sus vehículos que algunos sólo lo usaban el fin de semana.
Es muy difícil no sentir compasión por quienes se quedan a enfrentar la desolación de perderlo todo, en especial lo más preciado, la vida de sus seres queridos. Aquellos quienes eran motivo de sus anhelos y sueños. Es muy difícil mantenerse sereno ante tanta desolación.
Ante tantas historias trágicas de familias enteras soterradas, padres buscando a sus hijos, hijos buscando a sus padres, hermanos buscando a sus hermanos y sobrinos, abuelos buscando a sus nietos; también hay historias de benevolencia, compasión y solidaridad por parte de miles de personas que han ayudado de diversas formas tratando de mitigar el sufrimiento.
Por lo que aprovecho este espacio para agradecer a todos quienes han apoyado directa e indirectamente en esta tragedia, a todos quienes aún comprendemos el verdadero sentido de la solidaridad y benevolencia. Gracias a todos esos héroes: empresarios, rescatistas, voluntarios y funcionarios que han ayudado en todo lo posible.
Conforme pasa el tiempo, será necesario hacer una reflexión de lo que realmente sucedió en ese lugar, qué errores se cometieron, quiénes lo cometieron y cómo podemos prevenir y reducir lo más posibles tragedias como esta.
Desafortunadamente la trágica historia de El Cambray II no ha sido la única que ha ocurrido en nuestro país y lo peor de esto es que no será la última si no cambiamos la raíz de esta tragedia.
Es importante aclarar que los desastres naturales son parte de la vida diaria, en especial en lugares de alto riesgo como aquellos cerca de los ríos, zonas volcánicas o sísmicas por poner sólo algunos ejemplos. Estos desastres se pueden minimizar si usamos la tecnología a nuestro favor, si podemos cumplir con los estándares internacionales de protección civil y con los de construcción. Entonces surge la pregunta ¿Cómo podemos hacerlos cumplir? ¿Debemos usar la fuerza de la ley? ¿Hay una forma más sostenible en el largo plazo?
De nada sirven códigos de construcción rigurosos y castigos severos si no tenemos el dinero para pagarlo, de nada sirven miles de prohibiciones si a lo que podemos aspirar es a vivir en lugares de riesgo. Si no hemos generado la riqueza necesaria para mejorar nuestra vida. Entonces, ¿Cómo cumplir con estos códigos si lo que gano me lo roban en el bus? ¿Cómo mejorar si para poner un negocio necesito miles de permisos? ¿Si para funcionar debo pagar impuestos complicados y permisos complicados so pena de multa que se comen mis ganancias? ¿Cómo mejorar mi nivel de vida si me extorsionan porque parece que me va bien?
Mientras no cambiemos el sistema de parásitos que viven a nuestra costilla con la excusa del bien común seguiremos viviendo tragedias como estas, la migración será la mejor opción para mejorar nuestra calidad de vida.
Si queremos que no sean en vano las más de 131 personas muertas que se llevan hasta el momento contabilizadas, si queremos que no sean en vano todas esas historias truncadas por la muerte. Debemos hacer el esfuerzo de pensar y aclararnos las ideas. De entender que mientras no generemos la riqueza suficiente cada uno de nosotros para mejorar nuestra calidad de vida seguiremos siendo víctimas no de la naturaleza sino del gobierno benefactor-mercantilista.
Mientras no veamos como una opción volver a empezar y creamos que eso es imposible porque crear riqueza es tan difícil por las trabas e inseguridad en el país, seguiremos siendo víctimas no de la naturaleza sino del gobierno benefactor-mercantilista.
Mientras los politiquillos estén preocupados en quitarle a usted lo que produce para repartirlo después entre sus amigos y partidarios, seguiremos siendo víctimas no de la naturaleza sino del gobierno benefactor-mercantilista.
Los desastres naturales seguirán existiendo pero la verdadera tragedia es que coexistan con el gobierno expoliador característico del benefactor-mercantilista. Ojalá tengamos la honestidad e integridad para entender a fondo esta tragedia y que esas muertes no sean en vano.
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