Papa Francisco y la riqueza: ¿Integridad o hipocresía?
Después de escuchar las palabras del papa Francisco en relación con la riqueza, uno no puede dejar de preguntarse qué hay exactamente detrás de las mismas.
Siendo el representante de Dios, para los millones de católicos que habitan el planeta, el papa tiene un poder enorme cada vez que se dirige a sus feligreses. Sobre todo cuando, para la religión, el componente “fe” en relación con el componente “razón”, es muy alto al momento de adoptar una idea como real.
La iglesia siempre ha pregonado su devoción por la pobreza (aún cuando el Vaticano posee una de las mayores fortunas del mundo), con lo cual no es llamativo que Francisco continúe con el mensaje. Podría incluso hablarse de integridad de su parte, al mantenerse firme a este apego, en una sociedad que parece ansiosa por salir de ella. Puede ser también que solo esté repitiendo un discurso que viene de una época en la cual la riqueza se obtenía apunta de espada, conquistando tierras, luego de sangrientas batallas, lo cual dejaba a la pobreza como única alternativa moral.
Pero las cosas han cambiado, y en el mundo civilizado existen varias alternativas a la guerra, o el robo, para obtener riqueza. La creación de la misma es una de ellas. Y la ignorancia de este hecho tampoco es una excusa válida para las palabras de Francisco, quien dijo:
“El dinero es el excremento del diablo”.
El dinero es una consecuencia y no una causa. Tener dinero puede ser consecuencia de las mejores virtudes de un hombre (su productividad, su creatividad, su perseverancia); o de sus peores vicios (robo, estafa, chantaje). Puede ser la consecuencia de la suerte (haber encontrado un tesoro enterrado), o de una desgracia (la pérdida de un familiar querido que deja una fortuna). El ser rico o ser pobre no dice nada del carácter de un individuo.
En cambio, la causa de la riqueza o de la pobreza sí puede ser tildada de moral o inmoral. ¿Un hombre ha creado riqueza utilizando su mente, desarrollando una habilidad y manteniendo su honradez e integridad durante el proceso? ¿Lo ha hecho siendo un gobernante sin ningún tipo de escrúpulos, negociando favores y tomando ventaja de su posición?
¿Cuál es la causa de que un hombre se mantenga pobre? ¿La pereza y negación a hacerse cargo de su propia existencia? ¿La corrupción del sistema en el que vive, que no respeta su derecho de propiedad, quitándole todo lo que produce?
Estas son las preguntas que hay que responder para hacer un juicio moral.
Hay gente que arriesga su vida para escapar de la pobreza. Hay otra gente que trabaja, entrena, crea, persevera, arriesga. Y como resultado obtiene mucho dinero.
Vaya a decirle a los miles de cubanos que mueren en el mar que se apeguen a la pobreza. Vaya a decirle a Roger Federer, a Henry Ford, a Steve Jobs, a Michael Bublé, o a J.K Rowling, que el dinero que han ganado viene de la parte trasera del diablo.
En palabras de Ayn Rand: ¿Alguna vez se preguntaron cuál es el origen del dinero? El dinero es un instrumento de cambio que no puede existir a menos que existan bienes producidos y hombres capaces de producirlos […] El dinero se crea antes de que pueda ser robado o mendigado; es creado por el esfuerzo de cada hombre honrado hasta el límite de su capacidad”.
La riqueza pauperiza”. “El dinero corrompe”. —Papa Francisco
La riqueza, como el alcohol, no cambia a un hombre. Simplemente lo delata.
Lo que un hombre hace, siendo rico, es exactamente lo mismo que hubiera hecho siendo pobre. Si un hombre rico decide gastar su dinero en prostitución, en donaciones, en inversiones, en recorrer el mundo, o en crear una empresa, no es el dinero sino sus valores los que determinan su elección.
“El dinero es solo un instrumento. Te llevará donde desees, pero no te sustituirá como conductor. Te dará los medios para la satisfacción de tus deseos, pero no te proveerá con deseos”, dijo Rand.
Poner al dinero como causa de la degradación de un hombre, es darle al hombre el rol de víctima y al dinero de victimario. Es quitarle a un ser vivo, racional, con voluntad, con poder de decisión, toda responsabilidad en el asunto. Es poner la carga en un elemento sin vida, sin voluntad, sin elección e inventarle poderes mágicos. Es revertir la ley de causalidad. Es desconocer las leyes básicas de la naturaleza. Es pura irracionalidad.
“Hay que distribuir la riqueza”. —Papa Francisco
¿En qué quedamos? El dinero es el excremento del diablo y la riqueza pauperiza, ¿pero hay que distribuirla?
Hipocresía. Y ni hablar cuando habla mal del “sistema económico que tiene como ídolo al dinero”, sin por supuesto, animarse él mismo a darle nombre, pero dejando la puerta abierta para que los periodistas lo hagan: “El capitalismo salvaje”.
El capitalismo es el único sistema que ha permitido al hombre crear riqueza, acabando con siglos de hambre, oscuridad y muerte; y mejorando la vida de millones de personas. Es el único sistema en el cual el hombre que desea ser rico debe sacar lo mejor de sí mismo, ofrecerlo en el mercado y lograr que al mercado le guste su oferta.
No puede forzarlo. No puede violar. No puede esclavizar. Solo puede ofrecer y seducir. Los derechos individuales de las personas están protegidos por la ley.
Por el contrario, en un país cuyo marco jurídico es hostil a la propiedad privada, a la libertad, a la creación de riqueza, ¿qué opciones les queda a sus ciudadanos para ganar dinero y poder sustentar su vida?
Si no conocen la respuesta, pregúntenle a un cubano.
Si lo que el papa está haciendo es pedir a hombres corrompidos que distribuyan excremento del diablo para paliar el hambre, tendríamos entonces que poner en juicio su sanidad mental. Pero no, ¿no es cierto? Lo que el papa en realidad está haciendo es pedir a hombres inteligentes e independientes que se hagan cargo del resto, distribuyendo la riqueza creada por ellos mismos, bajo un sistema que les aseguró libertad y respeto por sus derechos.
Ya que va a extender la mano para pedir una porción, debería al menos tener la honestidad de guardar el látigo y pedirla por favor.
Termino esta columna citando una vez más a Ayn Rand:
“Huye por tu vida del hombre que te diga que el dinero es malvado. Esa frase es la campanilla de leproso de un saqueador acercándose. Mientras los hombres vivan juntos en la tierra y necesiten un medio para tratar unos con otros, su único sustituto, si abandonan el dinero, es el cañón de una pistola.”
La autora es licenciada en Comunicación Social, guionista y libertaria. Es la directora ejecutiva de la Fundación para la Responsabilidad Intelectual (FRI).
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