Angus Deaton, el economista que busca las claves del desarrollo
El economista estadounidense Angus S. Deaton fue galardonado este lunes con el premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas, en memoria de Alfred Nobel, que entrega anualmente la institución, desde 1968.
Escocés, nacido en Edimburgo en 1945, trabaja desde 1983 en investigaciones en la Universidad de Princeton en Estados Unidos, donde ocupa la cátedra Dwight D. Eisenhower de Economía y Asuntos Internacionales de la Escuela Woodrow Wilson de Políticas Públicas y Relaciones internacionales, en el departamento de Economía.
Deaton se formó en la Universidad de Cambridge, en la que obtuvo su título de grado, su maestría y su doctorado. El último fue con una tesis sobre: “Modelos de demanda de los consumidores y su aplicación en el Reino Unido”. Ha dictado cátedras en Inglaterra, tanto en su alma mater, como en la Universidad de Bristol.
Su tema de estudio ha sido específicamente el intento de comprender las razones que perpetúan la pobreza, las causas del desarrollo, de las desigualdades y de las dificultades para eliminarlas, además de la forma de medir todas estas variables y su relación con la calidad de vida de las personas.
El estudio de las conductas de consumo, y su aporte a la comprensión de los problemas de pobreza y del bienestar, quizás sean el más acertado resumen del proyecto de investigación que ha desarrollado a lo largo de su vida. Lo que él define como el estudio de la “salud, el bienestar y el desarrollo económico”.
Se manifestó en temas de enorme actualidad, incluida la discriminación de género en las posibilidades de desarrollo individual, en los países menos evolucionados.
Muy reconocido por el rigor de sus trabajos econométricos, fue distinguido en 1978 con la medalla Frisch de la Sociedad Econométrica Internacional, en su primera edición. En sus investigaciones persigue lograr una determinación algo más objetiva y cuantificable de algo que es estrictamente subjetivo, es decir: qué se entiende por riqueza y bienestar. Para ello, Deaton ha desarrollado una metodología aplicable a muchos casos diferentes.
Se podrá percibir claramente la dificultad del tema, al considerar que estas son cuestiones que cada individuo busca lograr o incrementar, de acuerdo con sus preferencias individuales, mediante la obtención de bienes, servicios, educación formal, salud, conocimientos teóricos o prácticos, reconocimiento personal o tantas otros medios infinitamente diversos.
Es claro que estas cuestiones están determinadas, para cada persona, según valoraciones estrictamente personales, definitivamente subjetivas. La expectativa de vida, los niveles formales de educación alcanzados, el consumo de calorías, son para Deaton indicios mucho más ciertos de mayores niveles de bienestar y desarrollo que las cifras de ingresos monetarios, aún corregidos a paridad de poder adquisitivo, por índices monetarios que serán, necesariamente, siempre caprichosos.
El autor galardonado ha intentado ver mucho más allá, ubicando las causas del desarrollo económico, la prosperidad, y la mejora de los sectores menos favorecidos en sus fundamentos institucionales, políticos, y en su contexto histórico.
Probablemente su mayor mérito sea haber avanzado muchísimo en la revalorización del enfoque metodológico que pone el eje en las valoraciones del individuo, más que en la agregación de datos que siempre hacen perder el detalle, y que no permiten ver que ha sido lo que moviliza a las personas, que actúan en el universo de decisiones económicas.
El comité de premiación además consideró que el trabajo del economista escocés fue de gran importancia práctica, al haber guiado el diseño de políticas públicas adecuadas en países en desarrollo y desarrollados.
Un factor que distingue aún más la labor de Deaton, es que haya sido distinguido en forma individual, algo que el comité del premio no realiza con tanta frecuencia.
El Gran Escape
Una muy buena aproximación al pensamiento del economista premiado y a las conclusiones de sus investigaciones, puede encontrarse, en términos más sencillos, en una de sus más recientes obras, cuyas reseñas pueden encontrarse aquí y aquí.
En la misma hace una analogía, basada en una muy conocida película, sobre escapar desde una sociedad sin libertad ni posibilidades de progreso, donde la muerte temprana y la indigencia son la regla, hacia una sociedad desarrollada.
En un muy motivante capítulo inicial, el autor hace una breve reseña de su familia y de cómo su padre, nacido en una pequeña localidad de mineros, al sur de Yorkshire, y mediante un arduo y sacrificado esfuerzo, logró llegar a la universidad y darle a su familia posibilidades impensables para cualquier minero que hubiera vivido en sus circunstancias. Ese Gran Escape de la pobreza y la falta de medios ha sido su móvil para estudiar estas cuestiones tan importantes para el desarrollo de las personas menos favorecidas.
Algunas de sus posiciones no están libres de controversias. Entre ellas, sus ideas sobre la ayuda internacional hacia los países menos desarrollados, los efectos reales, no deseados de las remesas monetarias y de los programas de ayuda a esos países.
Desarrollo, pobreza y Gobierno
Deaton ha afirmado que la ayuda externa provoca más daño que beneficios, y está impidiéndole a esos países entrar en la senda de crecimiento que necesitan. Que hay una correlación negativa entre el crecimiento y los montos que los países reciben, en proporción de su PBI: aquellos que más reciben, crecen menos. Y denuncia que los mecanismos de distribución de esas ayudas suelen estar más en función de lo políticos que producen las crisis humanitarias y los genocidios, que en interés de quienes deben ser sus receptores.
También describe cómo los mecanismos de clientelismo político, sirven para que los políticos consigan más ayuda externa que los siga apuntalando en sus posiciones de poder, y actúa como un incentivo a la generación de más pobreza y más clientelismo.
Describe con precisión que en los países menos desarrollados, los Gobiernos no se interesan por la suerte de los gobernados, y que la relación entre los intereses de estos y de quienes fijan las reglas es muy débil.
La debilidad institucional abre la puerta a regímenes que se caracterizan por ser extractivos, es decir solo buscan depredar los recursos naturales y apoderarse de parte de esas rentas. Asimismo, insiste en que los países desarrollados y las sociedades más afortunadas tienen una obligación moral de impulsar a estas otras sociedades fallidas o menos exitosas, transfiriéndoles conocimientos y estructuras institucionales, algo en lo que el colonialismo ha demostrado que falló notoriamente.
Afirma que garantizar los derechos individuales, y la democracia, constituyen una condición necesaria, pero no suficiente para lograr el desarrollo y la prosperidad generalizada.
Además de este premio, Deaton ha sido reconocido con doctorados honoris causa por las universidades de Chipre, Edimburgo, Saint Andrews, el University College de Londres, y Tor Vergata de Roma.
El autor es Doctor en Economía (ESEADE), Magíster en Economía y Administración, profesor de Macroeconomía, Microeconomía y Finanzas Públicas en la Universidad Católica Argentina. Es director académico de Fundación Bases.
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