El costo del gasto público en Ecuador
El gasto público a veces es percibido por algunos como algo inherentemente bueno. Asumen que a más gasto, más prosperidad para todos. Pero el gasto público, como todo lo que hacemos o dejamos de hacer, tiene un costo de oportunidad. Lo que los ecuatorianos gastan en mantener al Estado son recursos que no pueden destinar a otros propósitos. Asimismo, los ecuatorianos empleados en el sector público constituyen capital humano perdido por el sector privado y el resto de la sociedad civil. El gasto público, así como el empleo público, puede ser bueno si es que resulta ser más productivo ahí que en otro lugar. Pero esto suele ser así en casos muy limitados debido a los incentivos a los que están sometidas las operaciones del Estado (léase “políticos”).
¿Cuáles son estos incentivos? Milton Friedman explicaba que hay cuatro formas de gastar dinero con distintos incentivos. (1) Cuando gastas tu dinero en ti mismo te aseguras de limitar el gasto a determinado nivel y de obtener el mayor rendimiento posible por cada dólar gastado. (2) Cuando gastas tu dinero en otro también te preocupas de limitar el gasto, aunque ya no te importa tanto lo que el otro obtiene a cambio de ese gasto. (3) Cuando gastas dinero de otro en ti mismo no te importa economizar el gasto pero sí obtener lo mejor, como cuando la empresa te paga el almuerzo y decides pedirte el plato más caro del menú. (4) Finalmente, cuando gastas el dinero de otros en otros ni te importa tanto lo que los otros obtienen a cambio de ese gasto, ni te interesa economizarlo.
De estas cuatro formas en que uno puede gastar dinero, la última implica los peores incentivos y es una descripción de la naturaleza del gasto público: personas gastando el dinero de otros en otros. Es cierto que también hay casos en que los políticos y burócratas gastan dinero de la tercera forma, pero esta tampoco contiene los mejores incentivos.
Por esta razón puede ser que en el sector público, durante una recesión, el gasto en sueldos sigue aumentando. La proforma presupuestaria de 2016 contiene una asignación de $ 8.789,6 millones para sueldos del sector público, $ 197 millones más de lo que se espera destinar a sueldos públicos en 2015 ($ 8.592,1 millones en presupuesto codificado a diciembre de 2015, lo cual a su vez supera en $ 233 millones lo devengado en sueldos durante 2014 –$ 8.358 millones).
Los ajustes se suelen realizar por la vía que menos afecte a la abultada estructura estatal y burocracia establecidas. Por esto, solemos volver a caer en desequilibrios fiscales.
En un estudio de 2003 Pedro Romero y Fabián Chang recomendaron realizar un presupuesto base cero (PBC). Esto implica dejar de utilizar como referencia lo que se gastó en el año anterior y partir de una “base cero” que analice el gasto de todas las funciones del Estado en términos de su necesidad y costos para el periodo del presupuesto. Dicha evaluación serviría para transparentar la administración pública y mejorar la calidad del gasto. Es probable que entidades como la Secretaría del Buen Vivir o el Instituto Espacial Ecuatoriano o los seis ministerios coordinadores no sobrevivirían a dicho análisis.
Todo eso nos devuelve a la fundamental pregunta de qué queremos que haga el Estado (léase los políticos) y quién queremos que lo pague.
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