La lógica contra los impuestos progresivos

Siglo 21, Guatemala

La semana pasada, Valerie Julliand, representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) participó en un debate público al que había sido invitada por Iván Velasquez, jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), para comentar sobre el tema de justicia y su financiamiento.

Julliand expresó: “No entiendo la lógica de las personas que se oponen a la tributación progresiva” (ElPeriódico, 18 de noviembre de 2015, en la nota periodística PNUD opina que Guatemala tiene que repensar su política fiscal). Añadió además que “como Naciones Unidas apoyamos un sistema tributario progresivo” y que “en una sociedad, los pobres no pueden contribuir mucho, los que tienen mucho contribuyen más, es una lógica progresiva normal. Nadie con sentido común puede oponerse a eso”.

Son los más pobres los que más se empobrecen con los impuestos progresivos porque a ellos es a quienes más les afectan los impuestos directos y progresivos debido a las oportunidades que dejan de crearse por extraer los fondos que son más susceptibles a reinvertirse en más máquinas y herramientas que incrementan la productividad por ser desviados hacia actividades de consumo del Gobierno.

El premio nobel de Economía Vernon Smith considera que para que un país pueda desarrollarse es imprescindible que no se grave el capital, o sea, debería eliminarse el ISR (Impuesto sobre la Renta) por ser uno de los impuestos más dañinos para los ciudadanos de un país.

Robert Nozick, de los más importantes filósofos del siglo XX, en su libro Anarquía, Estado y Utopía, considera que gravar las ganancias producidas por el trabajo equivale a una forma de trabajo forzado, o sea, trabajo de esclavos.

El doctor Manuel Ayau entendía muy bien cómo se generaba la riqueza y por ello siempre criticó con fuerza la existencia del ISR al que prefería denominar “impuesto al rendimiento del capital” para que se entendiera mejor sus efectos. Lo que decía el Dr. Ayau es precisamente que este impuesto afecta a los más pobres porque afecta las ganancias y el patrimonio de las personas. Las inversiones y reinversiones de capital provienen precisamente de las ganancias. Si se reduce el monto de las ganancias por este impuesto, entonces, se invertirá o reinvertirá menos. Justamente los dueños del capital suelen invertirlo allí donde más ganancias hay. Pero al haber menos, invertirán menos. Esto ocasiona que se creen menos oportunidades con este impuesto que sin él. De esta manera, los más pobres verán reducidas las oportunidades para mejorar su nivel de vida. Esta es la lógica detrás del impuesto progresivo a las ganancias.

Un impuesto proporcional indirecto es mejor, ya que afecta el consumo y no directamente la creación de capital y por consiguiente de valor y riqueza para una sociedad. Justamente las sociedades pobres son las que más urgentemente necesitan de más capital y oportunidades.

En el 2013, la carga fiscal de Guatemala fue del 11.2% sin Seguridad Social y 12.93% del PIB incluyéndola. El gasto tributario anda alrededor del 15%. Estas cifras escandalizan a quienes vienen de países desarrollados y a quienes piensan en que los gobiernos tienen que tener un rol más activo en la vida privada de los ciudadanos. Pero se equivocan. Olvidan la historia.

Estados Unidos necesitaba en 1870, aproximadamente, el 7.4% del PIB para mantener las funciones básicas del Gobierno. Esta cifra aumentó levemente al 7.5% en 1914. Justamente Estados Unidos se desarrolló, al igual que Inglaterra y otras potencias importantes del mundo actual debido a su bajo gasto tributario. Esta es la lógica de oponerse a impuestos progresivos y directos.