La Educación en las Colonias del Barón de Hirsch
La actividad filantrópica del Barón de Hirsch está claramente signada por una característica: no proveer caridad sino intentar la rehabilitación económica de los beneficiarios. ¿Cómo lograrlo? Hirsch sugiere sistemáticamente que la educación y el entrenamiento profesional son la única forma de romper el círculo vicioso de la pobreza.
A los fines de ilustrar esta hipótesis, a la luz del proceso de colonización en nuestro país, presentaré testimonios de colonos de Colonia Mauricio, la primera colonia establecida sobre tierras adquiridas por la Jewish Colonization Association (J.C.A.) en la Argentina, de funcionarios de la J.C.A. y de Iedidio Efron, quien arribó a la Argentina junto a sus padres, estableciéndose en la colonia Barón Hirsch. Su prestigiosa fama de gran docente hizo que su nombre trascendiese su época dentro del mundo judaico argentino. Se dedicó a la educación judía en la Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay; la red escolar judía que organizó, orientó e inspeccionó, fue única en la diáspora, valiéndole el nombre del Sarmiento de la cultura judía.
- Boris Garfunkel nació en Rusia en 1866, emigró a la Argentina en 1891 con uno de los primeros contingentes de la J.C.A., fue colonizado en Mauricio y residió en la colonia durante los primeros 15 años de la misma, se radicó en Buenos Aires en 1906 y se habría de convertir en un ícono del empresariado argentino.
Veamos su opinión sobre la educación en la colonia: “A la administración de la J.C.A. se le pueden censurar no pocas cosas, pero al mismo tiempo no faltan por cierto algunos motivos de alabanza. Entre estos últimos está sin duda el modo en que se encaró la educación de los hijos de los colonos. Desde el principio la J.C.A. se empeñó en proporcionarnos buenos maestros, tanto en lo concerniente a la educación judaica como en lo relativo a las materias de los grados de la instrucción primaria en vigencia, según los cánones de la Dirección General de Escuelas de la provincia. Para impartir conocimientos universales elementales y enseñar la historia y geografía argentina se contrataban maestros sefaradíes que habían terminado sus estudios en escuelas normales de Esmirna y otras ciudades de Turquía -sostenidas en gran parte por el propio Barón Hirsch- y habían completado su formación en Argentina. Conocían perfectamente el idioma castellano y de su consubstanciación con lo argentino da fe la exteriorizaron de patriotismo que emanaba de la celebración del 25 de mayo y el 9 de julio, fechas que eran recordadas por todos los gringuitos”1. - Nuestro segundo testimonio es de un funcionario de la J.C.A., Demetrio Aranovich, quien fue el primer médico judío graduado en la Universidad de Buenos Aires en 1903. Aranovich fue contratado por la J.C.A. para atender las necesidades sanitarias de Colonia Mauricio en 1904 y ejerció su profesión en Carlos Casares entre 1905 y 1916.
Respecto a la educación en Mauricio, la información que Aranovich nos provee es consistente con la visión de Garfunkel: “Durante los primeros años de la colonización la enseñanza se daba a los niños de la colonia por maestros improvisados y era algo deficiente. Sólo en 1895 llegó de Europa el primer profesor profesional, señor M. Benchimol, quien tomó a su cargo la escuela de Alice (uno de los dos grupos originales de lotes de colonos), ubicada en el montecillo de este nombre. Bajo los auspicios de la Jewish poco a poco se iba ampliando y mejorando el aspecto educacional en la colonia. En 1904 las dos escuelas de Alice y Algarrobo contaban ya con 296 alumnos, cuya enseñanza está a cargo de ocho maestros… En 1909 las escuelas en la colonia son cuatro, con un total de 18 maestros y 407 alumnos de ambos sexos”2. (Este número es consistente con el crecimiento de la población, duplicándose el número de establecimientos y de maestros respecto a 1904, cuando existía una escuela en Alice y otra en Algarrobo, y aumentando el alumnado en un 38%). - Veamos ahora un testimonio de Marcos Alpershon, considerado el decano de la literatura judía en la Argentina y el principal cronista de Colonia Mauricio. Su honesta y negativa visión sobre la educación laica propuesta por la Jewish es, en sí mismo, un reconocimiento del interés de la J.C.A. en proveer esta clase de educación en desmedro de la educación religiosa tradicional, en un todo consistente con la visión de Hirsch sobre la educación: “¿Por qué se ensañaron con nosotros la educación y el comercio, esos destructores de la colonización? Yo sé que muchos lectores al leer estas líneas van a reírse a las carcajadas o sonreírse al menos. ¡Considera a la educación un defecto, cuando es precisamente nuestro orgullo! Durante los primeros años todos nuestros sentidos estaban ocupados en conseguir lo imprescindible. ¿Quién prestaba atención a la educación de los niños? Con que las escuelas de la J.C.A. se hicieran cargo de la enseñanza resultaba suficiente. Los chicos de entre 8 y 12 años, que trajimos con nosotros del viejo mundo, fueron las primeras víctimas de las escuelas de la J.C.A ¡Les enseñaban castellano, y de judaísmo sólo las bendiciones sobre el pan y sobre el trueno, y basta! ¡Qué podemos hacer, toda una generación echada a perder!”3 .
- Finalmente, veamos una cita de Iedidio Efron, la cual he seleccionado de su trabajo La Obra Escolar en las Colonias Judías: “No se puede escribir la historia de la colonización judía en la Argentina sin rendir un merecido y justo homenaje a la obra educacional desempeñada por las escuelas judías desde la fundación de las colonias hasta hoy día. Para sintetizar el interés demostrado por los dirigentes de la J.C.A. para con la educación laica y religiosa en las colonias bastarán recordar las palabras del inolvidable Presidente de la J.C.A., Narcisse Leven, que sirvieron de lema durante largos años a la referida Asociación: para las escuelas no existen, para mí, límites de presupuesto. De ahí se explican los enormes gastos que fueron realizados por la J.C.A. para afianzar la enseñanza común en sus colonias, sin fijarse nunca en la tiranía del presupuesto. Decenas de miles de niños judíos recibieron sus primeras letras en las escuelas de la J.C.A. Centenares de intelectuales, profesionales y escritores de renombre se graduaron en las aulas de estos colegios y un número considerable de hombres públicos, talentosos escritores y dirigentes de nuestras sociedades, sirvieron como maestros en los establecimientos educacionales rurales de las colonias de la J.C.A”4.
En síntesis, los ejemplos son claros y, en un todo, consistentes con la posición de Hirsch sobre la filantropía. Recordemos sino su asociación entre la falta de educación y la pobreza, en 1873: “Durante mis repetidas y extensas visitas a Turquía me he sentido dolorosamente impresionado por la miseria y la ignorancia en las cuales habitan las masas judías en dicho Imperio. La pobreza se origina en la falta de educación, y solamente la educación y el entrenamiento de las nuevas generaciones podrán remediar esta desafortunada situación”5.
Es por ello que resulta pertinente cerrar esta breve nota con una última apreciación del mismo Barón de Hirsch, en 1889, la cual resalta el rol de la educación como instrumento de la filantropía: “Elevar el nivel intelectual y moral de la juventud es la forma más noble de la beneficencia, y el más precioso don que se puede hacer al género humano consiste en poner a disposición de las nuevas generaciones los conocimientos necesarios para el desempeño de sus tareas futuras”6.
Esta nota se basa en el Documento de Trabajo 561, mayo 2015, “El Olvidado Objetivo del Barón de Hirsch: Educar a los Judíos en Rusia, no su Inmigración a la Argentina” y en el Documento de Trabajo 516, agosto 2013, “La Educación como Instrumento de la Filantropía del Barón de Hirsch".
- Boris Garfunkel, Narro mi Vida, 1960, pág. 275.
- Demetrio Aranovich, “Colonia Mauricio. Reseña Histórica,” Mundo Israelita 444, 445 y 446; 12, 19 y 26 de diciembre de 1931. Reimpreso en Breve Historia de la Colonia Mauricio, Editora del Archivo, Archivo Histórico Antonio Maya, Carlos Casares, febrero 2002, págs. 13 y 20.
- Marcos Alpershon, Colonia Mauricio, tercera parte (manuscrito traducido por Eliahu Toker), 1928, pág. 2.
- Iedidio Efron, “La Obra Escolar en las Colonias Judías,” 50 Años de Colonización Judía en la Argentina, Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, 1939, págs. 241-262.
- Narcisse Leven, Cinquante Ans, Vol. II. págs. 23-24. Fuente: K. Grunwald, 1966, pág. 66.
- Kohler’s Papers, 1900-1920, A.J.H.S., New York. Fuente: Dominique Frischer, El Moisés de las Américas, Editorial El Ateneo, 2004.
El autor es Vicerrector de la UCEMA.
- 28 de diciembre, 2009
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- 7 de septiembre, 2020
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