La izquierda de mi ciudad

La izquierda en Arequipa es Bladimiro Begazo de Patria Roja, abogando por una estabilidad laboral ABSOLUTA, pero –OJO– con evaluaciones periódicas de desempeño. En serio, cuando la Miss Panamá del 2009 dijo que Confucio inventó la confusión, hasta conmovió, y más con eso de que fue “un chino japonés de los más antiguos”. Pero escuchar a Begazo soltando este tipo de sandeces, realmente, da urticaria.

La izquierda en Arequipa es la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA) dispuesta a realizar provechosas entrevistas como a las académicas Leysi Suárez y Xoana Gonzáles (conocidas figuras del espectáculo) a través de su señal televisiva (ya sabemos cómo se ejecutan los fondos en TV UNSA) y tener estudiantes atarantados por docentes estatistas, entre moscovitas y nostálgicos del 68, alentándolos para protestar contra la TV basura. Cosas de la vida y de la Universidad estatal.

La izquierda en Arequipa es un grupo organizado de feministas y de LGTB que defiende los derechos sexuales y que admira al Che Guevara, sí, quien fue el “cerebro” del sistemático confinamiento de disidentes y homosexuales, como exigencia de su revolución. Irónico, de homofóbico a ídolo feminista y LGTB.

La izquierda en Arequipa asiste puntual a presentaciones de Mario Vargas LLosa cuando llega a su ciudad natal, y celebra en público otra distinción al escritor más universal que tendremos por mucho tiempo. Claro, esa izquierda que lo aplaude es la que en sus fueros internos le envidia la fama, la riqueza, el Nobel, la elegancia, los Honoris Causa, la creación prolífica, su opinión mediática, sus portadas en ¡Hola! y su nombre entre los 100 intelectuales más influyentes del mundo; le envidia hasta las mujeres. Esa izquierda lo tilda, entre murmullos, de sabelotodo, arrogante y farandulero. Pues esa izquierda, la que no le perdona su liberalismo económico y que no lo apoyó en las elecciones de 1990 (Vargas LLosa no contó con el respaldo de sus paisanos en la 2da vuelta), acude rauda a los homenajes al escritor, la vemos en la foto y buscando un rinconcito en La Nueva Palomino, entre el cuy chactado y el chupe de camarones.

La izquierda en Arequipa no se aleja de lo que es la izquierda en el Perú: incoherente, hipócrita y aburrida (allí están los columnistas soporíferos de El Pueblo, su diario principal). Pero Arequipa merecía una mención especial, ¿no dicen “Arequipa revolución”?

¡Qué tal coctel el arequipeño, de verdad!, cuando al cavernario izquierdismo se le añade una dosis suficiente de moral cristiana. De terror.