El Salvador: Todavía hay tiempo
Hay dos ciclos que se repiten continuamente en la vida de los partidos políticos. Los dos son esenciales para ganar elecciones y gobernar. El primer ciclo es el de las campañas electorales. En esos períodos el partido se concentra en convencer al electorado de que sus ideales, programas y candidatos son los mejores para el futuro del país. Es decir, estos son períodos de venta. El segundo ciclo es el de la preparación de los programas y candidatos que serán vendidos durante las campañas. Esto requiere identificar y ablandar a los electores que potencialmente pueden votar por el partido, y planear estratégicamente cómo cerrar la venta con ellos durante la campaña. Los dos períodos son necesarios. Planeamiento estratégico sin trabajo de campaña no sirve para nada. Igualmente, trabajo de campaña sin una base muy sólida de estrategia, programas y candidatos tampoco sirve para nada.
En El Salvador, por muchos años los partidos políticos se concentraron en el ciclo electoral, limitando el trabajo preparatorio a la construcción de redes territoriales partidistas que son las que concretan las campañas electorales, conectando a los candidatos con los votantes locales, pasando el mensaje de los programas y cuidando las urnas en el momento de las votaciones. Este trabajo es esencial, importantísimo, pero no es suficiente, especialmente cuando los votantes potenciales se van volviendo más exigentes en términos de programas y candidatos. En sociedades poco desarrolladas, la gente tiende a ser ingenua, entra en el ambiente de un partido y se entusiasma con cualquier cosa que le digan. Se enamoran del candidato y votan ciegamente por él o ella. Así era El Salvador en los ochentas y noventas.
Con el tiempo, sin embargo, la sociedad cambia y se vuelve más sofisticada. Esto ha pasado en El Salvador, que se ha convertido en un país de clase media urbana. La gente se ha ido volviendo más exigente y ya no se traga todo. Hay un porcentaje del electorado, cerca del 30 por ciento, que siempre vota por el FMLN. En realidad, ellos son todos los que votan por ese partido. En las ultimas tres elecciones presidenciales ese porcentaje no ha variado. Lo interesante es que con ese porcentaje el FMLN perdió por diez puntos porcentuales del electorado, ganó por bien poquito en el 2009, ganó por 10 puntos en la primera vuelta del 2015, y ganó en la segunda vuelta por otro poquito—todo eso con el 30 por ciento de los votos. ARENA ganó en 2004, porque sacó 40 por ciento del electorado; perdió en 2009 porque sus votos bajaron del 40 al 30 por ciento; perdió enormemente en la primera vuelta del 2015 porque sus votos bajaron más todavía, al 20 por ciento, y perdió por poco en la segunda vuelta porque recuperó 10 por ciento de los votos.
Es decir, no fue que el FMLN ganara en las últimas dos elecciones. Fue que ARENA perdió, y los votantes que perdió no se fueron al FMLN sino que dejaron de votar. Son gente que prefiere no votar que votar por el FMLN, pero que por varios problemas se decepcionaron de ARENA. Si esos problemas se resuelven, esa gente votaría nuevamente por ARENA. Son un mercado potencial enorme, son el nicho que ARENA debe enfocar.
Este es el momento de conocer a fondo esos votantes potenciales que ya demostraron que pueden votar por ARENA, de conocer a fondo sus necesidades, de diseñar programas para resolver sus problemas, de foguear a los distintos políticos de ARENA en el contacto con ellos. Eso es lo que ARENA debería de estar haciendo, aprovechando que tiene tiempo para hacerlo (tiempo que no tiene cuando ya está en campaña).
En vez de hace esto, agrandando su potencial de votos, ARENA está inmersa en una lucha fratricida por el poder. En esa lucha, solo tratan de ganarse a los que ya forman parte de las redes electorales, porque esos deciden quien será el candidato. Es como hacer propaganda solo en la familia, y hacerla metiéndose zancadillas mutuas, dejando sin atender a ese electorado enorme que es el que le puede dar el triunfo electoral a ARENA.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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