Flexibilidad laboral, indispensable para Ecuador
El Gobierno ha anunciado medidas para flexibilizar el mercado laboral. Según el Foro Económico Mundial, Ecuador tiene los mercados laborales más ineficientes del mundo: se ubica en la posición 112 de entre 139 países y este es el factor que más perjudica la competitividad del país. Teniendo en cuenta esto, cualquier flexibilización es bienvenida, y no solo por la coyuntura negativa, sino por profundas fallas en nuestro régimen laboral –que a pesar de sus múltiples e irredimibles vicios está por cumplir 78 años–.
Contrario a lo que sostienen los partidarios de las “conquistas laborales”, los salarios y la calidad del empleo no mejoran por decreto, sino mediante el incremento de la productividad y la demanda agregada. El informe ‘Empleos para crecer’, del Banco Interamericano de Desarrollo (2015), indica que Latinoamérica se ha caracterizado por una baja acumulación de capital humano y productividad en el trabajo. Los autores del informe señalan que “el costo de contratar a los trabajadores formalmente en la región en relación con la productividad del mismo es alto. En promedio, el costo mínimo de contratar a un trabajador asalariado formal (representado por el salario mínimo bruto, los costos de seguridad social que corresponden al empleador, los costos del aguinaldo y de las vacaciones, y los potenciales costos de despido) representa, en promedio, un 39% del Producto Interno Bruto (PIB) por trabajador, cifra que en algunos países llega al 70%. No es sorprendente que los países con mayores costos salariales y no salariales (relativos a su productividad) sean aquellos que presentan una menor proporción de trabajos formales y una mayor proporción de trabajadores no asalariados”.
Esto ha derivado en que en América Latina la mayoría de los trabajadores siga dentro de la informalidad. El informe indica que “si se analiza la evolución a lo largo de las últimas dos décadas, la tasa de formalidad regional subió de un 41% a un 46%, es decir, a un ritmo de menos de 0,25 puntos porcentuales al año. Todavía hoy, más de la mitad de los empleos de la región sigue siendo informal y, a este ritmo, alcanzar la formalización universal para la región llevaría unos 180 años”. Además, agrega el informe, casi 90% del empleo formal creado en la región durante la última década se dio en países que gozaron de una bonanza de materias primas.
Durante los años de la Revolución ciudadana en Ecuador se han incrementado considerablemente los costos del trabajo formal. Según este informe, esto no conviene dado que “los países con mayores costos salariales y no salariales (relativos a su productividad) presentan una menor proporción de trabajos formales … Según esta simple estimación, por cada 10% de incremento en los costos mínimos de contratar a un trabajador asalariado formal se reduce en cinco puntos el porcentaje de trabajadores formales”.
El Gobierno debe entender que no hay peor trabajo que el que no se tiene. Muchos ecuatorianos sueñan con trabajar en países como EE.UU., donde, sin embargo, gozarían de menor estabilidad laboral que en Ecuador (y aun más flexibles que EE.UU. son países como Dinamarca y Suiza). De lo poco que se conoce acerca de las medidas propuestas para flexibilizar el mercado laboral, pareciera haber mucho ruido y pocas nueces.
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