Argentina: El chantaje al progreso
Para el Independent Institute
Días pasado, el sindicato de camioneros de Argentina, ha impedido que instituciones financieras puedan utilizar la modalidad digital para enviar a sus clientes los extractos de cuentas bancarias. Los representantes sindicales justifican su proceder argumentando que, sus sindicados, verían disminuida su actividad a partir de la correspondiente reducción en el uso del correo postal. Los cambios en las preferencias y elecciones de la gente, acarrean cambios en los mercados de bienes y servicios. Cuando esto sucede, invariablemente, salen al rodeo los sectores afectados para pedirle al gobierno mercados cautivos, trabas y barreras artificiales con la finalidad de proteger sus negocios ineficientes o perimidos.
Una traba artificial en el mercado, no solo coarta libertades básicas e involucra al gobierno en un rol ajeno a sus funciones, sino que también crea el caldo de cultivo propicio para la corrupción. Por otro lado y desde el punto de vista económico, las decisiones políticas – léase, ajenas al mercado-, distorsionan la estructura de precios y desorienta la asignación de recursos. Para el caso que nos ocupa, la traba lograda por el sindicato de camioneros, envía al mercado la falsa señal de que la gente prefiere la versión papel del extracto de cuenta y está satisfecha con el servicio postal para la recepción de su documentación bancaria. De este modo, se cohíbe la inversión y la innovación en ese aspecto de la actividad, no porque se trate de un mercado ya satisfecho, sino porque nuevas ofertas y la competencia están artificialmente bloqueadas.
El economista francés Frédéric Bastiat, con su reconocible sátira, ensayó un irónico reclamo de los fabricantes de velas dirigido a los burócratas de la época. En la petición, se solicitaba que se estableciera una ley que obligue a que todas las casas de la ciudad a cerrar sus puertas, ventanas y posibles hendiduras durante el día. La demanda argüía que la industria de velas, sufría del sol una competencia desleal.
No se puede pretender que nada cambie y, a la vez, disfrutar de los beneficios del progreso ya que, el crecimiento y la prosperidad, lleva implícito un cambio. Los adelantos permiten mejorar la oferta de bienes y servicios y éstos conllevan alteraciones en las prioridades del consumidor. Miles de empresas conocieron y conocerán la bancarrota por no ser capaces de percibir, con la anticipación y lucidez suficientes, las variaciones en las preferencias de la gente. Los consumidores, en las diarias transacciones que hace en el mercado, está constantemente quitándole poder a quienes considera que no satisfacen sus necesidades para transferirlo hacia quienes lo hacen eficientemente. Si pretendemos utilizar la fuerza y la coerción para que, quienes vendían barras de hielo antes de la invención de la heladera doméstica mantengan sus clientes, no habrá heladeras.
En la condición imperfecta del ser humano, el trabajo es un recurso escaso por excelencia. La robótica, por tomar un ejemplo, además de optimizar recursos con economías de escala, permite destinar energía del hombre para atender otras necesidades que antes no podían ser satisfechas debido a las previas tasas de capitalización. Solo en un mercado abierto y libre existen los incentivos suficientes para que el destino de los recursos y su intensidad, vayan en dirección a las necesidades que la gente, al momento, considera insatisfechas.
El autor es Master en Economía y Administración, ESEADE.
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