El Salvador: ¿Madurará el FMLN?
El FMLN se está ahogando en lo que llama “una crisis fiscal”. Ha dejado de pagar a los proveedores, y amenaza con que tendrá que tomar medidas desesperadas si no le aprueban lo que él llama “la reforma de las pensiones”, que en realidad es la expropiación de ellas.
En su desesperación, dice a diestra y siniestra que no va a poder pagar las deudas del país. Luego se extraña de que el precio de los bonos de la deuda salvadoreña ha caído de 1.16 de dólar por cada dólar a 70 centavos por cada dólar (es decir, cuando el país tenía grado de inversión, los compradores pagaban 1,160 dólares por un bono de 1,000 dólares, y hoy pagan solo 700 dólares por el mismo). Suerte que todavía pagan el 70 por ciento del valor de los bonos si el mismo Ministerio de Hacienda se encarga de decir que el gobierno de El Salvador, que siempre ha tenido la fama de ser impecable en sus pagos, ahora bajo el FMLN se ha convertido en mala paga. Dentro de un tiempo, el gobierno descubrirá que eso implica que cuando emita bonos para financiar al gobierno tendrá que pagar tasas de interés altísimas, porque los posibles compradores de los nuevos bonos han leído que el Ministerio de Hacienda dijo repetidamente que quizás no iba a poder pagar los anteriores.
Lo más sorprendente es que aunque la situación fiscal requiere atención, no es una crisis. La deuda del gobierno central al final de 2015 era equivalente al 45 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), casi igual que la que el gobierno tenía en 1991, al final de la guerra. Para 1998 el nuevo gobierno había ya reducido la deuda al 24 por ciento del PIB, sin hacer aspavientos, sin decir que tenía una crisis fiscal pero con un manejo competente de las finanzas públicas y al mismo tiempo mejorando los servicios sociales públicos.
El gobierno actual podría hacer lo mismo si solo analizara con frialdad profesional la situación y se diera cuenta de que el problema fiscal principal que tiene es que por mucho que gasta el volumen y la calidad de los servicios públicos está decayendo. La opinión pública está anunciándole que le va a pasar una factura muy cara en las siguientes elecciones. El gobierno no ha realizado todavía que lo que hace perder elecciones no es la falta de dinero sino las carencias en los servicios públicos—la falta de medicinas en las unidades de salud y los hospitales, el terrible estado de las escuelas y sus servicios, y la falta de seguridad ciudadana. En los seis años y medio que el FMLN ha estado en el poder ha contado con 5.500 millones de dólares adicionales a los que tenía en 2008, y sin embargo los servicios públicos se han deteriorado.
Es hora de que el presidente se dé cuenta de que meterle más dinero al gobierno así como está es como meterle bombas de más potencia a un sistema de tuberías llenas de hoyos—lo único que se logra es que salga más dinero por esos hoyos y que los hoyos se hagan más grandes, como obviamente está pasando ya que los servicios se vuelven peores mientras más dinero gasta el gobierno.
Si el presidente quiere recuperar el prestigio perdido, lo que tiene que analizar es cómo hacer para que los recursos del gobierno se inviertan bien, lo cual requiere primordialmente cerrar los hoyos por los que se desperdicia el dinero. Esto es esencial porque esos hoyos son insaciables. Luego, el gobierno tiene que repensar en donde invertir los recursos ahorrados, que serían muy sustanciales (fácilmente del orden de 500 millones de dólares después de haber reducido el déficit en unos 400 millones).
Si en vez de eso, el gobierno mete más recursos al sistema, no sólo aumentarán los déficits (con lo cual aumentaría el riesgo de estar de verdad en una crisis fiscal) sino también las carencias en los servicios públicos. Mientras más dinero han tenido, peor han estado los servicios públicos. Y es por eso que los gobiernos pierden las elecciones.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 16 de junio, 2012
- 25 de noviembre, 2013
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