Guatemala: Negociando el sacrificio
Hace unas semanas circuló el rumor de la intención del gobierno de negociar con las maras una tregua; esto aunado a las declaraciones de Ricardo Guzmán, viceministro de seguridad quien afirmó que no se deberían pagar las extorsiones para quitarle los recursos económicos a los mareros y así evitar que compraran armas, municiones y reclutaran gente. Me hace considerar que nuevamente el tema de seguridad y justicia no son prioridad para este gobierno.
La sola idea de sentarse a negociar con criminales me parece tan absurda como la petición de no pagar las extorsiones. No se puede negociar con quien no compartes principios y valores mínimos. Negociar implica voluntariedad, intercambio de valores, confianza en el cumplimiento de lo pactado y lo más importante, una coincidencia mínima en la visión de vida. Aclaro que es una coincidencia mínima, en la cual al menos se comparten principios como el de no inicio de agresión y el respeto a los derechos humanos –derecho a la vida, la propiedad y la libertad-.
Sin esta coincidencia es imposible una negociación. Sentarse a negociar con criminales es inmoral ya que atenta contra tu vida misma, es como pretender negociar con un asaltante que te amenaza con lastimarte o matarte si no accedes a sus exigencias. Es una fatal negación de la realidad si crees que en estos casos hay negociación. Lo único que hay es una contención del daño, no hay una negociación como tal, no hay intercambio de valores, no hay voluntariedad y, por consiguiente, no es pacífico. Es como pretender negociar con un león para no ser su alimento.
El negociar el sacrificio de terceros para obtener un beneficio propio no sólo es inmoral sino perverso, ya que se dispone, literalmente, de la vida de los demás.
Desafortunadamente, al parecer, nos hemos acostumbrado a observar cómo se negocia el sacrificio de terceros para el beneficio de unos cuantos. Vemos a políticos negociar cuánto de nuestros derechos serán limitados por un bien que ellos consideran mayor y que por lo general los incluye a ellos, a sus familiares y financistas.
En nuestro país vemos a comisionados, presidentes, diputados y demás políticos sentarse a “negociar” con seudolíderes de campesinos, obreros o estudiantiles las prebendas que les otorgarán a costa de nuestro bolsillo. Muchas veces se sientan a “negociar” con quienes han bloqueado caminos, han impedido la circulación de los demás, han destruido propiedad pública y privada y en casos extremos han puesto en peligro la vida de terceros. ¿Acaso se sientan a “negociar” porque en el fondo comparten la misma visión de vida? ¿Vivir a costa de quienes producen la riqueza que expolian?
Estas “negociaciones” me llevan al tema de la visita de Barack Obama a Cuba. Visita que ya se ha visto empañada por las detenciones de los opositores al gobierno cubano, entre ellos al menos a 50 Damas de Blanco y al grafitero Danilo Maldonado “el sexto”, entre otros, que han cometido el delito de expresar sus opiniones en público.
Las negociaciones con mareros o dictadores guardan mucho parecido, ambas son una quimera. Tanto mareros como dictadores irrespetan los derechos humanos. Es tan inmoral pretender negociar con mareros como negociar con dictadores.
La visita de Obama a Cuba es un insulto no sólo a los cubanos que quieren su libertad sino a quienes se tragaron el cuento de que los “yanquis eran el diablo”. Un insulto a quienes ven a su presidente sentarse a “negociar” con un dictador que apresa, sin el menor pudor, a quienes se oponen a su régimen.
Las negociaciones con la dictadura castrista así como con los mareros son inmorales ya que quienes se sientan en esa mesa sólo pueden negociar el sacrificio de terceros.
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