Reformas electoreras en Guatemala
En estas semanas, en el Congreso, los diputados han discutido las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos –LEPP- acorde al dictamen que emitió la Corte de Constitucionalidad –CC-. No hay mucha sorpresa en las discusiones y en las enmiendas aprobadas, es decir, ¿qué podemos esperar de reformas politiqueras que en lugar de mejorar el sistema electoral lo empeoran?
Estas reformas poco se relacionan con las demandas expresadas por los ciudadanos en las manifestaciones pacíficas del año pasado. El deseo de mejorar el sistema electoral, para con ello lograr una depuración del mismo, es un tema que al parecer no interesó a la mayoría de los diputados de la anterior legislatura que mandaron a consulta a la CC las reformas, y tampoco parece interesar a la actual legislatura.
De lo poco rescatable de las reformas era la inclusión de Comités Cívicos para postular a candidatos a corporaciones municipales, diputados distritales y diputados de una Asamblea Nacional Constituyente. Con el artículo 32 que reformaba el artículo 97 de la LEPP, se pretendía de forma tímida romper el cartel de los partidos políticos y abrir la puerta a nuevas opciones para ocupar cargos de elección popular.
Por ejemplo, si se convocara a una Constituyente, los ciudadanos tendrían la posibilidad de postularse sin necesidad de “negociar” con un partido. Esa posibilidad quedó en un sueño “guajiro” ya que se aprobó suprimir, precisamente de esta enmienda, la opción de postular a diputados distritales y constituyentes para así mantener el cartel de los partidos.
Con la excusa de que están cumpliendo con las demandas y el “clamor” popular, se han aprobado reformas tales como el financiamiento a los partidos políticos, además de la deuda política a cargo de los tributarios, ya que según los politiqueros con eso se eliminaría la corrupción en el financiamiento de campaña de lo cual comentaré en una próximo ocasión.
El artículo 53 que reforma el 203 Bis, se modificó parcialmente para que el voto nulo sirva para repetir las elecciones, literalmente repetirlas ya que elimina “inocentemente” la frase “postular otros candidatos a los cargos públicos correspondientes” y en su lugar queda “postular candidatos”. Así que si el purgante no se lo toma en la primera vuelta al ganar el voto nulo con más del 50% de los votos válidos, deberá tragárselo en la siguiente ronda.
Otro “clamor popular”, al menos en la mente de algunos diputados, es el incremento de 158 a 160 diputados con el consabido aumento en el presupuesto del Congreso para financiar los gastos que esto significa no sólo en salarios y dietas sino también en personal, contratos y plazas.
El poder de los “dueños” de los partidos aumenta al castigar a los diputados tránsfugas, ya que semejante deslealtad es castigada con el “ostracismo parlamentario”, puesto que le retiran los cargos que desempeña para pasar a otro diputado leal al partido traicionado y además queda relegado ya que no podrá optar a ningún otro puesto y menos unirse a otro partido.
El tema de “paridad de género” ha sido un punto álgido, ya que algunos argumentan que quienes están en contra de la propuesta del artículo 60 que reforma el artículo 212 de la LEPP son aquellos que discriminan a las mujeres e indígenas.
Respecto a la supuesta equidad para incluir a mujeres y hombres indígenas en las planillas de postulación sigo considerando que impone la igualdad material en detrimento de la igualdad ante la Ley.
No estoy en contra de que las mujeres del color y etnia que sea ocupen lugares importantes en los partidos o que sean postuladas para cargos de elección popular. Considero que tienen la misma capacidad que cualquier hombre y por eso mismo resulta contraproducente crear una ley que la imponga. ¿Son las cuotas el mecanismo para mejorar el sistema político?
Desafortunadamente, como ya es costumbre, el debate de dicho artículo careció de fundamentos y no digamos principios. Un diputado utilizó su tiempo en el uso de la palabra para poner una canción que habla de las mujeres para refrendar su apoyo a las féminas.
No se puede pretender combatir privilegios con más privilegios. Las reformas electorales dejaron de serlo hace mucho tiempo para convertirse en “reformas electoreras”. Más nos valdría que reformen todo para que no quede nada y permanezca la aún vigente ley. Es preferible estar como estamos que dar un salto hacia atrás al vacío.
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