Más vallas para taponar las nuevas rutas migratorias
El País, Madrid
Un policía lituano registraba un coche en la frontera con Letonia el pasado marzo.
Los países de la UE continúan empeñados en levantar diques al mar humano que busca las rendijas para alcanzar el suelo europeo y ejercer su derecho a solicitar asilo. Los controles fronterizos y las barreras físicas proliferan ante el temor de los refugiados abran nuevas rutas tras el bloqueo de la frontera greco-macedonia y la entrada en vigor del acuerdo entre la UE y Turquía para expulsar a migrantes. De momento, sin embargo, las cifras en el este de Europa no refrendan los temores ni las nuevas barreras, que más bien encuentran su justificación en un clima político que favorece las respuestas expeditivas. Los países bálticos, Finlandia y Austria han sido los últimos en reforzar sus fronteras.
“Son respuestas políticas que se producen en cuanto se detectan entradas irregulares. Es un claro momento de impasse, hay mucha gente esperando (sobre todo al fracaso de la política actual), ante la incertidumbre y los precios disparatados que se están pidiendo”, indica una fuente europea conocedora de la situación sobre el terreno. En Bulgaria, por ejemplo, una de las alternativas a Grecia que los expertos esperaban que se reactivara, las cifras indican que este año se han detectado 2.800 cruces de migrantes frente a los 3.500 del mismo periodo de 2015, según detallan en el ministerio de Interior búlgaro.
Mientras, los países bálticos, ajenos a la realidad de las cifras, se movilizan para evitar convertirse en una nueva puerta de entrada a Europa una vez parcialmente taponada la vía balcánica. Estonia y Letonia trabajan para vallar sus fronteras. Lituania además ha endurecido sus controles de fronteras en un intento de frenar la llegada de migrantes que optan por tomar la ruta desde Rusia y Bielorrusia.
Los bálticos se fijan en la ruta ártica, que a pesar de suponer un rodeo considerable —además de gélido—, ha sido el elegido por miles de refugiados. “Hasta el año pasado ni Noruega ni Finlandia tenían problemas migratorios en la frontera rusa”, indicó Rentas Pozela, comandante de la guarda fronteriza lituana a la agencia Reuters. “De repente, los flujos migratorios se dispararon en una semana como por arte de magia”.
“Estamos todavía talando los árboles”, indica por teléfono Tuuli Härson, portavoz del cuerpo de guardas de fronteras estonio en relación con las obras con las que reforzarán sus 136 kilómetros de frontera terrestre con sensores, cámaras y radares. Algunos tramos tendrán además un vallado. Härson detalla que no han detectado un flujo significativo de migrantes en Estonia. El año pasado, fueron 369 personas las que entraron ilegalmente en el país. 60 fueron inmigrantes sin papeles (la gran mayoría de Vietnam). El resto fue gente que recogía setas o pescaba y cruzó por equivocación. Härson asegura que en cualquier caso, los planes para reforzar la frontera datan de 2014 y que por lo tanto preceden a la crisis migratoria. Es ahora, sin embargo, cuando se están instalando los pilares y las boyas en ríos y lagos para impedir “las entradas ilegales”.
Ruta ártica
Precisamente Finlandia y Rusia han optado también por estrechar los pasos árticos que conectan ambos países, ahora que las temperaturas empiezan a ser algo más amables. Finlandeses, rusos, bielorrusos y sus familiares son los únicos a los que se permite el paso durante los próximos 180 días. “El pasado domingo empezaron las restricciones”, detalla por teléfono el coronel Jaakko Ritola, del cuerpo de guardas fronterizos finlandés, encargado de la aplicación de las nuevas medidas, quien indica, sin embargo, que las personas que quieran solicitar asilo no serán devueltas. Desde noviembre del año pasado y hasta finales de febrero, 1.700 migrantes se presentaron en Finlandia procedentes de Rusia. Pero desde entonces apenas han llegado solicitantes de asilo, debido en parte a que las autoridades rusas les devuelven antes de llegar, según explica Ritola.
Sí se estaría produciendo un aumento del flujo de refugiados en el Mediterráneo sur, según las informaciones que esta semana compartió con cierto alarmismo el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk. "El número de migrantes que se acumulan en Libia es alarmante y debemos prepararnos para ofrecer ayuda a Italia si la pide", dijo en la Eurocámara.
Austria ya ha anunciado que estrechará el control en el paso fronterizo de Brenner con Italia a principios de junio a más tardar, según anunció el martes el ministro de Defensa austriaco, Hans Peter Doskozil. Se trata de la principal vía para llegar desde Italia hasta Alemania, por la que circulan dos millones de vehículos al año y que es una de las grandes rutas de tráfico de mercancías de la Unión. Viena planea además instalar en la región alpina “un sistema similar” al levantado en la frontera con Eslovenia, con vallas. El anuncio austriaco suscitó esta semana la respuesta inmediata de la Comisión Europea, que adivinó un nuevo ataque a la maltrecha libertad de movimiento en el interior de la Unión. El ministro italiano de Asuntos Europeos, Sandro Gozi, también protestó. “Levantando vallas improvisadas no resolveremos nuestros problemas. Viena debe reconsiderar esta decisión contraria al espíritu y la letra de las normas europeas”.
“Los controles fronterizos o los cierres pueden ralentizar los flujos, encarecer los viajes o redirigir algunas rutas, pero no frenará los flujos”, indicó en un comunicado Martijn Pluim, del International Center for Migration Policy Development. Las fuentes europeas coinciden en que las fronteras no bastan y que por ejemplo a Hungría siguen llegando personas a través de los orificios de la verja y aprovechando que la guardia baja los fines de semana, lo que permite a cientos de migrantes cruzar cada semana de Serbia a Hungría.
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Cuatro gráficos para entender la crisis humanitaria de los refugiados sirios
El País, Madrid
Europa terminó 2011, el primer año de la guerra siria, con menos de 7.000 peticiones de asilo de migrantes de ese país. A finales del año pasado, esta cifra ya se había multiplicado unas 121 veces y el continente había recibido 813.599 solicitudes, según Naciones Unidas, una población superior a la de ciudades como Valencia o Ámsterdam.
El número de peticionarios sirios empezó a aumentar a un ritmo superior al de los 10.000 por mes a mediados de 2014, coincidiendo con la proclamación del califato del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en las zonas que controlaba en Siria e Irak. Pero el recrudecimiento de la crisis llegó en 2015, cuando las solicitudes y el drama de los migrantes superaron una nueva barrera cuantitativa: en solo siete meses (mayo-noviembre) se hicieron el 66,8% de todas las peticiones en casi cinco años, unas 543.664. Solo el pasado octubre, hubo tantos registrados como en los primeros tres años y medio del flujo migratorio, con más de 156.500 solicitantes. Otros 4,6 millones de sirios se encuentran en países próximos al suyo.
Las necesidades de los sirios rebasan por un amplio margen las donaciones internacionales para enfrentar la crisis. Naciones Unidas asegura que la guerra civil ha desplazado a más de 11 millones de ciudadanos de ese país, 6,5 de ellos dentro de sus propias fronteras. Las contribuciones, sin embargo, siempre han estado por debajo de las expectativas del organismo. De los 16.107 millones de euros de ayuda reclamada entre 2013 y 2015, apenas se han recaudado unos 9.500 (59%).
El máximo donante internacional es Estados Unidos, seguido de Reino Unido, el máximo donante europeo. Kuwait es el mayor cooperador del mundo árabe y el cuarto del planeta. Los británicos entregaron el pasado curso 632,2 millones de euros. Kuwait donó 282,2. Sus vecinos saudíes, mucho más implicados en la guerra siria, aportaron solo un poco más de la tercera parte de esta suma.
La ONG Oxfam Intermón presentó el lunes pasado un informe en el que contrasta la contribución de un grupo de países ricos con un cálculo de cuánto tendría que aportar cada uno a partir del tamaño de su economía. Alemania, el miembro de la Unión Europea que recibió más peticiones de asilo en los primeros nueve meses del año anterior (262.360, de las que 65.915 fueron sirias), aprobó con holgura el examen de Oxfam. El país contribuyó en 2015 con 611,3 millones de euros, el 152% de lo que fijó para este la ONG. Austria (53%), otro de los Estados de la UE que registró más solicitudes, quedaron muy por debajo de este rasero. Francia, que reforzó sus acciones militares en Siria tras los atentados de París del pasado 13 de noviembre, ha contribuido con el 45% de sus hipotéticas posibilidades. Rusia, principal aliado del régimen del presidente Bachar el Asad, lo ha hecho con un exiguo 1%. España solo alcanzó el 37% de las expectativas.
El Gobierno austriaco anunció el mes pasado que deportará a 50.000 migrantes sin estatus de refugiado hasta 2019. Alemania, Suecia y Dinamarca también han presentado en las últimas semanas medidas polémicas con respecto a la crisis migratoria, como endurecer el derecho al asilo, expulsar hasta 80.000 inmigrantes y confiscar las pertenencias de quienes arriben con más de 1.340 euros. A diferencia de los austriacos, que solo han aportado la mitad de lo que, según Oxfam, podrían entregar, estos tres países han trascendido las estimaciones de la ONG. Alemania con más de la mitad; Suecia con cerca de ese mismo porcentaje (142%); y Dinamarca, que requisará los bienes de los peticionarios de asilo y dificultará su reagrupación familiar, con más del triple de los recursos esperados (318%).
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