Nadie puede decir qué hora es en Chile
SANTIAGO—Los chilenos sabe que no pueden confiar en los relojes.
Aquí, en este estrecho país que se estira hasta el rincón más lejano de la Tierra, las autoridades no se ponen de acuerdo sobre qué hora fijar. El gobierno ha jugado con frecuencia con el cambio de horario para ahorrar energía, modificando las fechas en las que los relojes se adelantan o atrasan una hora.
La práctica trastorna las horas de las computadoras, los celulares y otros aparatos programados para implementar el cambio de horario en una fecha específica.
Esto hace que el teléfono de una esposa diga una hora, mientras que el de su marido tenga otra, lo que arruina los planes de almuerzo. El dueño de una tienda de relojes antiguos llegó tarde a trabajar porque su celular se atrasó una hora cuando no debía hacerlo. Entre tanto, un ingeniero tuvo que improvisar una presentación a un cliente cuando un colega más joven apareció una hora tarde, convencido de que estaba a tiempo.
“La gente anduvo confundida por varios días”, dijo el emprendedor Sean Park, quien recientemente no llegó a reuniones después que sus relojes electrónicos cambiaron cuando no debían.
El experto chileno en tecnología Cristian Ocaña compara el dilema autoinflingido del país con el error de programación conocido como Y2K que mostró fechas incorrectas en algunas computadoras. “Esto afecta nuestros recursos y molesta a muchas personas”, observa.
Veamos lo que le pasó a Claudia Marie Clemente el mes pasado con sus planes para almorzar. La escritora y directora de cine nacida en Brooklyn, Nueva York, pero que ha vivido en Chile desde 1992, tenía previsto encontrarse con su esposo y unos amigos para almorzar en nuevo restaurante de hamburguesas a la 1 de la tarde. Con tres varones pequeños de 3 años o menos, siempre necesitan mucho tiempo para prepararse.
Clemente pensó que estaba a la hora cuando miró su teléfono Android, donde eran las 11:30 de la mañana. Pero entonces se dio cuenta de que en el sistema de alarma de su casa eran las 12:30. Le preguntó la hora a su marido, Gregorio González. En su iPhone, eran las 12:30, la hora correcta. Pero en el otro móvil de González, con sistema Android, que estaba programado para el retraso de una hora, decía que eran las 11:30.
“Me sentía absurda, como si me hubiera arrastrado un túnel del tiempo”, dijo Clemente, quien se quedó en la casa con los dos niños menores mientras su marido corría hacia el restaurante con el mayor. Durante el resto del día, se dedicó a buscar en Google con la pregunta “¿Qué hora es en Chile?”
Varios países debaten el valor del cambio de hora para el ahorro de energía. Los que lo defienden aseguran que ayuda a reducir los costos de la electricidad al proveer más luz natural en las noches. Los críticos sostienen que cambiar los relojes tiene consecuencias para la salud de las personas, ya que trastorna sus patrones de sueño. Pocos lugares juegan tanto con los relojes como Chile.
En 2009, los relojes fueron atrasados en marzo para proveer una hora adicional de luz en la mañana, cuando comienza el otoño. En 2010, el cambio fue retrasado hasta abril, luego de un fuerte sismo, para proveer más luz en la noche para las labores de rescate. En 2011, fue implementado en mayo para ahorrar energía durante una sequía. En 2012, el cambio ocurrió en abril.
El gobierno de la presidenta Michelle Bachelet anunció el año pasado que acabaría con los cambios de hora, manteniendo el horario de verano de tres horas antes de la Hora Universal Coordinada (UTC por sus iniciales en inglés), un estándar que básicamente equivale a la hora del meridiano de Greenwich, que los científicos usan como referencia para fijar los husos horarios en todo el mundo.
“Podíamos ver que la gente estaba muy frustrada con todos estos cambios”, reconoció el ministro de Energía, Máximo Pacheco, quien supervisó la decisión del gobierno.
La decisión desató un nuevo debate nacional. La mayor parte de la geografía chilena corresponde a cinco horas antes de UTC, lo que significa que los relojes en el país fueron puestos dos horas más tarde de lo que se esperaba. Eso puso a Chile en la misma zona horaria que Rio de Janeiro, que se encuentra a 2.896 kilómetros de distancia.
A causa de ello en junio, durante el invierno, el sol no salió en Santiago sino hasta cerca de las 8:45 a.m.
Pacheco dice que la decisión estaba dirigida a reducir los costos energéticos y el delito en las noches, al tener una hora extra de luz solar. Sin embargo, fue criticada por aquellos que se quejaron por tener mañanas largas y oscuras.
La Sociedad Nacional de Agricultura dijo que el ajuste de hora afectó la productividad. Un organismo de salud ocupacional halló que el número de accidentes de trabajadores durante su recorrido desde y hacia sus empleos subió marcadamente entre mayo y septiembre del año pasado. El absentismo escolar se incrementó a medida que los niños pasaban apuros para despertarse a tiempo y los padres se preocupaban por enviarlos a la escuela cuando aún estaba oscuro.
Después de meses de debate, el gobierno se echó para atrás en marzo, y accedió a retrasar los relojes en una hora a partir del sábado pasado, donde se mantendrán durante tres meses. Después de eso, se adelantarán una hora. El próximo año y en 2018 el gobierno planea un cambio similar.
LATAM Airlines Group, con sede en Santiago, dijo que los cambios afectan la programación de 4.300 vuelos, lo que requiere que la firma contacte a 230.000 pasajeros. La Asociación Chilena de Empresas de Tecnología de Información calcula que a algunas compañías la reprogramación de todos sus aparatos les costaría hasta US$150.000.
González, el padre de los tres hijos que es el gerente general del proveedor de índices de renta fija LVA Índices, ahora escribe todas sus citas en su calendario de Google en caso de que la computadora tenga un ajuste automático.
Cristian Hermansen, presidente del Colegio de Ingenieros de Chile, ajustó manualmente el reloj de su computadora a la zona horaria de Buenos Aires, donde no hay cambios de horario, para evitar cambios repentinos en su calendario.
Kyle Wiggins y Jack Fischl, los cofundadores de Keteka, un sitio de viajes enfocado en América Latina, sonaban sorprendidos cuando descubrieron que la hora se atrasaría de nuevo. Recuerdan haber quedado perplejos el año pasado cuando se despertaron una mañana y no sabían la hora. Le preguntaron a gente en la calle, pero nadie se ponía de acuerdo.
“¿Oh, la van a cambiar de nuevo?”, dijo Wiggins en una reunión reciente. Durante la confusión del año pasado “yo decía ‘es alguna hora’, y seguíamos como si nada”.
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