La infiltración de Irán en América Latina
El fiscal argentino Alberto Nisman murió de un disparo en la cabeza en enero de 2015, un día antes de comparecer ante el Congreso de su país para testificar sobre un presunto encubrimiento del atentado terrorista iraní contra un centro comunitario judío de Buenos Aires en 1994. Aún no hay un fallo sobre si Nisman fue asesinado, pero un nuevo informe (que será publicado el martes) avanza a pasos agigantados para demostrar un motivo.
Joseph Humire, director ejecutivo del centro para una Sociedad Libre y Segura con sede en Washington D.C., acude a miles de documentos e interceptaciones legales dadas a conocer públicamente para mostrar cómo la muerte del fiscal eliminó un obstáculo clave para Irán y “despejó el camino para que avanzara a una nueva fase en sus operaciones de información e inteligencia en América Latina”. Si la teocracia, que es el principal patrocinador del terrorismo en el mundo, no asesinó a Nisman, fue el principal beneficiario de su muerte.
Nisman era el fiscal especial que investigaba el ataque terrorista contra el centro comunitario judío AMIA. En 2006 acusó a ocho ex funcionarios iraníes (incluyendo al ex presidente Ali Rafsanjani) y a un ciudadano libanés. Al año siguiente, por petición de Nisman, la Interpol emitió una circular roja para la captura de seis de los acusados. Pero Irán se quedó de brazos cruzados.
Usando interceptaciones legales, Nisman armó posteriormente un caso sobre el acuerdo de encubrimiento al que había llegado el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para eliminar las huellas de Teherán del ataque contra AMIA a cambio del petróleo iraní y la reapertura del mercado de Irán a los granos y la carne de res argentina.
La semana anterior a su muerte, Nisman había presentado una acusación penal contra miembros del gobierno de Fernández de Kirchner. Su asesinato no detuvo la difusión pública del contenido de su reporte, pero su muerte frenó su plan de llevar el crimen de Irán a la arena internacional. Una medida de este tipo tenía el potencial de socavar los objetivos clave de la política exterior de Teherán.
La guerra asimétrica de Irán contra Occidente exige relaciones comerciales porque esto le permite desplegar operativos políticos especializados en propaganda, inteligencia y terrorismo, así como financiar sus actividades bajo la pretensión de ser actividades de negocios.
En diciembre de 2014, la prioridad de Irán era poner fin a las sanciones de Naciones Unidas para facilitar esta capacidad. Esto significaba conseguir legitimidad a través de negociaciones exitosas con cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. Nisman estaba a punto de aguarle la fiesta.
Algunos meses después de la muerte del fiscal argentino, en una caja fuerte en Buenos Aires, los investigadores descubrieron un documento firmado por Nisman fechado en diciembre de 2014. Es un pedido a las autoridades de Argentina para que soliciten formalmente que la ONU invoque su carta e intervenga en el caso AMIA.
“El rechazo de Irán a extraditar a su acusado, de acuerdo con Nisman, lo puso en desacato de sus obligaciones internacionales para apoyar una causa legal de terrorismo internacional con otro miembro de la ONU”, escribe Humire. Es más, “Nisman citó a Sudán y Libia como precedentes para la intervención de la ONU cuando un Estado que patrocina el terrorismo obstruye la justicia en un caso de terrorismo internacional”.
Para 2015, las negociaciones nucleares estaban entrando en una etapa crucial. No está nada claro si el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, habría reconsiderado la legitimación de Irán ya en marcha. Al mandatario estadounidense no le gusta que los hechos se interpongan en el camino de su legado.
Pero si Nisman hubiera hablado en una audiencia ante la ONU, su extensa investigación podría no haber sido ignorada. Según Humire, el fiscal había producido más de “1.500 páginas de reportes de fuente abierta sobre Irán y Hezbolá” y otras 1.500 páginas de material clasificado sobre el atentado contra AMIA. Como mínimo, habría puesto en duda los desmentidos de Irán que que apoya el terrorismo.
Humire sostiene que el material clasificado, que aparecen en un informe de 2003, debe ser desclasificado para que lo que los argentinos tengan el “conocimiento necesario para comprender la gravedad y la duración de la influencia de Irán en su país”. El resto del hemisferio también merece saber acerca de las maniobras de Irán. Como dice Humire: “En un momento en que la influencia de EE.UU. ha disminuido en la región, América Latina es sin duda la prioridad de la política exterior de Irán fuera de Medio Oriente”.
Los gobiernos autoritarios de Venezuela, Bolivia y Nicaragua han agradecido la presencia y la influencia de Irán. Pero otros están siendo invadidos subrepticiamente, a través de las embajadas, centros culturales y mezquitas. Las comunidades rurales del sur del Perú son blancos típicos para el lanzamiento de redes. Empresas de fachada en las industrias de la carne y sus derivados en Brasil y Uruguay son utilizadas para encubrir a los agentes iraníes. El informe de Humire también muestra cómo Irán se ha infiltrado en las universidades chilenas.
No es difícil ver cómo el fin de las sanciones contra Irán, que liberó US$150.000 millones en activos y reabrió los canales económicos internacionales, aumentará la penetración del país en el hemisferio occidental.
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