¡Sí son refugiados políticos!
En estos tiempos que corren, cada vez más parece que vivimos en un estado de surrealismo. Militares de regímenes comunistas liderando mega-empresas con fines de lucro, jerarcas de la religión organizada tomando partida con modelos políticos temporales y tiránicos, sistemas económicos de mercado sirviendo tanto a democracias como dictaduras, en fin, el relativismo moral que marca estos momentos parece no tener ni un ápice de pudor. Esto ayuda entender lo que está pasando con los cubanos en Ecuador.
La dictadura castrista, desde hace años, ha ejercido una tolerancia magnánima (algo no característico) en permitir la salida de los cubanos del territorio nacional. La idea es clara: la exportación de seres humanos ha sido un negocio muy lucrativo para Cuba comunista. Por un lado, tenemos el arrendamiento del sector médico cubano. Pese a que esta práctica hasta el momento ha escapado los filtros éticos y jurídicos del mundo, la realidad es que convenios laborales internacionales prohíben lo que el castrocomunismo hace. Para ser exacto y nombrar sólo uno: el Convenio de Protección de Salarios (No. 95, Artículo 9,ILO 1949) fustiga la práctica del gobierno de los Castro de pillar el 90 % del pago del obrero cubano. De modo que tarde o temprano, la neo esclavitud que La Habana ejerce, podría encontrar un tropiezo y eso lo saben.
La calculada preferencia ha sido la de facilitar la exportación humana de cubanos hacia la diáspora próspera y generosa, con fines predecible. La idea es que la nación cubana en el extranjero envíe enormes cuantías de capital, sin el régimen castrista tener que expender ningún esfuerzo productivo. Esta importación de dólares y dólares en especie es un negocio de bonanza. También está en las pretensiones del gobierno de los Castro, forjar con este éxodo tolerado una emigración “leal”. Como el totalitarismo cubano controla quién entra y quién sale de Cuba, quién gana y quién pierde en la “nueva economía”, parecería razonable pensar que esta emigración no cruzaría la línea de lo político. El hombre nuevo cubano en Ecuador, sin embargo, le demostró al castrismo lo equivocaron que estaban y al mundo le recalcaron que el problema en Cuba, no es económico, sino político y ético.
Cubanos protestando y a grito pelado denunciando las verdades que el castrocomunismo no le gusta escuchar, les debe de haber caído como una patada en el estómago. Mucho más potente fue el golpe, ocurriendo esto ante su sede diplomática en un país amistoso y con la tecnología disponible para difundir todo instantáneamente. El paralelismo que han tratado por décadas de establecer, que los cubanos son igual que los mexicanos (o los guatemaltecos, et al) al emigrar por cuestiones económicas, tiene claro propósitos propagandísticos. El castrismo siempre ha buscado el amparo de las equivalencias falsas para esconder su barbarie. Que cubanos puedan expresarse de la manera que lo hicieron en Quito antes de ser reprimidos, por las órdenes que dio Rafael Correa al recibirlas él de Raúl Castro, es intolerable para una dictadura como la existe en Cuba. Pregúntenselo a las Damas de Blanco. El régimen de La Habana no puede perder el control de la calle. La hegemonía dictatorial cubana, hay que recordar, tiene primacía sobre las dictaduras del socialismo del siglo XXI (Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia) y esas calles ajenas tampoco están en la disposición de perder.
Mientras en Cuba mande un régimen de dominación total, nada escapa lo político. En el totalitarismo, lo económico y lo político son unísonos. Sistemáticamente son fusionados y permanecen inseparables. El éxodo cubano no deja de ser político. Esto es el caso, con o sin, la Ley de Ajuste Cubano. Órganos internacionales deberían de extenderles a estos cubanos el estatus de refugiados políticos. Si el gobierno mexicano y el despotismo ecuatoriano y nicaragüense se quieren prestar a servir los intereses de Cuba comunista, los EE UU debería de tomar otro curso, uno consistente con su trayectoria histórica.
Protesta de cubanos frente a embajada Castrocomunista de Cuba en Quito
El autor es escritor, politólogo, conferenciante y Director de Patria de Martí (www.patriademarti.com). Su último libro es Dictaduras y sus paradigmas: ¿Por qué algunas dictaduras se caen y otras no? Nació en La Habana, Cuba y reside en los EE UU.
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