Los bien servidos
El Brexit muestra que en todas partes se cuecen habas. Dentro de esas habas se encuentra la de echarle la culpa de cualquier problema a los demás sin querer asumir las consecuencias de los propios actos. Pocas veces se ha visto esto tan clara y rápidamente como en la reacción de muchos de los que no votaron a un resultado que ellos no querían.
Nicholas Barret, un joven, escribió un artículo en el Financial Times en el que decía: “Nuestros padres, tíos, y abuelos nos han quitado la libertad de movimiento en un golpe de despedida a una generación que ya se estaba ahogando en las deudas de nuestros predecesores”. El joven se basaba en el hecho que la mayor parte de los viejos votaron por salirse de la Unión Europea y la mayor parte de los jóvenes por quedarse en ella.
Pero en los comentarios a su artículo la gente notó que sólo el 36 por ciento de los jóvenes de 18 a 24 años fueron a votar, mientras que el 83 por ciento de los que tienen más de 65 lo hicieron. Y la gente preguntó: si los jóvenes sentían tan fuertemente por Brexit, ¿por qué tantos de ellos no fueron a votar? ¿Y por qué no habiendo ido a votar se quejaban ahora tan amargamente?
Una mujer joven contó que los empleados de una barbería habían dicho que no iban a votar porque estaban cansados de la campaña tan llena de malas informaciones, y porque no estaban seguros de entender las implicaciones de la decisión. Otro joven dijo que para él votar no tiene sentido porque no cambia nada y porque no hay manera de votar por todo lo que él quiere (salarios más altos, vida más cómoda). Otro explicó que no votaba porque los jóvenes están severamente desilusionados con la clase política entera. Otro dijo que los jóvenes trabajan y tiene mucho que hacer además, mientras que los viejos tienen todo el tiempo del mundo.
Sabiendo que ellos piensan (poco realistamente) que Brexit les va a arruinar la vida, uno imagina inmediatamente una escena varias décadas en el futuro, en la que uno de estos jóvenes, sentado a la intemperie en una noche nevada junto al fuego, lleno de harapos, cuenta a sus nietos cómo esa Gran Bretaña que antes fue rica se volvió miserable en un solo día por culpa de los entonces viejos. Y uno imagina a los también harapientos nietos diciendo y preguntando: “Abuelo, ¡Qué superficial eres! ¿de verdad dejaste que te arruinaran a ti y al país entero, y a nosotros, sólo porque te caían mal los políticos del día? ¿Quiere decir, abuelo, que para arruinar tu vida es suficiente caerte mal? ¿Por qué no participaste tu para mejorar la política?”.
Una nieta diría: “Abuelo, si no votaste porque no entendías lo que se jugaba, ¿por qué protestaste tan vehementemente al día siguiente contra los resultados? Si pudiste entender tan rápidamente que la salida no era lo que querías, por qué no lo pensaste 24 horas antes?”.
Y otra nieta diría: “¿Cómo puedes decir que no votaste porque votar no tiene sentido porque no cambia nada, si tú mismo dices que sí cambió todo?”.
Y el más chiquito diría: “¿Cómo dejaste que los demás decidieran algo que te iba a afectar tanto la vida?”.
¡Todo suena familiar porque tenemos tantos de esos aquí!
En los últimos años hemos tenido los peores gobiernos de la historia de nuestro país, estamos galopando hacia una crisis fiscal, el volumen y la calidad de todos los servicios públicos son cada vez peores, la gente en el gobierno no hace un misterio de sus intenciones de instalar un régimen comunista como el de Cuba, está desmontando todas las instituciones democráticas del país, está aplastando la capacidad productiva…y todavía hay gente, muchísima gente que, quejándose amargamente de todas estas cosas, sigue diciendo que no van a votar, que nadie les está presentando las opciones que ellos se merecen…y siguen negándose a participar en mejorar dichas opciones. Ojalá estas personas, las bien servidas, no tengan que dar explicaciones a sus nietos, diciendo que perdieron a su país a una tiranía marxista porque nada les satisfacía.
En Gran Bretaña no va a haber harapos. Aquí sí.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
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