El Salvador: La venida del FMI
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha hecho una visita al país y ha dicho lo que ya es obvio para todos: que la situación fiscal es insostenible. El FMI ha identificado sólo la parte más sencilla del problema: que los gastos son mucho más altos que los ingresos del gobierno, con lo que la deuda del gobierno ha subido rápidamente en términos absolutos (el número de dólares que se deben) y relativos (la deuda como porcentaje del Producto Interno Bruto, que es la medida de la producción del país). Típicamente, el FMI no ha identificado tres problemas igualmente serios, que son síntomas de una enfermedad más grave que aqueja no sólo a las finanzas del estado sino al manejo del gobierno en general.
El primero de estos es que a pesar de que los aumentos tan altos en los gastos, el volumen y la calidad de los servicios públicos han disminuido sustancialmente. Es decir, estos aumentos de gastos no se han realizado para mejorar la suerte de la población. Al contrario, los servicios de salud y educación están cada vez peores, los hospitales no tienen medicinas ni equipo, las unidades de salud y las escuelas se encuentran en un estado ruinoso, el presupuesto por alumno de las escuelas se ha disminuido de 25 a 13 dólares por alumno, la inversión pública está deprimida y el gobierno se queja de que necesita dinero para seguridad. Es decir, la voracidad del gasto es un cáncer que está comiéndose no solo los ingresos sino también está quitando los recursos que antes se dedicaban a los servicios públicos.
El segundo problema es que el gobierno está tomando dinero prestado no para financiar inversión sino para financiar gastos corrientes. La diferencia es enorme. Cuando el país toma prestado para invertir (digamos en escuelas, o en carreteras, o en unidades de salud) las obras así financiadas generan beneficios que desarrollan a la sociedad y así mejoran la capacidad de pago del país. De esta forma, cuando hay que pagar las deudas, la capacidad productiva de la población ha aumentado, y la economía ha crecido, lo que vuelve más ligera la carga del pago. El gobierno actual, sin embargo, usa el dinero prestado para pagar salarios y gastos del día que no mejoran ni a la población ni su capacidad de pago. Lo único que aumenta es la burocracia, que tiene efectos muy negativos en el desarrollo del país.
El tercer problema es que con su retórica, su pública actitud en contra de los inversionistas, sus aumentos continuos de impuestos y su aumento de la burocracia, el gobierno ahoga no sólo la inversión, el empleo y el desarrollo económico sino también su propia capacidad de generar ingresos. Una economía que no crece no puede generar ingresos fiscales.
De esta forma, el gobierno se ha metido en un círculo vicioso que él mismo se ha labrado. Quiere hundir al sector privado por razones de poder y al mismo tiempo quiere tener más ingresos para contratar correligionarios que les ayuden a ganar elecciones. En su desaforada obsesión por obtener fondos para este propósito el gobierno deja sin servicios públicos a la población y los deja endeudados en préstamos que tendrán que pagar por décadas.
El FMI no analiza estos tres problemas porque su mandato no es arreglarle las políticas económicas y sociales a los países sino hacer que la diferencia entre sus gastos y sus ingresos sean sostenibles. Estos son problemas que tendremos que resolver nosotros.
Entonces, ¿por qué debe venir el FMI si sólo se encarga del problema más fácil, el que un niño que sepa leer y escribir puede financiar, de hacer que los gastos sean consistentes con los ingresos? Por dos razones. Primero, porque el gobierno no tiene esta capacidad. Alguien tiene que venir y hacerle los cálculos. Segundo, porque el gobierno del FMLN ha demostrado una y otra vez que no cumple con ninguna promesa. Un programa con el FMI se convierte en un convenio que tiene que cumplirse. El gobierno no cumplió con el anterior. En esa vez, pudo conseguir préstamos porque el gobierno no estaba tan endeudado y no había mostrado toda su incapacidad. Ahora, si no cumple, no podrá tomar dinero prestado en los mercados. Tendrá que cumplir.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
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