Venezuela sigue cayendo
Bajo el título “Testificando un Completo Colapso de la Sociedad en Venezuela” la revista Time acaba de publicar una serie de 32 fotografías documentando lo que está pasando en ese país. El fotógrafo que la produjo, que ha trabajado en Irak, Afganistán y Colombia, dijo que Venezuela es el lugar más duro en el que ha trabajado. No hay medicinas, ni anestesia, ni comida en las tiendas, y la gente tiene que esperar por días enteros para conseguir gas. El mal manejo de la cuenta de dólares del Banco Central de Venezuela ha llevado a Citi a suspender los servicios de banco corresponsal. Muchas líneas aéreas se han retirado del país. El gobierno reprime violentamente las diarias manifestaciones de protesta. “Por los últimos cuatro años Venezuela ha estado siempre en crisis y nunca ha reventado. Pero ahora estoy asustado de cómo va a terminar. Venezuela ha cruzado la línea de no retorno. Estoy preocupado de lo que sucederá después”.
El caso de Venezuela contradice lo que mucha gente piensa: que hay un límite a lo que puede caer un país, que al pasar de cierta línea los que manejan el gobierno responderán, que la comunidad internacional hará algo cuando un país cae tanto, que la razón tendrá que prevalecer y, en el caso de Venezuela, que sería fácil para la oposición el recuperar el poder por medio de un referéndum revocatorio. Nada de esto ha pasado. El gobierno sigue diciendo que sus problemas provienen de que cayeron los precios de los productos primarios y a un ataque económico de Estados Unidos, cuando es claro que ningún otro país dependiente de esos productos ha caído en la crisis en la que ha caído Venezuela, y que todos los problemas del país han sido causados por la política de los socialistas del siglo XXI. Un grupo pequeño sigue ahogando al país, reprimiendo las manifestaciones en contra, y llevando al país entero a la ruina con el único propósito de satisfacer su inexhaustible ambición de poder y dinero.
¿Cómo es que Venezuela pudo haber caído tanto, y seguir cayendo, sin que nadie logre hacer nada para evitarlo?
La respuesta es porque durante varios años los Socialistas del Siglo XXI lograron desarticular cualquier oposición real y potencial con cuatro armas principales. Una ha sido el uso de la intimidación y la violencia, disparando contra manifestaciones, apresando a los opositores, aun asaltando y quebrándole la nariz a una diputada dentro de la Asamblea misma. La segunda fue un trabajo continuo para reformar la institucionalidad del país para asegurarse de que el poder real estuviera en manos de ellos mismos, reformando las leyes electorales, dándose ventaja para dominar siempre los tres poderes del estado. La tercera fue una campaña sistemática del gobierno para tranquilizar al sector privado con beneficios y privilegios mientras durara el boom del petróleo. Ciegos a su verdadera realidad, los empresarios aceptaron que los Socialistas del Siglo XXI hicieran lo que quisieran en términos de destruir la estructura institucional del país. Al fin y al cabo, pensaban, igual que los nicaragüenses y algunos salvadoreños, que hagan lo que quieran con tal de que nos dejen manejar nuestras empresas.
La cuarta ha sido más sutil pero ha sido tan o más efectiva que las otras: la también sistemática descalificación de la empresa privada a través de inyectarle a la gente la idea de que el lucro es malo. Los empresarios no le prestaron atención a esto y algunos, por hacerse los progresistas, contribuyeron a la diseminación de esta idea, a pesar de saber que es absurda. Todas estas cosas juntas fueron erosionando las bases de la democracia venezolana en la mente de los ciudadanos.
Con los ciudadanos pensando que el lucro es malo, que el afán de poder de la derecha también es malo pero es bueno en la izquierda, que el lucro de los de izquierda que se enriquecían en el gobierno había que ignorarlo para que los izquierdistas no lo criticaran a uno, la estructura social de la derecha colapsó hace mucho tiempo, dejándoles el camino abierto a los Socialistas del Siglo XXI. La estrategia de éstos, y de todos los miembros del Foro de Sao Paulo es la misma: debilitar al árbol para que caiga el fruto. Ojalá que esto no pase aquí también.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
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