Si le gustan los derechos, la libertad y las oportunidades económicas, celebre la Navidad
The Beacon – El Instituto Independiente
Aquellos de nosotros que disfrutamos de los múltiples beneficios de las sociedades basadas en el respeto de nuestros derechos humanos y económicos deberíamos primordialmente hacer una pausa para dar gracias por la encarnación de Dios como Cristo, la cual se celebra esta semana.
Existe afortunadamente en la actualidad una vasta literatura de la cual podemos aprender cómo los diversos principios y leyes que hoy día damos por sentados habrían permanecido sin ser descubiertos si Cristo no hubiese vivido.
Joseph Schumpeter, Murray Rothbard, Alex Chafuen, y otros han documentado acertadamente las raíces más remotas de la economía austriaca moderna en la erudición medieval cristiana—incluyendo el desarrollo de la teoría del precio justo, la teoría subjetiva del valor, el apoyo al capitalismo y el libre comercio, y el pensamiento sofisticado sobre el dinero y la banca (incluyendo fuertes críticas al sistema bancario de reserva fraccional)
[Los escolásticos españoles] enseñaban moral y teología en la Universidad de Salamanca, una ciudad medieval situada a 150 kilómetros al noroeste de Madrid, cerca de la frontera con Portugal. Eran principalmente dominicos o jesuitas, y su punto de vista sobre la economía se asemeja mucho al enfatizado por Carl Menger más de 300 años después.Un breve resumen se encuentra en esta excelente entrevista con Jesús Huerta de Soto, y en el trabajo “Nueva Luz sobre la Prehistoria de la Escuela Austriaca” de Rothbard.
Estos hallazgos por parte de los eruditos cristianos no fueron casuales. Sus descubrimientos fueron posibles sólo en virtud de su teología: la creencia de que el universo fue creado y gobernado por un Creador justo, pacifico y racional que había dotado a sus criaturas con mentes con las cuales al llegar a conocerlo, se encaminaran a descubrir sus leyes.
La accesible obra del sociólogo Rodney Stark sigue el rastro de la historia del cristianismo y sus innumerables contribuciones al bienestar de la humanidad. Entre mis favoritos se encuentra el trabajo en el cual efectúa una demostración de por qué las mujeres fueron especialmente atraídas en gran número a convertirse al cristianismo como, por ejemplo, las mujeres de la nobleza romana. La primitiva iglesia cristiana concedía a las mujeres un estatus y derechos inusuales, en marcado contraste con la sociedad romana, donde las mujeres estaban sujetas a sus familias y esposos, eran a menudo obligadas a abortar (generalmente una sentencia a muerte también para la madre), y a casarse en la adolescencia con hombres mucho mayores. Los romanos también practicaban ampliamente el infanticidio, sobre todo de las niñas. Las mujeres cristianas ocupaban cargos de autoridad en la iglesia primitiva, elegían con quién se casaban (y se casaban mucho más tarde, en la edad adulta), y podían tener un título de propiedad y el control de la misma.
La temprana práctica de la caridad cristiana y el cuidado de los enfermos, tal como acontecía durante las frecuentes plagas, también contribuyó a que se convirtieran al cristianismo crecientes segmentos de la sociedad, lo que alarmó tanto al emperador Juliano que ordenó que los sacerdotes paganos emularan sus prácticas:
‘Los impíos Galileos mantienen no sólo a sus pobres, sino también a los nuestros, todos pueden ver que nuestra gente no obtiene ayuda de nosotros.”
Stark también muestra a la teología cristiana como la fuente de la razón, y desmiente la afirmación de que el cristianismo, la razón y la ciencia se encuentran de alguna manera en desacuerdo. Documenta, por ejemplo, que al igual que con la politización de la ciencia en torno a la histeria del calentamiento global en la actualidad, la muy repetida disputa entre Galileo y el Papa fue mayormente una cuestión de poder político, antes que un debate científico. (Del mismo modo el mito de la “tierra plana”, en gran medida una construcción del debate de fines del siglo XIX sobre la evolución. El libro de texto primigenio de astronomía medieval se intitulaba Tratado de la esfera).
Una versión abreviada de la tesis de Stark se encuentra en “Cómo el cristianismo condujo a la libertad, el capitalismo, y el éxito de Occidente” (En inglés).
Nada de esto, por supuesto, implica negar que mucha crueldad y estupidez se ha consumado en nombre del cristianismo. De ahí la necesidad de mirar principalmente a la fuente: Cristo, su vida y enseñanzas, y sus implicancias para la forma en que cada uno de nosotros debemos conducir nuestras vidas.
Tenemos la suerte de contar con la asistencia de muchos grandes pensadores al hacerlo, pero, en última instancia, es un asunto entre Dios y cada uno de nosotros. Esta semana celebramos que posibilitara esa relación aún más, sirviendo a toda su creación al venir a la tierra como hombre.
¡Feliz Navidad!
Traducido por Gabriel Gasave
Mary L. G. Theroux es Vicepresidente de The Independent Institute.
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