La política económica fundamental
Como lo explicó hace muchos años Joseph Schumpeter, el desarrollo conlleva dos elementos, uno destructivo y otro constructivo. Para hacer camino para las innovaciones que son el fundamento del desarrollo, la economía naturalmente destruye las actividades que estas innovaciones han vuelto obsolescentes. Los que trabajan en estas últimas experimentan bajas en los salarios y reducciones en las oportunidades de trabajo, mientras que los que trabajan en actividades que toman ventaja de las nuevas tecnologías experimentan lo contrario—más oportunidades y mayores salarios. Este proceso se acelera en las épocas en las que, como la que estamos viviendo, se está desarrollando una revolución tecnológica.
Es clave, pues, identificar la dirección que la economía y las oportunidades de empleo están tomando si que queremos que nuestro país tome ventaja de ellas y no quede aplastado dentro de el tipo de economía que está desapareciendo. Es decir, debemos entender hacia dónde va el mundo.
En estas columnas he insistido ya por muchos años que la verdadera política económica de largo plazo, la que puede llevarnos al desarrollo, debe estar contenida en la inversión en capital humano—es decir, en la inversión en educación y salud, que por supuesto necesitan también de seguridad ciudadana. La Universidad de Georgetown publicó el 30 de junio recién pasado un estudio que proporciona aun más pruebas de la verdad de esta aseveración.
El estudio es sobre el tipo de trabajos que se han generado en Estados Unidos durante la Gran Recesión de 2008-2009 y en los años posteriores. Durante la recesión se perdieron 7.2 millones de trabajos. Esta cifra, sin embargo, era el resultado neto de 7.4 millones perdidos en trabajos que requerían un grado de educación equivalente a haber cursado algo de universidad o menos, y de una ganancia de 187,000 trabajos para gente con grado universitario o más alto. Es decir, la gente con grados universitarios no experimentaron caída en el empleo mientras que los que tenían menos educación sufrieron una pérdida enorme, 7,4 millones de puestos de trabajo.
Luego, en la recuperación, de 2009 a 2016, la economía recobró 11.6 millones de trabajos. Pero de éstos, 11.5 millones fueron para trabajadores con al menos alguna educación universitaria. Sólo 80,000 fueron para los que tienen secundaria o menos. Al observar el período entero (la Gran Recesión y su recuperación, de 2008 a 2016), la economía estadounidense creó 11,6 millones de trabajos para los que tienen algo de universidad o más, y perdió 5.5 millones en los que tienen sólo secundaria o menos.
El papel de la educación en el empleo se reconfirma con los datos de otra investigación realizada por el Hamilton Project que muestra que de 1990 a 2013 los salarios han subido o bajado de acuerdo al nivel de educación: los más educados han tenido aumentos sustanciales mientras que los menos educados han sufrido re-ducciones en sus salarios. Los dos extremos en la distribución de estos grupos son los que tenían menos que un diploma de secundaria, que perdieron un 20 por ciento de sus salarios, y los que tenían alta educación, que tuvieron un aumento del 21 por ciento.
Estas cifras muestran claramente la naturaleza del proceso de desarrollo económico y la dirección en la que se está moviendo. La economía que está surgiendo es la economía del conocimiento, en la que el factor principal de producción es la educación incorporada en las personas. Por supuesto que la inversión en infraestructura, maquinaria y equipo seguirá teniendo enorme importancia en el desarrollo, pero esa misma inversión lleva dentro de sí enormes cantidades de capital humano, y su realización y su uso para producir requiere cada vez mayores niveles de educación.
En El Salvador (y en América Latina en general) la educación es despreciada por los políticos porque sus resultados se ven sólo en el mediano y largo plazo. Esta es la razón por la que la región sigue subdesarrollada después de 200 años de independencia. Ojalá que el 2017 sea el año en el que al fin los políticos y la gente entiendan que la clave de todo el desarrollo está en la educación.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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