El Banco Central de Argentina, ¿una entidad que no acepta la moneda que emitió?
Son continuas las quejas de parte del sistema financiero por los grandes excedentes de billetes y monedas que están teniendo que atesorar debido a la negativa del Banco Central de recibirlos.
Esto último, llama la atención; ya que no parece razonable que un emisor de moneda se niegue a recibir la propia. Sin embargo, el argumento de la autoridad monetaria es que no tiene lugar para estoquearla; por lo que termina imponiéndole una carga pública a una parte de los bancos.
Los motivos por los que se da este problema son: a) los argentinos usamos relativamente poco los bancos y tendemos a usar mucho dinero físico para transacciones; b) en los últimos años, por la negativa del anterior gobierno de emitir billetes de mayor denominación y la alta inflación, se produjeron enormes cantidades de papel moneda para mantener el stock nominal necesario para que la economía opere; y c) hacia fines de año y en previsión de los gastos de las fiestas y de las vacaciones, tendemos a atesorar gran cantidad de efectivo, lo que permite al banco central emitir mucho sin consecuencias en los precios o en el tipo de cambio; pero, luego, durante el primer trimestre lo gastamos, bajando nuestra demanda de dinero.
El problema es que ese efectivo termina en los bancos, en tales cantidades, que no les alcanza el lugar propio para tenerlo; por lo que tienen que alquilar depósitos para almacenarlos, lo cual es caro.
Además, no todos los bancos tienen que afrontar este costo, sólo los que son receptores netos de efectivo; mientras que los que son pagadores no tienen ese problema. Como solución el BCRA incentivó un mercado en el cual se comercialice el efectivo entre las instituciones.
De esa forma, los bancos receptores se lo pueden vender a los que necesitan pesos para pagar, por ejemplo, jubilaciones. El problema es que eso no baja el stock excedente de billetes y monedas; ya que una vez que la persona recibe dicho pago, termina nuevamente en los bancos, porque del otro lado no hubo ningún aumento de la demanda de moneda del conjunto de la sociedad.
Recientemente se bajaron los encajes y algunos interpretaron que se intentaba compensar a los bancos por la carga pública que se le estaba imponiendo al no aceptar recibir efectivo. Si la idea es que pudieran prestar esos fondos liberados y obtener una rentabilidad que compense el costo de estoquear billetes, no fue una medida eficiente; ya que beneficio al conjunto del sistema financiero, cuando la nombrada carga pública sólo la soportan algunos bancos.
Otros consideraron que se buscaba aumentar el crédito; para que los bancos presten el dinero y el efectivo salga de sus depósitos. Sin embargo, eso es desconocer que demandar un crédito no implica querer atesorar dinero; ya que el primero se toma para gastarlo, no para guardarlo. Así que el préstamo terminará siendo una mera transferencia entre cuentas bancarias o, si se entrega en efectivo, al gastarse volverá al sistema en la cuenta del receptor.
Algunos proponen destruir gran cantidad de billetes; lo cual no sería aconsejable. Sólo debería eliminarse aquella moneda demasiado vieja para circular. Hay que tener en cuenta la estacionalidad que comentamos: a fines de año la gente aumentará nuevamente su preferencia por el efectivo y, aunque en menor medida, también lo hará antes de las vacaciones de invierno. Por lo tanto, los billetes que se destruyan tendrán que fabricarse de nuevo.
Fomentar el uso de dinero electrónico no resuelve el problema en el corto plazo, al contrario, lo profundiza; ya que disminuiría mucho más la demanda de efectivo. De todas formas, en el tiempo, la bancarización moderaría la estacionalidad de la demanda de billetes, que hoy es fuerte justamente porque la gente usa poco el sistema financiero.
Una solución posible al problema de excesos estacionales de efectivo en bancos es que el Banco Central permita contabilizar esos fondos para integrar los encajes. El resultado monetario sería similar a lo que hizo con la baja de las exigencias; pero beneficiaría solamente a las entidades que están obligadas a atesorar muchos billetes y moneda. Sin embargo, algunos consideran que es difícil de controlar esa integración. En definitiva, dado que no es razonable que la autoridad monetaria desconozca la moneda que emitió, es recomendables vuelva a aceptar recibirla y sea quien contrate los depósitos para guardarlos y no imponerle esa carga arbitraria a algunos bancos.
El autor es economista y director de la Fundación Libertad y Progreso.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
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