Los Macron, un amor de este siglo

El Nuevo Herald

En el plano político el triunfo de Emmanuel Macron ha representado un alivio para los franceses que temían el avance de la extrema derecha nacionalista que enarbola Marine Le Pen. Pero la llegada a la presidencia de este ex banquero también ha suscitado fascinación por la singular historia de amor que inició a los 15 años con quien es su esposa desde 2007.

Macron conoció a Brigitte Trogneux cuando era un estudiante en la escuela secundaria y ella era su profesora de teatro. Con una diferencia de 24 años, aquel improbable romance se vio interrumpido por las normas sociales y los dos enamorados esperaron a que él madurara y ella deshiciera su matrimonio. Finalmente Emmanuel y Brigitte se casaron cuando él tenía 30 y ella 54 años. Fue una unión que contó con la bendición de los tres hijos de la novia, los cuales desde el principio acogieron a un padrastro de casi la misma edad.

En realidad es una historia de amor común, al menos cuando se trata de tantas mujeres que en la juventud se enamoran de hombres mayores. La unión entre un señor maduro y una jovencita abunda en la literatura, el cine y en la vida. Hasta el día de hoy, la imagen de un Fred Astaire casi sesentón seduciendo a una virginal Audrey Hepburn en Funny Face sigue siendo un romántico filme de Hollywood.

No obstante, cuando un jovencito se enamora de una mujer madura y su amor se consolida a pesar de los obstáculos, hay muchos que se resisten a creer en el poderío de una mujer, como por ejemplo la Sra. Macron, a la hora de mantener vivos la atracción, el deseo y la admiración de su pareja. En efecto, la nueva primera dama podría ser la madre del recién electo presidente, pero es su amante y compañera.

En otros países los detalles de esta relación que comenzó cuando Macron era un imberbe y ella una atractiva señora, habrían sido objeto de feroces críticas moralistas en la campaña electoral. Pero los franceses han sido siempre mucho más licenciosos, con una visión muy amplia de las aristas del amor.

Basta recordar algunos filmes de la Nueva Ola Francesa, desde Jules et Jim, con dos hombres que comparten la pasión por Jeanne Moreau (bien es cierto que Robert Redford y Paul Newman también comparten cama con Katherine Ross en Butch Cassidy and the Sundance Kid), hasta la transgresora El soplo al corazón, en la que el adolescente que protagoniza este clásico de Louis Malle vive su primera experiencia sexual con su madre, una mujer liberada y sensual que encarna Lea Massari.

Malle, que años después se atrevió en Hollywood a llevar a la gran pantalla una relación entre una niña y un hombre adulto en el permisivo Nueva Orleans de principios del siglo XX con su polémico filme Pretty Baby, explora el despertar sexual de un muchacho con una madre que es más una amiga que una figura materna. El chico se repone en un balneario de un soplo cardíaco y, sin éxito, intenta seducir a chicas de su edad. Será una relación incestuosa entre madre e hijo la que resolverá de manera natural y sin esta urgencia de la pubertad.

Así son los franceses en el cine, en la literatura y en la vida. Hasta ahora, en el ámbito político han abundado los matrimonios abiertos como el de los Mitterrand. El tenía otra familia que vivía a unos metros del Elíseo y su esposa Danielle no lo vivió como una víctima, sino como la otra mitad de una pareja con espacio para affaires. En cuanto a Sarkozy y la modelo Carla Bruni, cada uno llegó a la residencia oficial con un abultado bagaje sentimental. Lo mismo ha sucedido con el antecesor de Macron, François Hollande, quien llegó a mantener a la vez una relación con una periodista y con una conocida actriz. De todas las preocupaciones que tienen los franceses, los líos amorosos de los políticos no les quitan el sueño.

Bien, ahora el matrimonio Macron, con una historia de amor muy risqué, son la pareja del momento por romper los moldes tradicionales. A los 15 años el actual presidente de Francia se deslumbró por la inteligencia y el atractivo de una versión femenina, si se quiere, del mito de Pigmalión. Emmanuel Macron y Melania Trump tienen en común que sus cónyuges les llevan 24 años. ¿Será lo mismo dormir en brazos de la mujer madura que en los brazos del hombre maduro? Tal vez algún día compartan confidencias en el Elíseo o en la Casa Blanca. Sería una foto para la historia.