Carta abierta a un amigo venezolano
Querido amigo:
Sé que nunca nos hemos visto en persona. Seguramente no hayas oido o leído jamás mi nombre. No eres de los venezolanos, valientes y decentes, que he tenido la ocasión de conocer en mi ciudad, y nunca he estado en tu tierra. Aún así, me tomo la libertad de escribirte unas líneas para enviarte mi apoyo en la lucha diaria que tú, como miles de tus compatriotas, sostienes ante la tiranía de Nicolás Maduro, el PSUV y sus numerosos cómplices. También, y te pido disculpas si lo consideras un atrevimiento, quiero hacerte partícipe de mis modestas opiniones sobre la situación que estáis sufriendo en la patria de Carlos Rangel, Rómulo Gallegos o Carolina Herrera.
En Venezuela se libra hoy la batalla de nuestro tiempo. Es el escenario del enfrentamiento más duro entre la civilización y la barbarie totalitaria. Quienes en Caracas, Táchira, Valencia, Maracay, Miranda y otros numerosos puntos de la hermosa geografía de tu país hacéis frente día a día a los sicarios bolivarianos sois un ejemplo para el mundo. Si el triunfo del chavismo llegara a ser definitivo, se impondrá una dictadura de corte castro-comunista. Os dirán entonces que Maduro, Cabello, Jaua y demás ralea han dado “dignidad” a Venezuela. Como en tantas otras cosas, su discurso será un calco del castrismo cubano. Por supuesto, mentirán. Quienes portan esa dignidad sois quienes no os queréis rendir.
Querido amigo, no se me escapa que es muy fácil escribir estas líneas desde la comodidad del salón de mi casa. Es un hogar en el que, a diferencia de lo que ocurre en muchos de los de tu país, nunca falta papel higiénico, otros productos de primera necesidad ni los alimentos más básicos. Cuando bajo a la calle y visito el supermercado o las tiendas de mi barrio, no tengo problema alguno para adquirirlos. No hay desabastecimiento ni una inflación galopante que convierta mi dinero en nada.
Sé que tengo la fortuna de vivir en un país que se parece en muchas cosas a lo que el tuyo fue en su día. Si veo a un agente de las fuerzas de seguridad, no tengo nada que temer. De hecho, como norma general, ni tan siquiera presto atención a su presencia. Así debe ser en cualquier lugar civilizado. Lo que ocurre en Venezuela me trae a la mente una anécdota de ya hace algunos años, en 2011. Un pequeño puñado de españoles y cubanos nos concentramos contra la dictadura castrista en la Puerta del Sol de Madrid. La mayor parte de los caribeños eran ex presos políticos, que pudieron salir de prisión a cambio de aceptar marchar al destierro junto a sus familias.
Uno de aquellos hombres valientes, que había pasado siete años y medio en prisión por pedir libertad para su pueblo, hizo un comentario que nunca olvidaré: “Se me hace extraño, hay policías alrededor nuestro y están para protegernos, no para acosarnos”. Así debería ser en todos los países del mundo, incluyendo su amada y añorada Cuba y tu querida Venezuela. No tendría que existir en la Tierra lugar alguno donde los uniformados tuvieran como misión reprimir a quienes reclaman libertad o se manifiestan por cualquier otro motivo.
Te decía que soy consciente de que es fácil escribir desde este lado del Atlántico, donde no nos enfrentamos a tiranos como el que hoy gobierna tu país. También sé que no tengo derecho a exigirte sacrificio alguno. No se puede reclamar a nadie que sea un héroe, si bien los venezolanos ya tenéis numerosos héroes por la libertad en forma de fallecidos, presos políticos, expulsados de sus trabajos y otros represaliados. Sin embargo, me permito el lujo de desear que no te rindas, que sigas haciendo frente a la tiranía.
Venezuela comenzó a deslizarse camino del precipicio totalitario hace ya muchos años, desde el momento mismo en el que Hugo Chávez llegó al poder. La marcha hacia el sistema dictatorial comenzó cuando muchos de los valientes jóvenes que hoy salen a las calles, como lo hicieron a finales de los 80 los de Europa Central y Oriental, eran apenas unos bebés o ni tan siquiera habían nacido. Ahora el proceso se ha acelerado y estáis peleando la batalla final. No hay lugar a componendas ni acuerdos posibles, puesto que el régimen no acepta una conclusión que no sea la de imponer su poder absoluto. El resultado tan sólo puede ser la dictadura ya indisimulada o la liberación del pueblo venezolano.
Apreciado amigo, recordad las lecciones de esta vieja Europa. En 1948 se impuso el comunismo en gran parte del continente sin apenas resistencia. Mis queridos húngaros, checos y eslovacos trataron de sacudirse el yugo comunista en 1956 y 1968. Fueron reprimidos a sangre y fuego. No lograron liberarse hasta décadas después. Y si miras a América, no dejes de prestar atención a Cuba. La tiranía de los Castro se impuso en 1959 y ha sobrevivido incluso a su fundador. Si ahora os rendís, varias generaciones de venezolanos no conocerán otra cosa que el terror totalitario.
Sé que si no cejáis en vuestra resistencia ante la tiranía, habrá mucho sufrimiento. Pero habrá mucho más, si os rendís. No te pido, ni a ningún otro venezolano, que seas un héroe. Pero sabes, al igual que yo, que el precio que pagaréis si os rendís será muy alto. El mundo entero os mira, y millones de ciudadanos libres de España y otros muchos países os admiran y sienten vuestra lucha como propia. No soy una persona especialmente religiosa, pero si lo fuera, rezaría por vosotros cada día. Querido amigo, a pesar de la distancia y de no haberte visto en persona jamás, te llevo en mi corazón.
Firmado:
Un hombre libre que desea que tú también lo seas
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 16 de junio, 2012
- 25 de noviembre, 2013
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