Vivian Trías: otro mito de la izquierda latinoamericana con pies de barro
El uruguayo Vivian Trías (1922-1980) es apreciado por la izquierda latinoamericana como uno de sus intelectuales más ilustres. Se lo considera autor de varios escritos donde denuncia al imperialismo británico y norteamericano en este continente. Entre ellos El imperialismo en el Río de la Plata (1960), Las montoneras y el Imperio Británico (1961), Imperialismo y rosca bancaria en el Uruguay (1972) y la Historia del imperialismo norteamericano que abarca tres tomos (1977).
Integrante del Partido Socialista uruguayo, fue diputado por ese sector en dos ocasiones (1956-1962 y 1972-1973). Además, viajó por varios países de América Latina promoviendo sus libros y artículos en diarios y revistas, realizando una intensa labor proselitista a favor de la doctrina marxista-leninista.
Sus seguidores lo consideraban un modelo del intelectual de izquierda. Es decir, idealista, de corazón puro, movido tan solo por principios éticos y completamente desinteresado de las cosas materiales.
Sin embargo –como suele ocurrir cuando se tiene acceso a los documentos secretos de los regímenes autocráticos– se supo que esa imagen era falsa. Es una ironía que a uno de los representantes de la corriente historiográfica “revisionista”, esa “medicina” se le esté aplicando a su propia figura.
La verdad histórica acerca de la personalidad y la labor de Trías acaba de ser expuesta a la luz públicapor los investigadores brasileños Mauro Kraenski y Vladimir Petrilak. Ellos, junto a un grupo de periodistas y productores del Brasil, están revisando los documentos oficiales del Servicio de Inteligencia de la ex Checoeslovaquia (STB) comunista, recientemente desclasificados por el Gobierno checo. Los analizan y luego dan a conocer sus conclusiones.
Con base en pruebas documentales que reproducen, Kraenski y Petrilak demuestran que Trías –por un sueldo y otros beneficios económicos– estuvo al servicio del totalitarismo comunista checoeslovaco desde 1964 hasta el 1977. Los investigadores no descartan que ese período haya podido ser más largo, porque el primer contacto fue realizado en 1961 y cuando en 1977 se desmontó la operación en Montevideo, los “amigos soviéticos” (según reza el informe) solicitaron que transfirieran a la KGB a “tan valioso y eficiente agente secreto”. Sin embargo, no han podido encontrar pruebas de ello.
Lo que sí está comprobado es que durante esos 13 años Trías trabajó como espía y publicista de bloque soviético. Y lo que se descubrió es otra muestra del largo trecho que separa lo que proclaman muchas figuras de izquierda y su conducta personal.
Lo concreto es que Trías recibía de la STB un sueldo mensual de unos USD $200, que en aquel momento era una cifra atractiva. Además, le regalaba whisky, cigarros estadounidenses, y en una época en que los televisores eran poco comunes, pidió uno para su disfrute personal en su casa de veraneo. Se accedió a su solicitud y se le entregó el dinero para que se lo comprara.
Lo anterior es prueba de que no le incomodaba para nada criticar al “capitalismo norteamericano” y, simultáneamente, disfrutar de sus beneficios y productos. Incluso, prefería la moneda del “imperialismo yanqui”. Su forma de actuar brinda la pauta para aquilatar la moral que practicaba.
Desde el punto de vista intelectual –a juzgar por la documentación analizada por los investigadores– parecería que Trías no fue realmente el autor original de muchos de los escritos por los cuales es reconocido. Un dosier del servicio de inteligencia checoeslovaco asegura que cada uno de los textos realizados entre 1964 y 1976 formaron parte de una “operación” específica, diseñada desde Praga-Moscú. Esas publicaciones fueron encomendadas y realizadas bajo la supervisión de la STB, quien dio las directrices, las financió y las distribuyó por diferentes partes de mundo, principalmente en España, Italia y América Latina.
Por tanto, Trías fungió como una agencia unipersonal de publicidad, contratada por el imperio soviético.
Con respecto a su pretendido “antiimperialismo”, críticas al “neocolonialismo” económico de las potencias y la defensa del principio de “no injerencia” en los asuntos internos de otros países (principio supuestamente tan apreciado por la izquierda), también aquí encontramos una profunda disonancia ideológica y ética. Para empezar, la Unión Soviética no solo fue imperialista, sino, incluso, fue el imperio más inhumano de los tiempos modernos. Colonizó a sangre y fuego a gran parte de las naciones del mundo. Entre ellas, a la ex Checoeslovaquia.
Sin embargo, Trías no tuvo empacho en ser empleado a las órdenes del imperio soviético y en ese papel, inmiscuirse en los asuntos internos de otros países. Mediante una retórica “antiimperialista” (que para la izquierda por definición significa Estados Unidos) y pretendidamente “nacionalista”, su labor fue pavimentar el camino para que también los países latinoamericanos se convirtieran en colonias soviéticas. Por ejemplo, Kraenski y Petrilak descubrieron que en 1964 Trías colaboró con una operación contra el régimen militar brasilero y que en 1970 –en el marco de otra denominada “Inca”– se le pagó el equivalente a USD $23.000 actuales, para que viajara al Perú y luego escribiera “un libro monitoreado” por los checoeslovacos. El producto fue Perú, Fuerzas Armadas y Revolución que salió publicado en 1971. Con ese texto, la STB dio por finalizada la operación “Inca”.
Es irónico y demostrativo del carácter de Trías, que ese texto haya sido publicado en una colección titulada “Las Voces libres”…
Otra muestra de su conducta ética lo constituye el hecho de que para ir a los mismos lugares del exterior, cuando era diputado, aceptara simultáneamente los viáticos otorgados por el Parlamento uruguayo y los pagos de la STB. Por ejemplo, a Chile en la época de Salvador Allende y a Perú. Durante esos viajes –cumpliendo las órdenes emanadas de su agente extranjero en Montevideo– redactaba extensos informes para los servicios secretos de Praga y Moscú. Tal era su aplicación, que la STB lo catalogó como el “mejor agente” del servicio de inteligencia checoslovaco en América Latina.
Analizando esa conducta desde la perspectiva institucional, diríamos que Trías estaba bastardeando y burlándose de la democracia uruguaya y del sistema parlamentario.
Otra muestra de su auténtico ser lo constituye el hecho de que usara a sus amigos y conocidos –sin que ellos se percataran– para extraerles información y luego pasarla a la STB, por lo cual se le retribuyó monetariamente.
Kraenski y Petrilak consideran que en Trías los imperialistas comunistas encontraron un “verdadero tesoro”: por ser diputado, tenía acceso a las más altas fuentes gubernamentales uruguayas y del resto de América Latina. Además, era “un hombre que, a través de su apariencia, naturaleza y características (intelectuales), para nada representaba en el imaginario popular la idea de un espía. Sin lugar a dudas, fue el espía ideal”.
En nuestra opinión, lo más relevante acerca de la informión obtenida, no es tanto el papel de espía de Trías, sino que deja al desnudo la auténtica naturaleza de la izquierda latinoamericana. Es decir, muchas de sus hipocresías y contradicciones ideológicas y éticas.
Hana Fischer es uruguaya. Es escritora, investigadora y columnista de temas internacionales en distintos medios de prensa. Especializada en filosofía, política y economía, es autora de varios libros y ha recibido menciones honoríficas.
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