Ecuador: Rocafuerte, olvidado
Existe una tradición liberal en América Latina que lamentablemente ha sido opacada por la tradición caudillista. Las ideas de la modernidad, de igualdad ante la ley, de un gobierno limitado y de que este se instituye para salvaguardar derechos fundamentales de los individuos, no son ajenas a nuestra historia. De hecho, dos guayaquileños fueron protagonistas de esta corriente liberal dentro y fuera del Ecuador: Vicente Rocafuerte y José Joaquín de Olmedo.
Podríamos decir que lo más cercano a “padres fundadores” que tenemos son Rocafuerte y Olmedo. Hoy quisiera rescatar algo acerca del primero. Dejó una amplia obra escrita acerca de la filosofía política que consideraba más conveniente y desempeñó un importante papel como intelectual, utilizando incluso su fortuna personal para diseminar estas ideas. Aunque Rocafuerte se desempeñó en importantes cargos públicos, su labor más trascendental y menos conocida fue como embajador del liberalismo.
Hablando acerca del poder de las ideas, Rocafuerte citó a Napoleón: “Las ideas liberales son las que me han destronado, y no la coalición”. Agregaba que son estas las que albergan la esperanza de que los pueblos superen el militarismo y adquieran un mayor nivel de libertades individuales.
Es recurrente en sus escritos la mención de lo que él consideraba que era su misión: “He trabajado infatigablemente en arrancar las malezas y las raíces de despotismo y superstición, que aún cubren el fragoso y difícil paso que separa el antiguo régimen español del moderno americano”. Dijo: “Tanto en México, como en La Habana, en Inglaterra, en España y en los Estados Unidos, siempre he sostenido la causa de la Independencia, y he propendido a los progresos de la libertad política, religiosa y mercantil, como lo comprueban las ocho publicaciones que he hecho”.
Rocafuerte no fue un hombre de armas, sino de ideas. El historiador Mariano Fazio lo considera entre los individuos más influyentes a través de sus escritos anteriores a la emancipación de Guayaquil el 9 de octubre de 1820, momento en que se fundó en nuestra ciudad una república liberal y el primer territorio independiente de nuestro país. Desde aquí salieron las ideas revolucionarias y luego gran parte de los recursos y esfuerzos para que naciera el Ecuador actual.
Por ende, Rocafuerte merece ser considerado como uno de los padres fundadores del Ecuador y uno de los primeros constitucionalistas latinoamericanos. Fue un hombre que viajó alrededor del mundo y llegó a acumular probablemente una de las bibliotecas más ricas de la época. Esta biblioteca forma parte del patrimonio histórico ecuatoriano y regional y Rocafuerte la donó al colegio que hoy lleva su nombre. Este año descubrí que luego de años de estar cerrada por malas condiciones, durante la llamada repotenciación del plantel, los libros fueron lanzados por las ventanas y permanecieron semanas a la intemperie. Muchos terminaron en la basura o desaparecieron.
Igual o peor suerte ha tenido la lujosa casaca para labores diplomáticas que Rocafuerte utilizó en Londres: sucia y en harapos, en una bodega sin seguridad y sin los botones labrados que tuvo.
Hay que rescatar su legado material, que ha sido totalmente descuidado por el Estado. Pero lo más importante es rescatar las ideas de Rocafuerte, que son las de una república liberal.
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