Raúl Castro entona «Despacito»
La canción de moda es 'Despacito' y el gobernante cubano Raúl Castro es el primero que la entona con gusto. Cuando ya el mundo se preparaba para la escenificación de su salida como presidente de Cuba el próximo 24 de febrero, la publicación oficialista Granma daba a conocer que el hermano y sucesor de Fidel pospone su despedida -aunque seguiría siendo Primer Secretario del Partido- hasta el 19 de abril. En esa fecha se celebrarían 'comicios' en los que saldrá electo (más bien seleccionado) un nuevo presidente.
No hay que llamarse a engaño. Con esta maniobra lo que se pretende es garantizar la continuidad del castrismo y precisamente el aplazamiento de este momento histórico puede deberse a la preocupación del régimen porque todo no esté lo suficientemente atado y bien atado para que Raúl supervise desde la sombra a quien será el valedor de su dinastía.
Este jueves pasado el propio Castro dijo en la reunión plenaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular que la decisión de permanecer en el poder otros dos meses tiene que ver con los estragos que causó en la isla el huracán 'Irma', con cuantiosas pérdidas que han agravado aún más la crisis económica que atraviesa el país. Ciertamente, la población todavía sufre penurias por la devastación mientras su socio y aliado, el gobernante venezolano Nicolás Maduro, no puede mantener el tren de subsidio que hasta ahora el chavismo ha brindado a un régimen -el que impusieron los Castro hace casi seis décadas- que ha servido como modelo al eje de la revolución bolivariana que impulsó en la región el desaparecido Hugo Chávez.
A la recesión que se cierne sobre los cubanos, frustrados por unas reformas económicas insuficientes y erráticas que castigan intermitentemente al puñado de emprendedores y cuentapropistas, se suma la tensión diplomática entre La Habana y Washington, en pleno 'revival' de la Guerra Fría por los misteriosos ataques acústicos que han sufrido diplomáticos estadounidenses destacados en Cuba y la ofensiva del gobierno de Donald Trump para restringir las relaciones comerciales y los viajes a Cuba, revirtiendo la política de deshielo que Barack Obama impulsó con más pena que gloria.
En la Cuba castrista nunca han sido buenos tiempos para la lírica, pero hoy nuevamente está más cerca de las carencias del 'periodo especial' que la población padeció en los noventa, que de la recuperación que Raúl, más pragmático que su hermano, supuestamente iba a promover cuando asumió el poder en 2008. El mismo día que se conocía el cambio de fecha de su relevo admitía: "El próximo año será también complicado para las finanzas externas de la nación". Como en un bucle del que parece imposible escapar, los responsables de una revolución que sólo ha generado miseria y opresión volverán a analizar "la proyección estratégica para los años venideros".
Los años venideros. Qué fácil es para Raúl Castro hablar frívolamente del tiempo que él y su hermano les han arrebatado a tres generaciones de cubanos. Los señores feudales juegan con las vidas de sus súbditos y no tienen prisa, porque lo último que desean es que los vientos del cambio los arrastren como una borrasca indeseable. No hace mucho dijo rodeado de jefes de Estado en Mérida, México, que estaba listo para ser un jubilado y "hacer turismo". Ahora posterga su adiós oficial con el fin de sujetar más los hilos de los títeres que han de sostener las ruinas de su dictadura. Raúl Castro va despacito. Igual que en la canción.
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