Sin dudas, la Argentina necesita volver a tener moneda
La semana pasada se desató un debate sobre volver a la convertibilidad o dolarizar la economía a partir de las declaraciones del director del Consejo Económico Nacional del gobierno de los EEUU, Larry Kudlow, quien sostuvo que "la Argentina tenía que volver a un currency board" o, dicho en castellano básico, volver a establecer una convertibilidad.
Obviamente muchos saltaron como leche hervida recordando la convertibilidad de los 90. En rigor esa convertibilidad tiene dos cuestiones a ser consideradas:
- Es solo una regla monetaria y no un plan económico.Considerando que estábamos en hiperinflación, o sea corrida contra el peso, se optó por la convertibilidad como forma de frenar la hiperinflación, estrategia que dio resultado. Pero sería injusto asignarle a la convertibilidad el resto de la política económica.Ninguna regla monetaria, ni convertibilidad, ni dolarización, ni competencia de monedas puede resolver problemas estructurales como el nivel y calidad del gasto público, política tributaria, legislación laboral, regulaciones, etc.
- Si el nivel de conversión está sobrevaluando o subvaluandola moneda local. En rigor lo que busca un sistema de convertibilidad es forzar al gobierno a no emitir más moneda para financiar el déficit fiscal. El problema es que la convertibilidad en sí puede frenar la inflación pero no resolver el problema del déficit fiscal, porque el gobierno puede endeudarse para no bajar el gasto público, y financiar el déficit con deuda externa. Esa deuda la transforma en pesos entregándole los dólares al BCRA y este emite los pesos que le entrega al Tesoro para financiar al déficit.
El fenómeno de las Lebac
Pero atención que el lío que hoy tenemos con las Lebac surge del mismo problema. El déficit fiscal no se bajó, el Gobierno se endeudó en el exterior. Los dólares se los entregó al BCRA, éste emitió pesos que se los dio al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quién con esos pesos pagó sueldos, jubilaciones, etc. Una vez que los pesos entraron en circulación el BCRA quitó parte de ellos para no tener tanta inflación armando la bola de Lebac.
¿Cuál es la diferencia entre la convertibilidad y el actual sistema monetario que convive con déficit fiscal? Que ahora tenemos déficit fiscal, inflación, deuda interna, deuda externa y encima una presión impositiva asfixiante. De manera que este sistema monetario que tenemos no sirve.
Veamos, desde 1935 cuando fue creado el BCRA hasta 2017, la inflación promedio anual fue del 53,4%. Esta cuenta surge de rearmar la serie histórica del IPC en base al libro Dos Siglos de Economía Argentina, de la Fundación Norte y Sur que dirige Orlando Ferreres, de datos del Indec, de la inflación Congreso durante la era k y nuevamente del Indec. Si uno eleva a la 82, que son la cantidad de años de existencia del BCRA, llegamos a que la inflación acumulada, si los ceros no me fallan, fue de 173.923 trillones por ciento. Un número que nadie entiende.
Recordemos también que tuvimos el peso moneda nacional, el peso ley 18.138, el peso argentino, el austral y este que está agonizando. Un peso actual es igual a 10.000.000.000.000 de pesos moneda nacional. ¿Puede decirse seriamente que el BCRA está en condiciones de emitir una moneda?
Confianza en las instituciones
Desde que Richard Nixon abandonó el patrón oro en 1971, todo el sistema monetario del mundo está basado en papeles cuyo único respaldo es la confianza que se tenga en las instituciones jurídicas, políticas y económicas de cada país. Las instituciones argentinas no son, justamente, muy confiables que digamos, por lo tanto, pongo en duda que podamos tener moneda propia.
La moneda, que no es un invento de los gobiernos sino un descubrimiento del mercado, es una mercadería como cualquier otra. Recordemos que a lo largo de la historia se usaron como moneda, la sal, los clavos, el cobre, la plata y el oro, por citar solo algunos ejemplos.
Para que algo sea moneda tiene que cumplir con dos requisitos: 1) ser ampliamente aceptado como medio de intercambio y 2) reserva de valor. Siguiendo a Mises, la función de unidad de cuenta surge de ser reserva de valor, por eso incluyo solo dos condiciones.
La moneda, que no es un invento de los gobiernos sino un descubrimiento del mercado, es una mercadería como cualquier otra
Ahora bien, el peso no es moneda por la sencilla razón que no es reserva de valor. La inflación, que popularmente se la mide como la suba del nivel general de precios, en rigor es la desvaloración de la moneda. El exceso de oferta de la mercadería peso, frente a una demanda constante y ahora en baja, hace que pierda valor y tienda a desaparecer como moneda.
Si aceptamos que no tenemos moneda, la pregunta a formularse es: ¿tenemos que cambiar nuestro sistema monetario o seguimos con este que no sirve como reserva de valor y no permite hacer cálculo económico? ¿Está el BCRA en condiciones del emitir una moneda o tenemos que ir a una convertibilidad, dolarización de la economía o competencia de monedas?
Pero, lo más importante: ¿si se optara por alguna alternativa tipo dolarización, convertibilidad o competencia de monedas, se resuelve el problema fiscal y los otros problemas económicos que desde hace décadas nos vienen sumergiendo en la decadencia?
Si fuésemos a una dolarización, lo más probable es que los políticos no bajarían el gasto público, se endeudarían y terminaríamos en default.
Cayendo en default la gente le echaría la culpa a la banca internacional, al FMI, etc. En cambio, si el sistema monetario queda tal cual está ahora, podemos caer en un proceso inflacionario más agudo que fuerce a los políticos a bajar el gasto. El costo político de la inflación es mayor que el costo político de un default. Es más, un default hasta lo festeja la dirigencia política argentina.
Considerando los dislates inflacionarios que hemos cometido sin que la dirigencia política tomara debida nota de la necesidad de bajar el gasto público, tengo mis serias dudas que seguir con el peso conduzca, por vía de una crisis, a un cambio en el comportamiento de la dirigencia política.
La autonomía monetaria hace tiempo que no existe
Tampoco es cierto que dolarizando se pierda la autonomía de hacer política monetaria. ¿Qué política monetaria se puede hacer cuando no se tiene moneda como es nuestro caso?
Los sistemas monetarios, cualquiera el que se elija, no pueden resolver los problemas estructurales de la economía. Me refiero a la legislación laboral, al nivel y calidad del gasto público, a la presión impositiva, etc., lo máximo que pueden lograr es frenar la inflación y permitir el cálculo económico. Ese es el debate que, a mi juicio, debemos plantearnos sobre si dolarizar la economía sí o no o ir a una convertibilidad como lo propuso Larry Kudlow.
Obviamente que debatir una reforma monetaria, sin incluir un plan económico general tampoco es conducente. Pero esto es como cuando se habla del equilibrio fiscal. Uno habla de bajar el gasto público, no habla de la legislación laboral, de la legislación impositiva vigente o de la apertura de la economía, todo al mismo tiempo, pero la Argentina necesita desesperadamente un plan económico global. Completo y de aplicación simultánea.
Hay un solo punto que tiene que quedar en claro: hoy los argentinos no tenemos un sistema monetario y como todos los sistemas monetarios están basados en la confianza, con esta dirigencia política y los valores que imperan en amplios sectores de la sociedad, no veo viable tener una moneda confiable. Ya destruimos cinco y, si no cambiamos, podemos seguir destruyendo signos monetarios sin detenernos en nuestra decadencia.
Dolarización, convertibilidad a oro, retomando la Ley 1.130 del peso oro y competencia de monedas son opciones a debatir. Pretender revivir el peso que tenemos o intentar hacer política monetaria con nuestra historia inflacionaria, luce utópico.
Último punto. La moneda es una mercadería como cualquier otra con la característica particular que se la usa como medio de intercambio, por lo tanto no confundirla con un símbolo patrio. Quienes así no lo entiendan que lean historia de la moneda y verán cómo nació y por qué nació.
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