Ecuador: Los cobros indebidos
Los mercados, como todo resultado de las acciones humanas, son imperfectos. Por ejemplo, hay asimetrías de información: el vendedor sabe mucho más acerca del producto que el comprador y se puede aprovechar de esta ventaja perjudicando al comprador. El reciente escándalo de los cobros que habrían realizado los bancos sin la debida autorización podría ser un ejemplo de esto. Ciertamente que sería un abuso que una empresa cobrara sin haber recibido la debida autorización.
Pero los políticos y burócratas también son imperfectos. Y los defectos humanos se amplifican cuando se centraliza la gestión de la información y el poder.
Ignorando esto, suelen surgir políticos como salvadores cada que se señala una falla de mercado. Pero ¿quiénes son los políticos? ¿Personas con una superioridad intelectual y moral?
Ya hemos visto que cuando se les otorga demasiado poder a los políticos sin contrapesos, abusan de este poder para su beneficio propio, derivando en un despilfarro y un grado de corrupción que llevó al país a vivir bajo uno de los gobiernos más autoritarios del último siglo.
Ciertamente que en las transacciones voluntarias que realizan millones de ciudadanos se cometen abusos, fraudes y errores en algunos casos, pero las soluciones descentralizadas de mercado son superiores a las impuestas por los políticos.
Consideremos la discusión acerca de los cobros indebidos de los bancos. Incluso antes de que reaccionara el presidente y luego la Superintendencia de Bancos, el Banco Pichincha, el principal del país, anunció: “En aquellos Seguros o Asistencias Voluntarias en los que exista un reclamo y los proveedores del servicio no puedan probar la aceptación del cliente, procederemos a devolver inmediatamente el valor debitado durante la vigencia de la póliza. Además, los clientes pueden en cualquier momento solicitar la cancelación de estos contratos y suspenderemos inmediatamente los débitos asociados”. Lo mismo declaró el Banco del Pacífico (estatal). Sucede que los bancos compiten entre ellos por los clientes, y por eso es que la denuncia de un solo periodista provocó un escándalo y este suscitó correctivos inmediatos.
Su reacción y atención fuera todavía mejor si tuvieran más competencia abriéndose el país a los bancos del resto del mundo, tema que tratamos hace un par de semanas aquí.
En el caso de la administración pública, en cambio, estamos lidiando con transacciones involuntarias. Por eso están los bien llamados “impuestos”.
Los impuestos son legítimos cuando se derivan de aquellos aprobados por los gobernados y destinados a los fines intencionados. Uno de los precursores de las independencias latinoamericanas, Juan Pablo Viscardo y Guzmán, se quejaba amargamente de “la hidra fiscal con sus cien bocas espantosas”. Se refería a los ilegítimos impuestos que cobraba la corona española a las colonias de Ultramar sin su debida aprobación y para beneficio de los monarcas.
Finalmente, muchas veces lo recaudado por impuestos y por la renta petrolera deriva en gran corrupción y despilfarro. Nunca antes recibieron tantos ingresos y, no obstante, hoy tenemos una crisis fiscal.
Si bien un mal no justifica otro mal, ordenemos las prioridades. Aquí quien más realiza cobros indebidos, del cual nadie, ni el banquero más poderoso tiene cómo escaparse, y de quién es dificilísimo obtener una devolución de dinero, es el Estado ecuatoriano.
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