La gran trampa fiscal

En una economía, todo es consumo: consumo reproductivo (inversión), consumo intermedio (inventarios), consumo improductivo. En una economía sana, estos consumos están siempre en un equilibrio dinámico.

El ahorro, es el combustible que mantiene este consumo, y que a la vez, crece, cuando el producto de las transacciones voluntarias, o sea, la utilidad, se capitaliza en forma de consumo a futuro o ahorro.

Cuando se da una transacción voluntaria en los mercados, se acumula valor, cuando el comprador reconoce el valor del bien o servicio, aceptando pagar más del costo de producción (utilidad) y cuando el productor decide la mejor manera de capitalizar esta ganancia, ya sea, en más consumo reproductivo, o ahorro.

Lo que hace que el mercado sea de suma positiva, donde todos ganan, es la acumulación de valor por parte de compradores y productores, y en el avance tecnológico que se da a la hora de destruir creativamente durante el proceso de reinversión.

Tanto el gasto improductivo estatal, como los impuestos, tienen efectos negativos en este ciclo de acumulación de valor, al asignar recursos escasos de manera arbitraria, y al sustraer riqueza de los bolsillos de los generadores de valor en la economía. Pero el daño no solo esta en la sustracción de riqueza de la economía y en la mala asignación de recursos, sino que se da también, con el incremento en los costos de transacción que surgen de la intervención coercitiva del estado.

Cuando el estado reduce su gasto improductivo, libera recursos que pueden ser utilizados por los productores y consumidores, para generar valor en la economía. Pero si se aumentan los impuestos, ese efecto, no solo se reduce, sino que el consumo reproductivo se reduce, afectando el avance tecnológico y el bienestar general.

¡¡He ahí, la gran trampa fiscal!!

El autor es empresario.