Caravanas de ayer y de hoy
Se acaba de celebrar en Estados Unidos la festividad de Acción de Gracias en recordación de los peregrinos de origen inglés que en noviembre de 1621 celebraron en Plymouth, Massachussets, una cena en la que dieron gracias por la primera cosecha que habían logrado en su nuevo hogar, lejos de Europa, donde esta congregación calvinista y disidente de la iglesia de Inglaterra se asentó escapando de la persecución religiosa y política.
A la fiesta, que duró tres días, asistieron miembros de la tribu Wampanoag que habían ayudado a estos inmigrantes a sobrevivir en el duro invierno de una tierra que los indígenas americanos conocían bien.
Estos separatistas puritanos que en el siglo XVII llegaron para establecerse en las colonias del nuevo mundo formaban parte de oleadas migratorias que buscaban oportunidades. Antesala de caravanas posteriores que han llegado a Estados Unidos huyendo de persecuciones, hambruna, guerras o violencia. Con mayor o menor grado de tolerancia, diversos grupos étnicos y culturales han sido recibidos y han conseguido asimilarse gradualmente a la amalgama de la sociedad.
Hoy en día, bajo el gobierno de Donald Trump, las políticas migratorias se han endurecido y el propósito de la actual administración es recortar drásticamente la inmigración legal y poner freno a la entrada de migrantes indocumentados. A pesar de que las encuestas indican que la mayoría de los estadounidenses apoya una reforma migratoria que facilite una vía de legalización para los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en el país, el presidente defiende una línea dura, sobre todo en lo relativo al flujo migratorio que proviene de México y Centroamérica.
Unas semanas antes de los comicios del pasado 6 de noviembre, Trump arreció sus ataques contra la caravana de migrantes que avanzaba desde Honduras pasando por territorio mexicano rumbo a la frontera norte.
Desde la tribuna improvisada de sus tuits y en declaraciones a los medios, el presidente los ha tildado de “criminales” y “pandilleros”, asegurando, también, que había “terroristas de ISIS” en la caravana compuesta por unas 4,000 personas. A pesar de no mostrar ninguna evidencia que diera peso a sus acusaciones, Trump logró lo que quería en vísperas de las elecciones, agitar a los votantes que apoyaron su discurso populista y nacionalista en la campaña presidencial de 2016.
Después del 6 de noviembre el presidente apenas le ha prestado atención a la caravana que ha ido desplazándose por México, donde en la mayor parte de las localidades ha recibido ayuda y han sido escasos los incidentes violentos. Sin embargo, en Tijuana, donde una parte de la caravana ya se concentra a la espera de ingresar por puntos fronterizos para pedir asilo, el rechazo ha sido evidente.
El propio alcalde de Tijuana ha hablado de “invasión” a la vez que en su ciudad han salido manifestantes con proclamas de “México Primero”, haciéndose eco del lema de “América Primero” que truena en los mítines que preside Trump. Los migrantes centroamericanos no son los únicos que han enfrentado repulsa en esa ciudad que colinda con San Diego, pues la comunidad de haitianos que se ha asentado allí con la esperanza de cruzar la frontera también ha sufrido discriminación.
Las migraciones ni son nuevas ni van a dejar de existir mientras haya persecuciones, hambruna, guerras o violencia. En estos éxodos humanos lo que prima es la voluntad de salir adelante en un mundo mejor que el que se deja atrás, echando por tierra la retórica que los pretende demonizar con peligrosas generalizaciones o burdas mentiras. Basta, por ejemplo, con tener en cuenta estudios recientes (Criminology Journal) que indican que los inmigrantes indocumentados cometen menos crímenes que los nacionales en Estados Unidos, cifra que es aún menor entre los inmigrantes con estatus legal.
Hoy merece la pena mencionar lo que Kathleen Wall, una experta en las costumbres culinarias de la época de la colonia, señala de la copiosa cena que hace 400 años reunió a nativos y colonizadores en la plantación Plymouth: “Se tardaba tanto en llegar a cualquier lugar, que una vez que llegabas te quedas por un tiempo”.
Las caravanas de ayer son las caravanas de hoy.
©FIRMAS PRESS
- 23 de enero, 2009
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